Andy Burnham

En 2017, tras un recorrido de 16 años en la política nacional como parlamentario y miembro de los Gobiernos laboristas, Andy Burnham se convirtió en el primer alcalde por elección directa del Gran Manchester, tradicional plaza fuerte de su formación en el norte de Inglaterra. Su desembarco en la política local con un programa centrado en la regeneración urbana y la solución del problema de las personas sin techo llegó cuando ya era una de las principales personalidades de Partido Laborista, cuyo liderazgo disputó en las elecciones internas de 2010 y 2015: la primera vez, de resultas de la renuncia de Gordon Brown, de cuyo Gabinete había sido ministro de Salud, perdió frente a Ed Miliband; en el segundo intento, con más apoyos, fue derrotado por Jeremy Corbyn

A lo largo de su carrera, Burnham se ha descrito como un socialista que cree en la redistribución de la renta con un sistema impositivo más progresivo, el gasto del Gobierno en el estado del bienestar y el cierre del sector público a los procesos de privatización. También, se define como un feminista partidario de incluir la misoginia entre los crímenes de odio y como un firme defensor de las reclamaciones del colectivo LGBT. El alcalde metropolitano ha acompañado su gestión "para las comunidades" de críticas al "londoncentrismo" de la política inglesa y británica, y de constantes quejas por el estancamiento del proceso de Devolution, la transferencia de poderes desde el Gobierno central a las denominadas Autoridades Combinadas, de las que el Gran Manchester (GMCA) fue la primera en constituirse, en 2011. Los seis acuerdos de Devolution entre Londres y Manchester fueron suscritos entre 2014 y 2017.

En Inglaterra funciona un complejo sistema de organización territorial que, a diferencia de otros países europeos, no dota de competencias a las regiones (aquí, meras subdivisiones geográficas con fines estadísticos y, en escasa medida, administrativos), pero sí a las Autoridades Combinadas, reguladas por la Local Democracy, Economic Development and Construction Act 2009 y que en la actualidad son una decena. Estas entidades subregionales comprenden varios distritos o municipios vecinos, del mismo o de diferentes condados, que optan por integrarse para gestionar mancomunadamente el transporte, la planificación espacial, el desarrollo económico y la inversión social en zonas de intervención prioritaria. En su órgano de gobierno se sientan los coloquialmente llamados metro mayors, en calidad de presidentes del mismo, y los ediles representantes de cada distrito, quienes delegan a la autoridad combinada parte de su autoridad local en ámbitos tales como la movilidad, la gestión de residuos, la vivienda o la policía. Las Autoridades Combinadas elaboran presupuestos propios en capítulos específicos, tienen alguna potestad tributaria y hasta el Brexit podían pedir directamente préstamos a las instituciones de crédito de la UE. Prácticamente todas las grandes ciudades inglesas (Birmingham, Leeds, Sheffield, Bradford, Liverpool, Bristol, etc.) caen en alguna Autoridad Combinada. Aparte está, con un estatus especial, la Autoridad del Gran Londres (GLA). 

En el caso del Gran Manchester, con 2,8 millones de habitantes, la Autoridad Combinada opera en un condado metropolitano conformado por la ciudad de Manchester propiamente dicha, que es la sexta urbe de Inglaterra, y otros nueve distritos metropolitanos. La ciudad de Manchester tiene su propio alcalde, aunque se trata de un puesto ceremonial. Los verdaderos cabezas políticos locales con la jefa del Ejecutivo, Joanne Roney, y Richard Leese, el líder del Consejo Municipal, donde los laboristas tienen 94 de los 96 asientos. Leese, además, es el teniente de alcalde de la GMCA y el responsible de su área de Sanidad. El modelo de alcaldía metropolitana no se ha implementado en Escocia, Gales e Irlanda del Norte.

En mayo de 2021 Burnham fue reelegido en la dirección de la GMCA con un aplastante 67% de los votos, cuatro puntos más que en 2017, si bien la abstención siguió siendo muy elevada. En su manifiesto electoral, el alcalde exponía sus planes para seguir mejorando la red de transporte público, la oferta de vivienda y las oportunidades laborales de calidad. En el primer terreno, Burnham destacaba su impactante decisión de devolver al control público, tras 35 años de administración privada, los autobuses urbanos de Manchester, y prometía rematar sus proyectos de una Clean Air Zone estanca al tráfico contaminante de autobuses, camiones y furgonetas, y de la Bee Network, la más vasta red de rutas pedestres y ciclovías del Reino Unido. El condado quiere llegar a la neutralidad carbónica en 2038, 12 años antes que el conjunto del Reino Unido. El manifiesto hablaba también de construir 50.000 viviendas asequibles, 30.000 de ellas generadoras de cero emisiones y reservadas al alquiler social, y de incrementar la plantilla del cuerpo de Policía local para abordar el problema de los muchos delitos comunes que quedan impunes porque ni siquiera se investigan. 

El Gran Manchester, metrópoli de contrastes y otrora símbolo de la Revolución Industrial, sigue siendo el segundo motor económico del Reino Unido gracias al auge de las TIC y los servicios digitales, pero ya antes de la COVID-19 su índice de paro superaba la media nacional. Además, su mapa de renta por barrios es marcadamente desigual. Estos lastres estructurales pesaban en el enfoque del alcalde Burnham cuando en octubre de 2020, al declararse la segunda ola de la pandemia, entró en conflicto abierto con el Gobierno conservador de Boris Johnson. Entonces, la GMCA, con una incidencia muy elevada de infecciones, abanderó el rechazo de varias corporaciones locales del norte a la vuelta a los cierres obligatorios en la hostelería y a la implantación en Inglaterra del nuevo sistema, al poco revocado dada su inefectividad, de los tres niveles de alerta por coronavirus, el más severo de los cuales, el tier 3, le tocaba a Manchester. El alcalde exigió a Londres un paquete adicional de 65 millones de libras, fondo enmarcado por él en un nuevo impulso a la Devolution, para paliar los efectos de las restricciones en el trabajo de autónomos y asalariados. 

Más recientemente, en junio de 2021, Burnham recriminó a la ministra principal de Escocia, la independentista Nicola Sturgeon, su anuncio de prohibir los viajes no esenciales a la lindante Manchester ante el fuerte repunte de los contagios por la variante Delta en el Noroeste de Inglaterra. También esta medida fue rápidamente cancelada. De paso, instó al Gobierno Johnson a suministrar más vacunas a su región. Por todas estas reivindicaciones, Burnham, al que muchos ven una alternativa a Keir Starmer si su liderazgo no saca al Partido Laborista de la oposición en Westminster, ha recibido en los medios británicos el mote de Rey del Norte.

(Texto actualizado hasta julio 2021)


Contrariamente a la pauta habitual, Andy Burnham desembarcó en la política municipal después, no antes, de desarrollar una estimable carrera en la política nacional, donde alcanzó puestos de relieve. Natural de Meyerside, condado metropolitano vecino de Manchester y que incluye la ciudad de Liverpool, se educó en escuelas públicas y obtuvo una graduación en Inglés por el Fitzwilliam College de la Universidad de Cambridge. En la década de los noventa trabajó de asistente y asesor para el grupo parlamentario del Partido Laborista en la Cámara de los Comunes y en el equipo de Chris Smith, secretario de Estado para la Cultura, los Medios y el Deporte del Gobierno de Tony Blair.

En junio de 2001, a los 31 años, Burnham salió elegido miembro del Parlamento británico por Leigh, circunscripción del Gran Manchester y una de las plazas consideradas seguras para los laboristas en este populoso condado metropolitano del nordeste de Inglaterra. Aunque militante del laborismo desde adolescente, su candidatura corrió por cuenta de la alianza permanente entre el Partido Laborista y el Partido Cooperativo, pequeña agrupación de orientación socialdemócrata con casi un siglo de historia. En esta su primera legislatura nacional, Burnham estuvo adscrito al Comité Selecto de Atención Sanitaria y Social. Luego, desde 2003, fungió de secretario privado parlamentario del secretario (ministro) del Interior, David Blunkett, y de la secretaria de Educación, Ruth Kelly. 

Con la tercera victoria consecutiva del partido en las votaciones generales de mayo de 2005, Burnham, reelegido por Leigh, fue nombrado por Blair para un puesto en el Gobierno, la Subsecretaría de Estado del Departamento del Interior, encabezado por Charles Clarke. Su principal cometido aquí era poner en marcha el polémico sistema, inédito en el Reino Unido, de los carnés nacionales de identidad, novedad que topó con múltiples problemas desde el primer momento y que acabaría siendo abandonada cuando los conservadores regresaron al Gobierno en 2010. En mayo de 2006 Blair promovió a Burnham a ministro de Estado en el Departamento de Salud, colocándole ahora a las órdenes de la secretaria Patricia Hewitt. En junio de 2007 Blair cedió el liderazgo a Gordon Brown y el nuevo primer ministro confirió a Burnham el puesto de secretario jefe del Tesoro, departamento hasta ahora mandado por Brown y en adelante por Alistair Darling. Aunque la Secretaría Jefe del Tesoro estaba jerárquicamente supeditada al Primer Lord del Tesoro y al Canciller del Exchequer (el ministro Darling), su titular tenía el rango de miembro del Gabinete.

La apretada secuencia de responsabilidades gubernamentales de Burnham prosiguió con los nombramientos como secretario de Estado (ministro) para la Cultura, los Medios y el Deporte, en enero de 2008, y secretario de Estado de Salud, en junio de 2009. Desde este último e importante ministerio, Burnham dejó patente su rechazo a profundizar el esquema de externalizaciones y cogestión público-privada de algunas provisiones del Servicio Nacional de Salud (NHS). La etapa, corta pero intensa, en el Gobierno británico tocó a su fin en mayo de 2010, momento en que el Partido Conservador, ganador de las elecciones generales, volvió al 10 de Downing Street con David Cameron. Burnham continuó en la primera línea de la política desde Westminster, como miembro del Shadow Cabinet laborista en la oposición al Gobierno Cameron, de coalición entre conservadores y liberales. Su cartera en el Frontbench de los Comunes siguió siendo la de Sanidad. 

Además, presentó su candidatura a suceder al dimitido Brown en el liderazgo del partido. Su manifiesto, guiado por el concepto de "socialismo aspiracional", hablaba de reconectar con el ciudadano de a pie, de revitalizar el laborismo y de acometer una "reforma radical" del sistema tributario sobre la base de un nuevo impuesto sobre la propiedad de la tierra. Aunque se esforzó en presentarse como un postulante con sólidas ideas y novedosos planteamientos, Burnham no convenció a la mayoría y cayó eliminado en la segunda de las cuatro rondas de votaciones efectuadas por los diputados de Westminster, los diputados del Parlamento Europeo, los militantes y los afiliados al partido. Con solo un 8,7% de las preferencias, quedó cuarto, por detrás de Ed Balls, el secretario de Estado en la sombra para la Educación, y los hermanos David y Ed Miliband, responsables respectivamente de las áreas de Exteriores y de Energía en el Shadow Cabinet; el 25 de septiembre la Conferencia laborista en Manchester anunció que el ganador de la elección interna había sido Ed Miliband.

Miliband movió a Burnham a la condición de secretario en la sombra para la Educación, sustituyendo a Ed Balls, pero justo un año después, en octubre de 2011, volvió a confiarle el área de Salud, de la que ya no se separó hasta el final de la legislatura. De nuevo, un varapalo electoral, el cosechado en las generales de mayo de 2015, empujó al líder laborista de turno a la dimisión y puso sobre la mesa las ambiciones de Burnham. A diferencia de la tentativa de 2010, el ex ministro parecía contar con más apoyos de partid, y de hecho las encuestas empezaron siéndole favorables. Su manifiesto para esta ocasión incidía en el rechazo a la austeridad fiscal, una mayor progresividad tributaria centrada en las rentas más altas, la subida del salario mínimo, la integración del sistema de ayudas sociales en el NHS, soluciones municipalizadas para la crisis de la vivienda de alquiler y, punto especialmente llamativo, la renacionalización de los ferrocarriles británicos, privatizados por el Gobierno conservador en 1997. Los comentaristas apreciaron que la plataforma de Burnham se situaba algo más a la izquierda que el discurso del cesante Miliband.

Sin embargo, la competición interna se la metió en el bolsillo el veterano diputado por Islington North Jeremy Corbyn, procedente del campo sindical y exponente del ala ultraizquierdista del laborismo, cuyos planteamientos, adheridos al socialismo democrático e implícitamente al anticapitalismo, chocaban frontalmente con el establishment del partido. Impulsado por unas bases radicalizadas ansiosas de un drástico viraje a la izquierda, Corbyn dominó las encuestas y el 12 de septiembre de 2015 fue proclamado vencedor con el 59,5% de los votos. Segundo en la única votación quedó, superando a sus colegas del Shadow Cabinet Yvette Cooper y Liz Kendall, Burnham, al que fueron el 19% de los apoyos. Al diputado por Leigh no le sirvió de nada ser el candidato que más nominaciones, 68 (frente a las 36 de Corbyn), recibió del laborismo parlamentario.

Burnham, que ya iba por su cuarto mandato en los Comunes, aceptó el nombramiento de secretario en la sombra del Interior en el primer Shadow Cabinet de Corbyn. Sin embargo, su interés empezó a derivar hacia la política local, concretamente el gobierno del Gran Manchester, el condado metropolitano y autoridad combinada que comprendía la ciudad de Manchester propiamente dicha y otros nueve distritos o municipios (boroughs) metropolitanos vecinos, los de Salford, Bolton, Bury, Oldham, Rochdale, Stockport, Tameside, Trafford y Wigan. 

El 18 de mayo de 2016 el diputado lanzó su postulación a alcalde del Gran Manchester, proclamada por el partido en agosto, y el 6 de octubre cedió su puesto en el Shadow Cabinet laborista a Diane Abbott. En las elecciones locales del 4 de mayo de 2017, disputadas un mes antes que las generales (a su vez adelantadas por la primera ministra conservadora Theresa May en medio de las inciertas negociaciones con la UE para materializar el Brexit aprobado en el referéndum de 2016), Burnham, sin sorpresas al tratarse el Gran Manchester de uno de los más sólidos bastiones que los laboristas tenían en Inglaterra, se llevó la alcaldía metropolitana con un aplastante 63,4% de los votos. Sus contrincantes conservador, Sean Anstee, y liberaldemócrata, Jane Brophy, recibieron el 22,7% y el 6,1%, respectivamente. Su candidatura, conjunta con el Partido Cooperativo y basada en la promesa de acabar con los casos más agudos de precariedad social (las personas sin hogar que vivían en la calle), arrolló igualmente en cada uno de los diez municipios de la Autoridad Combinada del Gran Manchester (GMCA), establecida en 2011. La participación, eso sí, fue bajísima: no llegó al 30% del censo. El puesto de alcalde de la GMCA solo llevaba funcionando desde 2015 y esta era la primera elección directa de su titular. En el período interino, la oficina venía siendo ocupada por Tony Lloyd, de quien Burnham recogió el testigo el 8 de mayo, una vez entregada su acta parlamentaria en Westminster.

Andy Burnham y su esposa, la holandesa Marie-France van Heel, son padres de tres hijos.