El sur regional, el sur global y el sur austral: tres ejes para la política exterior de Cristina Kirchner

Opinion CIDOB 136
Publication date: 12/2011
Author:
Juan Recce, Director Ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI)
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Juan Recce,
Director Ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI)

14 de diciembre de 2011 / Opinión CIDOB, nº 136 /E-ISSN 2014-0843

El triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las últimas elecciones presidenciales de octubre, confirma que el “norte” de la política exterior argentina parece estar finalmente en el “sur”. Ese fue el rumbo que la sociedad argentina ratificó, dando respaldo y continuidad al camino que se había emprendido a poco de iniciada la primera década del siglo XXI.

América del Sur, o el sur regional; las relaciones sur-sur en múltiples tableros de juego, es decir, el sur global; y finalmente el sur austral, como renovado impulso antártico desde el cual reinterpretar la cuestión Malvinas, son tres ejes vertebradores de la política exterior argentina, y en torno a ella la consolidación de una renovada identidad estratégica.

América del Sur es para Argentina un proyecto con vocación de poder y transformación. Durante los próximos cuatro años, es esperable que el eje troncal de la política exterior argentina sea Suramérica, y desde Suramérica el mundo. Ese fue el rumbo ratificado por la voluntad popular, no sólo por el 54% del electorado que respaldó al oficialismo, sino por un amplio margen del voto opositor que acompañó a otros candidatos que conforme a sus propuestas programáticas o sus ideas de referencia se encontraban comprometidos con la causa de la integración suramericana.

El primer “sur” estratégico se delinea con más nitidez que nunca y el camino es la integración. La reciente incorporación de Argentina a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) reafirma el camino regional iniciado entorno al Mercosur y la Unasur y consagra la alianza de los pueblos por la construcción de un orden mundial inclusivo y socialmente comprometido. La clave es una Suramérica fuerte e integrada mediante el endo-consumo local y la división regional del trabajo. Los suramericanos consumiendo los bienes que produce Suramérica, integrando sus mercados y con ellos sus destinos.

Para Argentina, Suramérica es un proyecto de poder, por cuanto representa una oportunidad real de ser un co-condicionador de su entorno estratégico, es decir, un líder, pero un líder junto a Brasil. Argentina, tiene de cara a esta asociación, el mandato histórico regional de ayudar a Brasil a moldear su liderazgo, un liderazgo suramericano pero a la medida de Suramérica.

El segundo “sur”, el sur global, es un espacio de acción política e interrelaciones estratégicas complejas pero cargadas de oportunidades. Este segundo “sur” abre cuatro frentes de acción fundamentales: el eje BRIC, el G20, el G77 y los emergentes de mediano porte.

No es posible planificar un futuro próspero sin considerar el desafío BRIC. Argentina lo sabe. Los países BRIC albergan el 40% de la población mundial y casi el 25% del PIB mundial, constituyéndose ya en los motores de la economía global. Brasil y China ocupan un lugar preponderante en la agenda de política exterior argentina, no sólo por el peso relativo que estos países tienen en nuestra balanza comercial sino también por el rol geopolítico que aspiran desempeñar en sus espacios de influencia y transitivamente a escala planetaria.

Respecto de China, las lecciones del pasado nos señalan que el gran riesgo es el de caer en una nueva dependencia de demanda, tal como nos sucedió entre 1880 y 1930 con el modelo inglés, quedando atados a su ciclo de auge y decadencia. El plan agroalimentario 2020 es una respuesta a este dilema y una fuerte herramienta de complementación comercial a partir de la cual encarar una relación bilateral con China que fije agenda y paute el ritmo de nuestra complementación a largo plazo. Rusia e India son todavía dos socios con un amplio universo de posibilidades a explorar.

Las relaciones G20 y G77 es tal vez el aporte más significativo que Argentina continuará dando a escala global para el moldeado del sistema económico y político global del futuro. Por su particular condición económico-productiva y sus peculiaridades geográficas y demográficas, Argentina puede continuar desempeñando un rol muy específico como interlocutor de síntesis de un amplio espectro de países en vías de desarrollo, que ni los BRIC ni países con niveles de desarrollo relativo menor pueden ejercer. Es esperable que Argentina siga jugando fuerte en este campo.

El gran desafío abierto respecto de las relaciones sur-sur es la vinculación con los países emergentes de mediano porte, como Turquía, Indonesia, Vietnam y Sudáfrica. Estos países con vocación de potencias medias tal vez sean el espejo en el que la política exterior argentina deba mirarse en el futuro a la hora de interpretar que rol jugar de cara al poder asimétrico que los BRICs pueden ejercer en sus áreas de influencia.

Finalmente, está la cuestión del sur austral. La crisis en la matriz hidrocarburífera global, la incertidumbre frente al cambio climático, el agotamiento de las reservas de mineras estratégicas y el boom de la biodiversidad marina aplicada a la industria farmacéutica han resignificado la cuestión Malvinas y la cuestión Antártica constituyéndolas en un único tema estratégico de relevancia vital para planificar el futuro de la sustentabilidad económica y productiva de nuestro país, de la región y del mundo. Argentina lo sabe y ya constituye una línea estratégica con altas probabilidades de ser incorporada como núcleo transversal a cualquier administración política a futuro en nuestro país. El polo logístico antártico y la persistencia de los reclamos diplomáticos, con el respaldo colectivo de América Latina son dos herramientas estratégicas que sin duda serán una gran prioridad de la agenda de la política exterior argentina.

El sur regional, el sur global y el sur austral se pueden convertir así en los ejes estructurantes de la política exterior argentina de los próximos años, unos ejes que permitirán dibujar una renovada identidad estratégica de Argentina en el mundo.

Juan Recce,
Director Ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI)