Una Cumbre Iberoamericana marcada por las ausencias

La XXIX Cumbre Iberoamericana ha estado marcada por las ausencias de muchos mandatarios, entre ellos la del presidente del gobierno. Aun así, mandatarios de 22 países iberoamericanos con claras diferencias políticas no han dejado que esta cita muera desde que se creó en 1991. La cara visible es su presencia y sus encuentros, pero ¿qué saca el ciudadano de estas cumbres? “En un principio, esa parte política, esa parte de construcción de la democracia y de crear lazos entre las naciones, era la más importante. Pero siempre había en paralelo toda la construcción de la cooperación iberoamericana”, explica Anna Ayuso, investigadora sénior de CIDOB. Una cooperación que se traduce en programas tecnológicos, movilidad estudiantil, protección de pueblos indígenas o convenios como el de la seguridad social para proteger a los trabajadores. Logros que están por encima de las desavenencias o las ausencias de jefes de estado, como es el caso este año, entre otros, de la presidenta de México. “No había la jefa de Estado, pero sí envió un representante, y lo envió incluso con propuestas, es decir que hay una puesta en valor de que más allá de la Cumbre o de las relaciones entre gobiernos hay unas relaciones que merece la pena continuar”, explica Ayuso.  

 

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