El nuevo camino que debe recorrer Chile

Opinion CIDOB 700
Publication date: 12/2021
Author:
Anna Ayuso, investigadora sénior, CIDOB y Maximiliano Arce, Máster en Relaciones Internacionales, Seguridad y Desarrollo de la UAB
Download PDF

Dos candidatos situados en el extremo del arco político chileno intentarán ganar el electorado de centro con una oferta de dos modelos de relación entre Estado y sociedad diferentes. Mientras el candidato conservador reivindica retornar a los postulados del neoliberalismo que asentó sus bases durante la dictadura pinochetista, el candidato de izquierda reclama la construcción de un auténtico estado del bienestar proveedor de servicios. Sería paradójico que la sociedad chilena, tras decidir en 2019 salir de la crispación de las protestas a través de un proceso de reforma constitucional, diera ahora un paso atrás.

Los dos candidatos de la segunda vuelta de las presidenciales, que se celebran el próximo domingo 19 de diciembre, representan dos sectores muy alejados en el variado espectro político y social de Chile. Los votantes tendrán que elegir entre Gabriel Boric, el líder estudiantil de las marchas educacionales y hoy diputado, que con solo 35 años se presentó como candidato del Frente Amplio, en el que se integra el partido comunista, frente a José Antonio Kast, de 55 años y candidato por el Partido Republicano que el mismo fundó en 2019 tras abandonar, en 2016, la Unión Demócrata Independiente (UDI) en la que militó durante décadas. Su partido se posiciona en la extrema derecha, alineado con una visión neoliberal de la economía y con un conservadurismo tradicional ultracatólico.

Las últimas encuestas, publicadas dos semanas antes del día de los comicios, confirman que se trata de la elección presidencial más incierta de los últimos 30 años. Tradicionalmente el candidato más votado en la primera vuelta ha sido el ganador en el balotaje. Kast quedó por delante, pero los últimos sondeos daban una ligera ventaja a Boric. Tras confirmarse los resultados de la primera vuelta hubo un reagrupamiento de los bloques que han ido alternándose desde la recuperación de la democracia tras la dictadura militar. Los partidos de centroizquierda, que tradicionalmente se agruparon en los gobiernos de la Concertación, y que ocuparon el poder durante las primeras dos décadas de transición democrática, apoyan a Boric. En cambio, la agrupación Chile Vamos que representa al actual oficialismo del gobierno Piñera se ha alineado con Kast a cambio de moderar su agenda extremista.

Tras los 16 años de gobiernos de alternancia entre Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, con sus respectivas reelecciones, los partidos tradicionales han recibido un voto de castigo por su inmovilismo. Sin embargo, los dos grandes bloques siguen estando presentes, aunque con nuevos liderazgos más asertivos. En el último debate televisado antes de los comicios, ambos candidatos han dado señales de moverse hacia el centro político conscientes de que necesitan a ese electorado. Además, con un Senado dividido mitad y mitad entre conservadores y progresistas, y un Congreso muy fragmentado cualquiera de los dos candidatos que salga elegido tendrá que negociar. Así lo puso de manifiesto Boric en el debate y reprochó a Kast no haber participado en el acuerdo del 19 octubre con el que las principales fuerzas políticas decidieron salir de la escalada de protestas mediante un referéndum sobre la reforma constitucional, además de haberse posicionado después por el no a la reforma. El candidato Kast sin embargo se defendió alegando profundas convicciones democráticas y el respeto al estado de derecho, el imperio de la ley y el orden como principal oferta electoral. Incluso llegó a alabar al ex presidente Patricio Aylwin, que pilotó la primera fase de la transición. No obstante, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, presidentes de la concertación, han hecho público su apoyo a Boric.

Ambos candidatos luchan contra la abstención (53% en la primera vuelta) y por hacerse con los votos del resto de candidatos de la primera vuelta. El destino del 12,8% de los votos que recibió el empresario Franco Parisi, quien obtuvo el tercer lugar haciendo campaña desde Estados Unidos a través de las redes sociales (y sin planes de volver a Chile por tener pendiente un juicio a causa del impago de la pensión alimenticia a sus hijos) es una incógnita, porque tiene una base bastante joven y mayoritariamente rural.  El discurso sobre seguridad y migraciones puede favorecer a Kast. Sin embargo, la oferta sobre mejora de las pensiones y salario mínimo favorece a Boric.

Estas elecciones se producen en un momento en que se está llevando a cabo una reforma constitucional a través de una Convención integrada por 155 chilenas y chilenos, con representación de pueblos indígenas, paridad de género y cupo de independientes. En el punto más álgido de la crisis social de 2019, Chile decidió avanzar por el camino del diálogo y de la institucionalidad, y redactar la nueva Carta Magna que reemplazará la que dejó la dictadura militar de Augusto Pinochet. Hoy Chile es una sociedad mucho más avanzada en valores. De hecho, hace unas semanas se aprobó el matrimonio igualitario y la adopción por parte de parejas homosexuales.

También la ciudadanía está mucho más activa, crítica y atenta a lo que le depara el futuro. Durante el estallido social de 2019 se acuñó el lema “no son 30 pesos, son 30 años” como un grito frente a la inequidad que ha generado el sistema económico, político y social de Chile, una de las naciones que tiene una de las mayores tasas de desigualdad en el mundo de acuerdo con estudios de la CEPAL y la OCDE. De hecho, esta última ha recomendado a Chile implementar una reforma tributaria para acelerar la recuperación tras la crisis generada por la pandemia de la COVID-19 que contribuya a reducir la desigualdad. No es probable que los chilenos estén dispuestos a retroceder en temas como la mejora de las pensiones, la educación de calidad, un mejor sistema de salud, mayores derechos sociales y reforma de las fuerzas de seguridad.

El gobierno del Presidente Piñera navega sus últimos meses con una aprobación a su gestión del 9% por parte de la ciudadanía y un 74% de rechazo. Su sucesor, el vencedor de los comicios del próximo domingo, tendrá que enfrentar un escenario complejo, con un margen fiscal reducido, un incremento de la inflación y una subida de precios de productos básicos. Sin embargo, por el lado positivo, Chile está entre los países con mayor tasa de vacunación a nivel mundial gracias a las gestiones del gobierno con los laboratorios.

El próximo presidente tendrá que sentarse a dialogar y llegar a amplios acuerdos con la Cámara de Diputados y el Senado para poder avanzar en un proyecto de país. Además, tendrá la responsabilidad de garantizar que el plebiscito de salida para aprobar la nueva Constitución sea lo más ordenado y transparente. Es un desafío, pero también es una oportunidad. A pesar de representar a dos posiciones ideológicas muy alejadas, los actuales candidatos deberán conectar con el verdadero sentir de la población en Chile para poder pilotar un proyecto político, social y económico que asiente las bases de una democracia menos desigual y permita superar la crispación social que llevó a las protestas.

palabras clave: Chile, elecciones, José Antonio Kast, Gabriel Boric, extrema derecha, izquierda

 

E-ISSN: 2014-08