Elecciones en Venezuela: ¿ganará el chavismo "como sea"?

Opinion CIDOB 368
Publication date: 12/2015
Author:
Melissa Salmerón, doctoranda en la Universidad Autónoma de Barcelona
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D.L.: B-8439-2012

 

El 6 de diciembre habrá elecciones para elegir a los diputados a la asamblea nacional (parlamento unicameral) en Venezuela. En los más de tres lustros que el chavismo lo gobierna casi todo en el país, esta es la primera vez que su victoria electoral no sólo no es segura, es incluso improbable. La mayoría de las encuestas sobre intención de voto indican que la oposición agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aventaja hasta en 20 puntos al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), liderado por Nicolás Maduro desde la muerte de Hugo Chávez. Ante este escenario, la respuesta de Maduro ha sido tajante: el PSUV debe prepararse "para ganar las elecciones como sea”. 

La frase ha sido providencial. A pocos días de las elecciones, se ha convertido en habitual ver a los candidatos del PSUV participando abiertamente en masivas entregas de ordenadores, coches o viviendas. El acceso de la oposición a los medios de comunicación públicos es nulo, déficit que tratan de cubrir a través de las redes sociales. Fue, precisamente, a través de éstas que se difundió una grabación en la que el gerente de aduanas de uno de los aeropuertos más importantes de Venezuela advertía a sus subordinados que, quien no pudiera probar que había votado por el PSUV, perdería su trabajo. Recientemente, un dirigente de la MUD fue asesinado en medio de un mitin político en una población del centro de Venezuela. Ha sido el más trágico de varios ataques violentos que han sufrido los actos de campaña de la MUD, en los que se ha hecho cada vez más habitual la irrupción de personas vistiendo camisetas del PSUV y empuñando armas de fuego. Frente a la gravedad de esta situación, es casi anecdótico que decenas de nuevos centros de votación tengan nombres tan particulares escomo Nicolás Maduro o Ingenio Hugo Chávez. 

Además de los desafios de la campaña, la oposición deberá superar el reto que representa la propia ley electoral aprobada en 2009 por una asamblea nacional mayoritariamente chavista. Ésta delimita las circunscripciones electorales de tal forma que los estados menos poblados, con voto mayoritariamente chavista, tienen el mismo peso que los más poblados. Puede suceder que el PSUV obtenga menos votos que la MUD y, no obstante, consiga mayor número de escaños. 

En contextos tan delicados, la observación electoral internacional tiene especial relevancia, como elemento imparcial que puede contribuir a disuadir intentos de fraude y a aumentar la participación. En Venezuela, la OEA y el Centro Carter observaron la mayoría de las elecciones durante la década de los años noventa y principios de los dos mil. Sin embargo, las condiciones para la observación se han ido limitando. En 2012, la UE y la OEA consideraron estas limitaciones inaceptables. Esta vez, ninguna de las dos organizaciones ha sido invitada. La ausencia de observación electoral internacional en las elecciones se ha convertido no sólo en un indicador de la tensión que envuelve la convocatoria electoral sino también del estado de las relaciones exteriores del del gobierno de Maduro. 

A principios de noviembre la comisión de asuntos exteriores del Parlamento Europeo envió a Venezuela una misión que tenía como objetivo reunir información sobre el contexto electoral. Fue recibida por todos los actores políticos, excepto por el PSUV, el gobierno y el consejo electoral. La relación entre el gobierno venezolano y la OEA es aún peor; el secretario de la organización, Luis Almagro, ha sido blanco de descalificaciones personales pocas veces vistas en la diplomacia venezolana. 

No obstante, ya instalada en Venezuela está la misión de Unasur, joven organización regional que contempla la inusual figura del "acompañamiento electoral internacional", que en 2010 sustituyó a la de observador en el reglamento electoral venezolano. Entre las condiciones para dicho acompañamiento está que la misión internacional no haga públicos sus hallazgos preliminares, ni las sugerencias que formule a la autoridad electoral, ni su informe final. Todo ello debe ser comunicado exclusivamente al Consejo electoral venezolano, que tendrá la potestad de hacer o no pública esta información. Ninguna de las reputadas organizaciones de observación electoral aceptaría enviar una misión en dichas condiciones. 

Pero incluso el “acompañamiento” de Unasur fue acordado in extremis. A finales de octubre la Corte Electoral de Uruguay, que actualmente preside el consejo encargado de la organización de esta actividad en Unasur, hizo público su temor a que no pudiera constituirse una misión dentro del plazo establecido. La causa del retraso, según la prensa uruguaya, fue la diferencia de criterio entre los países miembros en torno a los términos del acuerdo de la misión. La clave del desacuerdo pudo haber sido entre las autoridades electorales de Venezuela y Brasil; el Tribunal Superior Electoral brasileño propuso a Nelson Jobim, ex ministro de la Corte Suprema de Justicia de Brasil, como jefe de la misión de acompañamiento electoral de Unasur, pero supuestamente las autoridades venezolanas vetaron ese nombramiento. A continuación, el tribunal de Brasil expresó públicamente que el retraso de las autoridades venezolanas para decidir sobre los términos de la observación "supone que la misión no podrá seguir el ritmo de la auditoría del sistema de votación electrónica ni evaluar el cumplimiento de la equidad en la contienda electoral, lo que, a menos de dos meses de las elecciones, impide una observación adecuada". 

El presidente Maduro ha pedido a los venezolanos un voto de castigo contra la oposición, pero el principal rival del chavismo es hoy el propio chavismo. Tiene mayoría en el Congreso, gobierna el 70% de las alcaldías y casi todas las gobernaciones de los Estados. Si el 6 de diciembre los venezolanos deciden castigar la gestión de sus administraciones, sólo puede haber un damnificado, el PSUV. Habrá que esperar para ver si el chavismo gana las elecciones pese a todo, como sea.