Kamala Harris

Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 24/10/2024. Kamala Harris resultó perdedora de la elección presidencial del 5/11/2024 frente a Donald Trump al recibir 226 votos electorales y el 48,2% de los votos populares. El fracaso de la demócrata se vio realzado por la derrota de su partido en las dos cámaras del Congreso. El 20/1/2025 Harris transferirá la Vicepresidencia de Estados Unidos al republicano JD Vance.

En las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos Kamala Harris, senadora por California y antigua fiscal general del estado, compartió con Joe Biden la victoria del Partido Demócrata sobre la fórmula oficialista de Donald Trump y Mike Pence por el Partido Republicano. El enero de 2021, tras el violento intento de Trump y sus partidarios de subvertir el resultado electoral e impedir el cambio de gobierno en Washington, esta abogada con una trayectoria pionera en su doble carrera judicial y política se convirtió en la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, así como el primer titular de color y de origen asiático. 

Una vez instalada en la Casa Blanca, Harris vio cómo su imagen carismática se desvanecía por su inesperadamente escaso protagonismo en la Administración Biden. Aunque asumió tareas en las esferas doméstica y exterior, la vicepresidenta, sin éxitos personales a la vista, no terminaba de cuajar como hipotética aspirante a suceder en su momento a Biden, 22 años mayor. Este, a pesar de su avanzada edad, sus limitaciones físicas y, sobre todo, sus clamorosos fallos cognitivos, se empeñó en presentarse a la reelección en noviembre de 2024, segunda candidatura que el proceso de primarias validó por virtual aclamación pero que las exhortaciones generalizadas en su alarmada formación le obligaron a abandonar en el mes de julio. Fue entonces cuando resurgió con brío la hasta entonces segundona Harris, recomendada por Biden a los demócratas y erigida en figura providencial para enfrentarse a un Trump imparable. 

Incluso antes de ser nominada en agosto por la Convención Nacional Demócrata con el partido rendido a sus pies, Harris, llevando a Tim Walz de acompañante, le dio la vuelta a los sondeos, aunque Trump no tardó en recuperar distancias. Ello prefiguraba una batalla en las urnas de lo más cerrada el 5 de noviembre. Liza entablada además bajo el ambiente de tensión y polarización sin precedentes en que están sumidas la política y la sociedad de Estados Unidos, una superpotencia fracturada en ciertos aspectos y cuya democracia, según el Democracy Index de The Economist, ya no es "plena" sino "defectuosa". Y, a su vez, en un mundo crecientemente inestable y peligroso. 

UN PROGRAMA PARA "PASAR PÁGINA A LA DIVISIÓN"

Harris, con 60 años cumplidos el 20 de octubre y definida a sí misma como "indo-afro-americana", presenta una plataforma continuista en líneas generales, aunque con ciertas diferencias sustanciales de Biden, cuyo legado "sin parangón" ensalza. Se aprecia una orientación ligeramente más progresista o hacia la izquierda en algunos planteamientos sociales y económicos. Para ganar, Harris confía en captar a las mujeres, los negros y los latinos, tres segmentos del electorado que supuestamente se verían mejor representados por ella que por Trump. También sabe que cuenta con el voto de algunos republicanos, muy pocos, que no comulgan con el trumpismo.

En las relaciones internacionales, contempladas con enfoque multilateral y donde Harris no es ninguna novicia, la postulante demócrata promete ser firme frente a las "tiranías", perseverar en el suministro de armas a Ucrania contra la invasión rusa, mantener la cohesión de la OTAN y robustecer el "liderazgo global" de Estados Unidos apoyándose en sus aliados tradicionales. En cuanto a China, férrea rival estratégica y comercial, hay que asegurarse, señala, de que este y otros "competidores globales" jueguen la partida con Estados Unidos en "igualdad de condiciones".

Harris asume asimismo el "inequívoco" e "inquebrantable" respaldo militar a Israel en sus guerras para defenderse de los ataques del Hamás palestino y el Hezbollah libanés. Postura que para ella es compatible con los regulares —y abiertamente ignorados— llamamientos al primer ministro Netanyahu para que evite las matanzas de civiles inocentes, permita el socorro humanitario y acceda a un alto el fuego, tras lo cual israelíes y palestinos tendrían que acordar la solución de los dos estados. A lo largo de 2024, Estados Unidos ha bombardeado a los enemigos proiraníes de Israel en Siria, Irak y Yemen.

En octubre, el Gobierno estadounidense parecía más ansioso por asegurarse de que Israel no realizara un ataque de represalia contra Irán que afectara a su industria petrolera o a su capacidad nuclear civil, pues una guerra abierta entre las dos potencias de Oriente Próximo con impacto negativo en los mercados podría entrañar un súbito encarecimiento de los combustibles, no obstante ser ahora Estados Unidos un país exportador neto de energía, para perjuicio de la candidatura de Harris. Por otro lado, la incapacidad o la falta de voluntad de la Administración Biden para parar la muerte masiva de palestinos a manos del Ejército Israelí ha causado indignación en sectores de la juventud y la izquierda de Estados Unidos, además de a la comunidad árabe-americana, lo cual no favorece a los demócratas.

Harris es una abanderada de la legislación contra el cambio climático y para la transición energética (cuya pieza clave es la Inflation Reduction Act de 2022), la prohibición de la venta de fusiles de asalto, la fiscalización y limitación de la policía en aras de la llamada justicia racial, los derechos LGBTQ+ y el derecho de las mujeres al aborto seguro; en 2022, la decisión por el Tribunal Supremo de anular su interpretación de 1973 (caso Roe v. Wade) de que la Constitución amparaba la interrupción voluntaria del embarazo a nivel federal fue calificada por ella no solo de ataque a los derechos reproductivos, sino incluso de "crisis sanitaria". En su programa, Harris dedica todo un capítulo a acciones específicas de apoyo a "los hombres negros y sus familias", colectivo que considera especialmente vulnerable.

Con competencias gestoras de la crisis migratoria en la frontera mexicana como vicepresidenta y distanciada de la política de puertas abiertas, Harris, quien es hija de inmigrantes, se compromete a desatascar el proyecto de ley bipartidista de seguridad fronteriza elaborado por los líderes del Congreso pero que permanece en el vado desde las consignas de Trump a los legisladores republicanos para que bloquearan el texto. 

De adoptarse, esta legislación aunaría el endurecimiento de los requisitos para el asilo de los inmigrantes irregulares interceptados en el borde con México, cuyo número se disparó entre 2021 y 2023 (solo en diciembre de 2023 los agentes detectaron 250.000 cruces ilegales) para caer abruptamente al comenzar 2024, y el aumento de los visados de residencia por trabajo o reunificación familiar. Da la impresión de que Harris es más dura que Biden con la inmigración y de que no le acompleja regatearle argumentos a Trump en tan espinoso terreno. Otra promesa es estrangular las entradas de la droga sintética fentanilo, epicentro de la epidemia de opioides que está haciendo terribles estragos en Estados Unidos.

En el campo económico, Harris ofrece algunos otros rasgos de originalidad programática en comparación con Biden. Ella habla de una "economía de oportunidades" que salga al rescate de las clases medias y bajas, malparadas por el encarecimiento de la vida, a través de bajadas adicionales de impuestos, una subida del salario mínimo, facilidades burocráticas para la apertura de pequeños negocios y empresas innovadoras, la construcción de más vivienda asequible, más ayudas públicas para los hogares con niños, el alquiler o la adquisición de la primera casa, y medidas para abaratar los alimentos, la energía y la sanidad. "La atención médica asequible es un derecho, no un privilegio", reza el plan, que asume la necesidad de seguir aumentado las coberturas del Obamacare y de los programas federales Medicare y Medicaid

El dúo Harris-Walz promete que ningún estadounidense con rentas inferiores a los 400.000 dólares anuales, el 95% de los contribuyentes, pagará más impuestos, al tiempo que los más adinerados y las corporaciones tributarán más porque les toca pagar su "parte justa". Prevé la subida del impuesto de sociedades al 28% desde el 21% fijado por Trump (quien ahora en 2024 propugna bajarlo al 15% para las manufacturas domésticas), cuando entre 1993 y 2017 el tipo marginal superior fue del 35%. Los demócratas aducen que tras ingresar más gracias al impuesto de sociedades bajo, las grandes compañías ni han reinvertido beneficios, destinados más bien a pagar dividendos o a operaciones de autocartera de acciones, ni han subido los salarios todo lo que deberían. 

Por lo que respecta a las inversiones de capital a largo plazo, Harris no recoge la propuesta de Biden de gravar con el 39,6% las ganancias superiores al millón de dólares anuales —el presidente saliente planteó la misma retención para el tipo más alto del impuesto federal sobre la renta, actualmente del 37%, reforma fiscal esta última que Harris sí suscribe— y se conforma con saltar del 20% al 28%. Quienes ganen por inversiones de capital entre los 100.000 y el millón de dólares seguirán pagando el 20% y los que ganen menos de 100.000 dólares seguirán estando exentos de retención. Como era de esperar, comentaristas y medios ya se refieren a la Kamalanomics, que algunos tachan de "populista".

El plan de Gobierno se adhiere a la "responsabilidad fiscal" y a la lucha contra el déficit, pero los republicanos replican que los desequilibrios financieros del Gobierno Federal aumentarán por el fuerte aumento de gasto público que la "despilfarradora" Harris preconiza. Ella insiste en que es precisamente la insuficiencia de ingresos fiscales por la baja tributación de las rentas altas y empresariales, en una coyuntura de crecimiento, lo que engorda los descomunales déficit (del 6,4% del PIB) y deuda (del 123% del PIB, 36 billones de dólares, récord histórico) federales. Estudios académicos independientes concluyen que la brecha con Trump sería incluso mucho mayor. En estos momentos, la ecomomía estadounidense crece a un ritmo del 3% interanual, el quíntuple que la Eurozona, con la inflación controlada (el 2,4%, cayendo desde el crítico 9,1% alcanzado en junio de 2022) y el paro bajo (el 4,1%).

La campaña presidencial de 2024 está librándose con una crudeza verbal y unas admoniciones catastrofistas probablemente inéditas. Este tono amargo y sombrío no casa con el estilo optimista y risueño que el público conoce de la candidata demócrata. Si para Trump la "camarada" Harris pasa por "marxista", "comunista", "fascista" y "socialista" —por separado o todo a la vez— y "nació discapacitada mental", Harris no se queda atrás y, pugnaz, presenta a Trump como un hombre cada vez más "inestable y desquiciado" que no está "capacitado mentalmente" para la Presidencia, alguien que supone un "riesgo para América" y al que bien puede calificarse de "fascista". "¿Queremos vivir en un país de libertad, compasión e imperio de la ley o en un país de caos, miedo y odio?", preguntó retóricamente la vicepresidenta al arrancar su campaña presidencial en julio.

(Texto actualizado hasta 24 octubre 2024).


BIOGRAFÍA

La californiana Kamala Harris, natural de Oakland, es hija del matrimonio interracial entre el economista postkeynesiano Donald J. Harris, oriundo de Jamaica, y la nutricionista y endocrinóloga Shyamala Gopalan, emigrada de Tamil Nadu, India. Ambos poseían el título académico de doctores y alcanzaron prestigio y reconocimiento en sus respectivas áreas profesionales. Cuando Kamala tenía siete años, sus progenitores se divorciaron y ella y su hermana menor tres años menor, Maya, continuaron viviendo en Berkeley bajo el cuidado de la madre, quien además de dedicarse a la biomedicina era activista del movimiento de derechos civiles. 

Más tarde, las tres mudaron su residencia a Montreal, Canadá, donde Gopalan trabajó varios años como investigadora de oncología. La joven completó la high school en Westmount, Quebec, en 1981, tras lo cual comenzó estudios de Ciencias Políticas y Economía en la Universidad Howard de Washington, D.C. Una vez graduada en 1986 con el título de Bachelor of Arts, regresó a su estado natal para formarse como abogada en el Hastings College of the Law de la Universidad de California.

27 años de carrera judicial en la Fiscalía estatal

En 1989 Harris se cualificó como Juris Doctor y al año siguiente fue admitida en el Colegio de Abogados de California. En vez de dedicarse a la práctica privada, defendiendo a clientes en demandas civiles o acusaciones criminales, y de orientarse a casos relacionados con los derechos civiles de su comunidad, la afroamericana, la veinteañera optó por el trabajo de fiscal público. Su primer cometido en este ámbito del derecho penal fue como fiscal de distrito adjunta en el condado de Alameda. Ella, en su presentación en la web de campaña para las elecciones de 2020 como compañera de fórmula de Joe Biden y candidata a la Vicepresidencia, explicaba que en Alameda inició su "lucha en favor de las familias trabajadoras, enfocada a procesar los casos de agresión sexual a menores".

Su siguiente servicio, a partir de 1998, fue en la oficina del Fiscal del Distrito de San Francisco, Terence Hallinan, quien la reclutó para supervisar los casos por crímenes tipificados como homicidios, robos con violencia, allanamientos de vivienda y agresiones sexuales, particularmente si los acusados ya tenían historial delictivo. En 2000 Harris, parroquiana de una iglesia baptista de San Francisco, se concentró en los casos de maltrato infantil y negligencia parental circunscritos a la ciudad de San Francisco y en 2002 empezó a preparar su aspiración al puesto electivo de Fiscal del Distrito, que se sometía a votación en 2003. Contrincante de su anterior jefe, Hallinan, Harris se llevó la Fiscalía con el compromiso de lograr una mayor contundencia condenatoria en los juicios penales, sobre todo en los casos por delitos de sangre, sexuales y de violencia doméstica, y cuando los acusados fueran reincidentes.

El 8 de enero de 2004 Harris tomó posesión como la primera mujer fiscal jefe de San Francisco, ciudad y condado que arrastraban una tasa de homicidios muy superior a la media nacional, y también como el primer titular de color de la oficina. En los siete años siguientes, Harris, contraria en principio a solicitar la pena de muerte —vigente en el estado de California— para los reos de crímenes particularmente graves y partidaria, en tales casos, de la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, materializó sus promesas de conseguir que los tribunales y jurados del distrito dictaran más sentencias condenatorias por delitos violentos y de narcotráfico, y que los acusados implicados en ilegalidades con armas de fuego tuvieran que pagar fianzas más gravosas.

Además, puso en marcha un programa de reinserción educativa y laboral destinado a jóvenes delincuentes condenados por primera vez por trapichear con droga o cometer robos sin violencia, y creó una Unidad de Delitos de Odio para proteger a hijos de padres LGBT. Otra iniciativa fue su campaña para concienciar de los peligros del absentismo escolar, problema que a su entender, en tanto que antecedente personal de muchos adolescentes y adultos jóvenes que cometían delitos o eran víctimas de los mismos, debía considerarse una cuestión de seguridad pública. En particular, instó a los fiscales a solicitar castigos de multa para los padres llevados a los tribunales por despreocuparse de la escolarización de sus hijos.

Ya en noviembre de 2008, con dos años de antelación, Harris anunció su intención de presentarse a la elección del Fiscal General de California. De nuevo, se trataba de una alta oficina estatal desde siempre ocupada por hombres de raza blanca. Harris confiaba en suceder a Jerry Brown, quien se postulaba para gobernador del estado (ya lo había sido entre 1975 y 1983) y que, como ella, era miembro del Partido Demócrata. 

En junio de 2010 la fiscal jefe de San Francisco se impuso en la primaria demócrata y fue nominada para disputar con el republicano Steve Cooley, su colega del condado de Los Ángeles, la elección estatal prevista para el 2 de noviembre del mismo año. La votación dio lugar a un escrutinio embarullado y a unos resultados parciales muy ajustados, pero situando a Harris en cabeza. El 24 de noviembre, cuando Harris seguía provisionalmente primera con el 46% de los votos y sacándole menos de un punto de ventaja a su oponente republicano, Cooley decidió no prolongar más el impasse y concedió su derrota, convirtiendo a la demócrata en fiscal general electa.

Desde la Fiscalía General de California, oficina con sede en Sacramento y en la que fue inaugurada el 3 de enero de 2011, Harris reeditó varias de sus posiciones conocidas en materia de derecho penal y en la promoción de los derechos de la comunidad LGBT, y perfiló otros enfoques jurídicos dentro de su elenco de competencias en tanto que máxima responsable del correcto cumplimiento de las leyes bajo la jurisdicción del Departamento de Justicia de California. Por lo general, sus instrucciones y diligencias apuntaban al castigo sin lenitivos de las infracciones de la ley proporcionalmente a su gravedad, actitud que en algunos juicios por delitos violentos habituales fue considerada reaccionaria por la izquierda política. 

La fiscal general urgió a perseguir y procesar con todo rigor los delitos contra el medio ambiente y la seguridad pública, intensificó la coordinación judicial con México en la lucha transnacional contra los carteles de la droga y las mafias del tráfico de personas, escrutó los abusos de los grandes bancos en las ejecuciones hipotecarias y protegió los derechos de los consumidores en terrenos comerciales como la telefonía móvil y el software informático. Una de sus innovaciones en el estado fue la Unidad eCrime para la persecución de delitos por Internet. Otro posicionamiento fue su activo rechazo de la llamada Proposición 8, aprobada por los electores californianos en el referéndum de 2008 pero anulada por inconstitucional en 2013, enmienda que mantuvo un lustro congelada la legalización en el estado del matrimonio de personas del mismo sexo.

En noviembre de 2014 Harris fue reelegida para un segundo período de cuatro años frente al republicano Ronald Gold. Unos meses antes, en agosto, la fiscal general contrajo matrimonio en Santa Bárbara con Douglas (Doug) Emhoff, abogado privado de Los Ángeles especializado en litigios de la industria del entretenimiento y padre de dos hijos fruto de un anterior matrimonio, Ella y Cole, a los que Harris adoptó como hijastros. La ceremonia civil fue oficiada en el tribunal de Santa Bárbara por la propia hermana de la novia, Maya Harris, asimismo abogada.

Entrada en la política federal, mandato en el Senado y precandidatura presidencial 

Precisamente ahora, tras 24 años de ejercicio en las fiscalías de San Francisco y California, Harris consideró que había llegado el momento de dar el salto a la política legislativa federal. La ocasión se planteó con el anuncio por la veterana Barbara Boxer, senadora por California desde 1993, de su retirada del Capitolio en las elecciones de 2016. Harris lanzó su precandidatura el 13 de enero de 2015 y el 7 de junio de 2016 disputó la elección primaria estatal, que en California tenía la particularidad de integrar en un único proceso competitivo a todos los precandidatos, independientemente de su partido. De acuerdo con el sistema, la primaria definía a dos candidatos, los cuales luego volvían a enfrentarse en la elección senatorial.

Harris fue el aspirante más respaldado con el 37,9% de los votos y en segundo lugar quedó Loretta Sánchez, miembro de la Cámara de Representantes y colega del Partido Demócrata. Un nutrido elenco de postulantes republicanos, ninguno de los cuales llegó al 8% de los votos, fue eliminado. Esta ausencia de candidatura republicana para la cámara alta del Congreso de Estados Unidos, la cual se renovaba en una tercera parte cada dos años, no tenía precedentes en California. El fracaso de los republicanos en las primarias californianas de 2016 se veía magnificado por el hecho de que el otro senador del estado era igualmente una demócrata, Dianne Feinstein, en su escaño desde 1992 y cuyo mandato no tocaba renovar ahora. Dato añadido, también era demócrata el gobernador del estado, Jerry Brown, el fiscal general al que Harris había tomado el relevo en 2011.

Harris encaraba como favorita la elección legislativa del 8 de noviembre de 2016, condición que se vio reforzada tras recibir el apoyo de gran número de autoridades y cargos electos del partido, empezando por el presidente Barack Obama y el vicepresidente Joe Biden. Sin sorpresas, Harris batió a Sánchez con el 61,6% de los votos en la misma jornada que a nivel nacional resultó fausta para el Partido Republicano, pues retuvo la mayoría en las dos cámaras del Congreso y, sobre todo, vio llegar a la Presidencia a su candidato Donald Trump. El 3 de enero de 2017 Harris cesó en la Fiscalía General de California y tomó posesión como senadora júnior del estado. La prensa se apresuró a consignar que Harris, de 52 años, hacía el senador afroamericano número diez en la historia de Estados Unidos, el segundo mujer luego del registro de Carol Moseley Braun, senadora por Illinois en 1993-1999, y el primero de cualquiera de los dos sexos en California.

Como fiscal en el populoso estado de la costa oeste, Harris había buscado con ahínco el procesamiento y condena de los acusados de delitos graves y se había aplicado con celo también en casos penales concernientes al narcotráfico, los derechos de los consumidores y la salud ambiental. Sus peticiones de penas contundentes y de fianzas elevadas le habían granjeado una reputación de fiscal dura, ciertamente interesada en sacar de circulación a los delincuentes más peligrosos y de proteger a la familias de los barrios conflictivos, pero también, se opinaba desde sectores liberales y de la izquierda, poco cuidadosa con los derechos procesales de los sentados en el banquillo.

Como senadora por California en la oposición a la mayoría republicana del Congreso y la Administración Trump, Harris reeditó en el Capitolio de Washington la fama de interrogadora incisiva e implacable, de estilo "policial" según algunos, que había adquirido en los tribunales de San Francisco y Sacramento. Así se vio en las audiencias de confirmación de nombramientos para altos cargos federales y en las tensas sesiones de testificación durante la investigación del Russiagate, la presunta interferencia del Gobierno ruso en las elecciones de 2016 para favorecer a Trump, indagación legislativa en la que ella tomó parte en calidad de miembro del Comité Selecto del Senado sobre Inteligencia. 

Así, la senadora reclamó las dimisiones de los dos fiscales generales nombrados por Trump, Jeff Sessions y William Barr, y luego figuró entre los impulsores del primer impeachment contra el presidente por los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso, proceso de juicio y destitución al que la mayoría republicana del Senado dio carpetazo la absolución del mandatario en febrero de 2020 con. Como miembro de los comités del Presupuesto y de Justicia, Harris combatió las políticas fiscal y migratoria de Trump, y como integrante del Comité de Seguridad Interior examinó, con igual criterio crítico, la respuesta del Ejecutivo a la crisis de la COVID-19, declarada en febrero de 2020.

Un año antes de la calamidad sanitaria, el 21 de de enero de 2019, Harris lanzó su precandidatura demócrata a la Presidencia con el mensaje de que la democracia en Estados Unidos estaba siendo "atacada como nunca antes" desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. 

Su plataforma, calificada de centro progresista o de centro-izquierda dentro de un partido escorado a la izquierda militante por el empuje de figuras como Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y Elizabeth Warren, incluía entre otras las siguientes propuestas: una sanidad universal a través de la generalización del programa público Medicare (pero, a diferencia de la propuesta del socialista Sanders, manteniendo la opción de las aseguradoras privadas en la prestación del servicio); un alivio de impuestos a las clases medias y bajas por un total de 3 billones de dólares; facilidades tributarias para los inquilinos de vivienda alquilada; la condonación de deudas estudiantiles hasta los 20.000 dólares; y, en materia migratoria, la reactivación del programa DACA para proteger a los jóvenes dreamers de la deportación y posibilitarles la ciudadanía. Kamala encargó la dirección de su campaña a su hermana Maya.

Pese a sus habilidades oratorias y su facilidad para la sonrisa, Harris falló clamorosamente en los prolegómenos del proceso de primarias, el cual de hecho no llegó a disputar. Incapaz de meterse en el pelotón de favoritos en una carrera altamente concurrida y competitiva, la senadora decidió retirarse el 3 de diciembre de 2019, a dos meses aún del arranque oficial de las primarias, alegando falta de fondos. Siguió así los pasos de Kirsten Gillibrand, retirada el 28 de agosto, y se adelantó a los abandonos sucesivos de Marianne Williamson (10 de enero) y, ya con las primarias en marcha, las otras tres precandidatas demócratas, Amy Klobuchar (2 de marzo), Elizabeth Warren (5 de marzo) y Tulsi Gabbard (19 de marzo). Como todas ellas, Harris, el 8 de marzo de 2020, se decantó por Biden frente al izquierdista Sanders, el cual a su vez suspendió su campaña el 8 de abril.

El 11 de agosto de 2020 Biden presentó a Harris como su compañera de fórmula, definiéndola como una "luchadora audaz por el humilde y una de las mejores servidoras públicas del país". Acabaron así las especulaciones sobre las preferencias de Biden para conformar su ticket presidencial, luego de barajar los observadores hasta seis opciones: además de Harris, Biden supuestamente habría considerado a la senadora por Massachusetts Warren, a la congresista por Florida Val Demmings, a la gobernadora de Nuevo México Michelle Lujan Grisham, a la alcaldesa de Atlanta Keisha Lance Bottoms y a la ex consejera de Seguridad Nacional Susan Rice. Al parecer, Biden creía que Harris podía captar el 3 de noviembre muchos votos de los electorados femenino y negro, mientras proseguían las protestas civiles del movimiento Black Lives Matter y los disturbios violentos a raíz del asesinato en mayo de George Floyd.

Por lo demás, con la formación del tándem, Biden y Harris dejaban enterradas todas las críticas y recriminaciones, y no precisamente suaves, que se habían prodigado el año anterior. Ahora, coincidían en denunciar que Trump había dejado a Estados Unidos "por los suelos" y que el país "clamaba por liderazgo". Tras la demócrata Geraldine Ferraro en 1984 y la republicana Sarah Palin en 2008, Harris se trataba de la tercera mujer nominada por alguno de los dos partidos hegemónicos para la Vicepresidencia de Estados Unidos. Y, claro estaba, era la primera afroamericana (caribeño-americana, concretamente) en disputar esa elección. Por último, el dúo presidencial fue proclamado por la Convención Nacional Demócrata, reunida en Milwaukee, Wisconsin, el 18 y el 19 de agosto, en mitad de la segunda de las siete olas de la COVID-19 sufridas por Estados Unidos hasta 2023.

En su discurso de aceptación de la nominación, Harris instó a votar por Biden, un candidato capaz de "reunirnos a todos, negros, blancos, latinos, asiáticos, indígenas, para lograr el futuro que colectivamente queremos", y añadió: "El fracaso de liderazgo de Donald Trump ha costado vidas y sustentos (...) Somos una nación en duelo. Duelo por la pérdida de vidas, la pérdida de empleos, la pérdida de oportunidades, la pérdida de normalidad (...) Aunque este virus nos afecta a todos, seamos honestos, no es un infractor con igualdad de oportunidades. Negros, latinos e indígenas están sufriendo y muriendo de manera desproporcionada. Esto no es una coincidencia: es efecto del racismo estructural (...) Estamos en un punto de inflexión. El caos constante nos deja a la deriva. La incompetencia nos hace sentir miedo. La insensibilidad nos hace sentir solos".

Las votaciones de 2020 frente a Trump y tormenta poselectoral

El 7 de noviembre de 2020, tras cuatro días de tensión poselectoral por la lentitud y lo ajustado del escrutinio en una serie de estados clave, y por las alegaciones de fraude vertidas por Trump, Biden se impuso en Pensilvania, uno de los cinco estados que quedaban por decidir. Con ello, el candidato demócrata, pese a los conteos inconclusos de Arizona, Nevada, Georgia y Carolina del Norte, alcanzó los 270 votos electorales y técnicamente se convirtió en presidente electo de Estados Unidos, a la espera de las confirmaciones oficiales del Colegio Electoral y el Congreso. Al día siguiente, Harris publicó este mensaje en Twitter: "Aunque pueda ser la primera mujer en este cargo, no seré la última, porque cada niña que nos mira esta noche ve que este es un país de posibilidades".

Sin embargo, Trump, continuando con su retórica incendiaria, rehusó aceptar su derrota y anunció impugnaciones en los tribunales federales y estatales centradas en el voto por correo, según él groseramente manipulado. Finalmente, la fórmula Biden-Harris ganó 306 votos de 25 estados, más el Distrito de Columbia y el correspondiente al 2º Distrito de Nebraska (81.283.501 votos populares, el 51,3%); la fórmula Trump-Pence obtuvo 232 votos de 25 estados, más el correspondiente al 2º Distrito de Maine (74.223.975 populares, el 46,8%).

El 23 de noviembre Trump, aunque aferrado al no reconocimiento de su derrota tirando de bulos y de teorías de conspiración, autorizó a su Administración para que empezara a trabajar con el equipo demócrata con vistas a la transición. El 8 de diciembre la Fiscalía General de Texas presentó al Tribunal Supremo de Estados Unidos una demanda para impedir que el Colegio Electoral asumiera los votos enviados por Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, ganados todos por Biden. El 11 de diciembre el Tribunal Supremo desestimó la demanda Texas v. Pennsylvania y tres días después el Colegio Electoral de Estados Unidos ratificó la victoria de Biden y Harris con 306 votos electorales. 

El último paso, protocolario, antes de las tomas de posesión de Biden y Harris el 20 de enero de 2021 era la certificación de los votos electorales por el Congreso de Estados Unidos. En la tarde del 6 de enero, la sesión conjunta de las cámaras fue interrumpida por el asalto y ocupación del Capitolio por miles de manifestantes enardecidos, previamente arengados y espoleados por Trump y sus aliados políticos. Los congresistas hubieron de ser evacuados a la carrera hasta los sótanos del Capitolio con la custodia de agentes armados. 

Contrariamente a lo dicho en un principio, Harris no se encontraba entre los presentes durante el acto de fuerza, ya que escasas horas antes había dejado la sesión con la intención de reincorporarse a la misma en breve. Según, ella, presenció los hechos "absolutamente conmocionada", al igual que su marido Doug. En el segundo aniversario del histórico suceso, Harris iba a rememorar la algarada con las siguientes palabras: "El 6 de enero de 2021 nuestra democracia sufrió un asalto violento. Movidos por la mentira y el odio, los insurrectos invadieron el Capitolio en un intento de revertir una elección legítima. Gracias a la valentía de los agentes del orden y de los representantes del pueblo, este asalto fracasó".

Una vez desalojado el edificio por las fuerzas de seguridad con el resultado de seis muertos, los congresistas y senadores, esta vez Harris entre ellos, pudieron reanudar la sesión y, ya en la madrugada del jueves 7 de enero, certificaron los resultados electorales, no sin votarse, con resultado negativo, sendas objeciones republicanas a los votos de Arizona y Pensilvania. 

Trump, de mala gana, condenó el ataque fallido y accedió a una "transición ordenada", lo que no le ahorró la apertura el 13 de enero de un segundo proceso exprés de impeachment por el cargo de "incitación a la insurrección" y bajo un diluvio de acusaciones de haber intentando perpetrar nada menos que un "autogolpe de Estado". En cuanto al rival directo de Harris en las elecciones, Pence, se distanció ostensiblemente de su jefe político. La iniciativa de llevar al mandatario saliente a juicio al Senado, con la intención de que este le descabalgara incluso antes de la conclusión de su mandato constitucional en el plazo de una semana, fue aprobada por la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, preservada pese a la pérdida de 13 escaños en los recientes comicios.

Vicepresidenta de Estados Unidos con bajo perfil 

El 20 de enero de 2021, dos días después de darse de baja en el Senado, Kamala Harris prestó juramento en Washington como el 49º vicepresidente de Estados Unidos, la primera mujer tras 48 titulares varones (comenzando con John Adams en 1789-1797), a renglón seguido de jurar su cargo Biden y en un ambiente aún tenso pero sin incidentes.

El público, empezando por los votantes demócratas, estaba seguro de que Harris no tardaría en hacerse notar en el nuevo Gobierno por su estilo dinámico. De entrada, como presidenta ex officio del Senado, y puesto que el 5 de enero los demócratas se había llevado finalmente los dos escaños de Georgia pendientes de adjudicar e igualaban los 50 escaños idos a los republicanos (los demócratas disponían en realidad de 48 senadores, pero dos electos como independientes, Bernie Sanders y Angus King, se habían comprometido a no favorecer nunca a los republicanos), su voto de calidad permitiría deshacer en favor de su partido las votaciones legislativas que terminaran en empate. En tanto esta situación se prolongara durante la legislatura, el protagonismo legislativo de Harris parecía asegurado.

En efecto, Harris, a lo largo de su mandato, ejerció su voto de desempate nada menos que en 33 ocasiones, registro no superado por ningún vicepresidente anterior y que permitió la promulgación de piezas legales tan importantes como la American Rescue Plan Act de 2021 (el paquete de estímulos fiscales por valor de casi dos billones de dólares para acelerar la recuperación económica post-COVID) y la Inflation Reduction Act de 2022 (la macrolegislación para reducir el déficit presupuestario federal, abaratar el precio de los medicamentos recetados e invertir masivamente en las energías renovables, preferidas por Harris frente las energías fósiles y en particular frente a los hidrocarburos de esquisto o shale, extraídos mediante el fracking). El voto de calidad de Harris siguió siendo imprescindible tras las elecciones de mitad de mandato de noviembre de 2022, que dieron a los republicanos el control de la Cámara de Representantes pero no alteraron el equilibrio aritmético en el Senado.

En marzo de 2021 Biden asignó a Harris, hija de inmigrantes, la tarea de discutir con los gobiernos de México, El Salvador, Honduras y Guatemala acciones para frenar la inmigración irregular hacia la frontera mexicano-estadounidense y la elaboración de un análisis estratégico de las "causas fundamentales" del fenómeno migratorio en la región meso-centroamericana, que había adquirido dimensiones de gran crisis. 

Motejada por los republicanos de "zarina de la frontera" pese a carecer de cualquier autoridad ejecutiva en la aplicación de la ley o el orden público en el ámbito de Interior, Harris no pareció encontrarse muy cómoda en esta compleja labor, que tampoco alumbraba resultados por el momento, a la luz del fuerte incremento de las aprehensiones de migrantes indocumentados, seguidas en muchos casos de denegaciones del asilo y expulsiones en caliente. Las deportaciones por la vía expeditiva se amparaban en el Título 42, el cual invocaba la seguridad sanitaria por el riesgo de propagación del coronavirus. La derogación de esta polémica pieza legal en mayo de 2023, tres años después de implementarla la Administración Trump, no afectó a la vigencia del Título 8, que ligaba las expulsiones a un procedimiento judicial. La misión básica de Harris era conseguir la disminución de los flujos migratorios ("no vengan", dijo enfáticamente en los países centroamericanos que visitó), pero esto no sucedió en 2021, ni en 2022, ni menos aún en 2023.

En la esfera internacional, Harris sostuvo numerosos encuentros de alto nivel, pero su difusión mediática tuvo una repercusión limitada. La vicepresidenta participó en las ediciones de la Conferencias de Seguridad de Munich y sustituyó a Biden en cumbres multilaterales como las de la APEC de 2022 y de la ASEAN de 2023, amén de la Conferencia Internacional sobre Libia celebrada en París en noviembre de 2021. Sí jugó un rol diplomático algo más visible en la estrategia de apoyo integral a Ucrania y de sanciones punitivas contra la Rusia de Putin, a la que acusó de cometer "crímenes contra la humanidad". Desde octubre de 2023 Harris voceó la preocupación y el malestar de su Gobierno por la escalada guerrera de Israel en sus ataques contra Gaza, reclamando en vano un alto el fuego para aliviar la catástrofe humanitaria que se abatía sobre la población de la franja y conseguir la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás.

A lo largo de 2022 y 2023 Harris vio cómo aumentaban los comentarios periodísticos sobre su pobre rendimiento vicepresidencial y su condición de virtual desaparecida en los titulares. Ya en el verano de 2021 las encuestas de valoración de líderes arrojaron unos porcentajes de opiniones desfavorables que superaban a los favorables. El diferencial rebasó holgadamente los 10 puntos la mayor parte del tiempo y al comenzar 2024 las desaprobaciones tomaron una ventaja de 18 puntos. La aureola de mujer carismática y empática, intensamente sonriente en toda circunstancia y lugar donde tuviera que comparecer, se había disipado a fuerza de colocarse fuera de foco. Su telegenia se mantenía intacta, pero su visibilidad era menor que la de los conmilitones más conocidos del Congreso. Este menoscabo personal de Harris, en apariencia irremisible, no podía sino crear una gran decepción en las filas demócratas.

Sustitución apresurada de Biden para batirse con Trump en las presidenciales de 2024

La hipótesis, barajada en 2020 sin ningún indicio sólido, de que en la próxima elección presidencial Harris sería la alternativa demócrata del provecto Biden, quien iría delegando en ella responsabilidades gradualmente, no terminaba de convencer. El perfil laboral y mediático de la vicepresidenta era decididamente bajo. Biden mismo se encargó de zanjar las especulaciones el 25 de abril de 2023. Ese día, el presidente anunció su intención de presentarse a las próximas primarias demócratas y conseguir su segunda nominación. Se consideraba capaz de ganar las elecciones de 2024 y luego gobernar el país cuatro años más. Harris, añadió el mandatario, sería de nuevo su running mate, papel secundario que la interesada confirmó al punto.

Biden, con 81 años cumplidos en noviembre de 2023 y una lista de despistes y patinazos verbales que empezaba a ser larga y suscitaba interrogantes sobre su salud física y mental, inició el 23 de enero de 2024 el proceso de primarias sin contestación interna de entidad. Robert F. Kennedy Jr., hijo de Robert Kennedy y sobrino de John F. Kennedy, había anunciado su entrada en campaña el 19 de abril, pero el 9 de octubre se había apeado de la misma. Esta retirada dejó a Biden frente a tres rivales, ninguno de peso: el congresista por Minnesota Dean Phillips, la texana Marianne Williamson y el samoano Jason Palmer. Phillips abandonó las primarias el 6 de marzo tras ganar cuatro delegados y Palmer le siguió el 15 de mayo con solo tres delegados en su cuenta. En cuanto a Williamson, no sacó ningún delegado y suspendió tres veces su campaña, de manera definitiva el 29 de julio.

Biden copó prácticamente todos los delegados de la Convención Nacional Demócrata, 3.905, correspondientes al 87,1% del voto popular, y el 8 de junio la primera parte del proceso llegó a su fin con la victoria incontestable del aspirante reeleccionista en los caucuses de Guam e Islas Vírgenes. Las primarias habían sido un sencillo paseo para él, pero Biden, a golpe de tropiezos ante el micrófono, no hacía más que intensificar la inquietud por su estado de salud y su nivel de preparación para el trajín proselitista en ciernes. Las peticiones de que se retirara y cediera la candidatura a otro se amontonaban. La gota que colmó la alarma demócrata fue el primer debate televisado con Trump el 27 de junio en Atlanta, cara a cara en el que Biden tuvo una actuación desastrosa y dio una imagen lamentable de anciano que ya no coordinaba bien y perdía el hilo discursivo. Un mal día sin duda, pero susceptible de repetirse. 

Mientras las encuestas subrayaban la ventaja de Trump en torno a los tres puntos, Biden, arropado por su familia, siguió insistiendo en que estaba resuelto a seguir adelante, rechazando airado las imploraciones para que dejara el camino libre a la nominación de un sustituto de urgencia. En medio del clamor general del partido y de la prensa y la intelectualidad liberal-progresistas, Harris guardaba un respetuoso silencio. El 13 de julio Trump, al que la avalancha de procesos y juicios por multitud de causas penales y civiles no impedía competir en las urnas, sufrió un aparatoso intento de asesinato en Pensilvania.

El 21 de julio de 2024, finalmente, Biden salió a anunciar que, "en el mejor interés de mi partido y del país", ponía fin a su campaña y pidió a los demócratas que apoyaran a Harris en su lugar. Al día siguiente, la vicepresidenta, desde el césped de la Casa Blanca, rindió tributo a la "honestidad" y la "integridad" de Biden, quien seguía siendo el presidente hasta el 20 de enero de 2025, e implícitamente dio el banderazo de salida a su carrera presidencial. Esta tuvo un desarrollo vertiginoso, entre el entusiasmo renacido de los militantes demócratas, antes sumidos en la angustia o en la resignación, a ver regresar a Trump al poder el 5 de noviembre. Figuras como Jimmy Carter, Bill y Hillary Clinton, Barack y Michelle Obama, Al Gore, Nancy Pelosi y —en estos casos por el Partido Republicano— Dick Cheney y su hija Liz Cheney salieron a pedir el voto para Harris. Mientras, la recaudación de fondos de campaña se disparaba, superando con creces la de Trump.

Sin solución de continuidad tras el anuncio de Biden, Harris supo que ya disponía del apoyo de suficientes delegados, 1.976 al menos, para asegurarse la nominación por la Convención Nacional Demócrata, a celebrar a cabo de un mes en Chicago. En su mitin inaugural en Delaware, la candidata in péctore prometió poner todo su empeño en "unir el partido, unir la nación y derrotar a Donald Trump en noviembre". El 5 de agosto concluyó una ronda de votación en línea por parte de los delegados de la Convención Nacional Demócrata: el partido comunicó que el 99% de los compromisarios habían votado por Harris. Al día siguiente, ella anunció que su compañero de fórmula era Tim Walz, el gobernador de Minnesota, al que se adjudicaban credenciales marcadamente progresistas.

El 22 de agosto, en el cuarto y último día de la Convención de Chicago, Harris aceptó ritualmente la nominación presidencial por su partido. En su discurso, la candidata afirmó que: "Con estas elecciones, nuestra nación tiene una oportunidad preciosa y fugaz de dejar atrás la amargura, el cinismo y las batallas divisorias del pasado. Una oportunidad de trazar un nuevo camino hacia adelante, no como miembros de un partido o facción, sino como estadounidenses". 

Harris habló de bajar impuestos a la clase media en aras de una "economía de oportunidades", se comprometió a reactivar el proyecto de ley bipartidista de seguridad fronteriza elaborado por los líderes del Congreso, aludió con tono crítico al reciente dictamen de la Corte Suprema favorable a la inmunidad legal de Trump y advirtió que si el ex presidente derechista volviese al Despacho Oval las libertades básicas de los estadounidenses correrían peligro, tanto como la cobertura sanitaria pública o la Seguridad Social. En cuanto a la política exterior, ella nunca flaquearía "en la defensa de la seguridad y los ideales de Estados Unidos, porque en la lucha permanente entre la democracia y la tiranía, sé cuál es mi posición y cuál es el lugar que le corresponde a los Estados Unidos de América", manifestó. El 10 de septiembre estaba previsto el primer debate con Trump.

Kamala Harris es doctora honorífica en Derecho por la Universidad del Sur de California (2015) y en Humanidades por la Universidad Howard de Washington, D.C. (2017). En 2005 recibió el Thurgood Marshall Award de la National Black Prosecutors Association (NBPA). Ha publicado dos ensayos encuadrados en sus trayectorias judicial y política, Smart on Crime: A Career Prosecutor's Plan to Make Us Safer (2009) y The Truths We Hold: An American Journey (2019). Además, es autora del texto del libro ilustrado para niños Superheroes Are Everywhere (2019).

(Cobertura informativa hasta 1/9/2024).

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