Y sí, también nos olvidamos de Afganistán

A pocos días de que se cumpla el tercer aniversario de la toma de Kabul por parte de los talibanes, las potencias de Occidente que tantos esfuerzos invirtieron en el país parecen ahora darlo por perdido. Mientras, la población afgana ve cómo el régimen fundamentalista se asienta en el poder, las dificultades para sobrevivir se acumulan y les resulta casi imposible imaginar un futuro mejor sin tener que huir. El investigador afgano asociado del instituto CIDOB, Malaiz Daud, señala que la comunidad internacional tiene dos intereses principales: frenar la emigración y desactivar cualquier amenaza de atentado terrorista proveniente del país, como el que sucedió en un teatro de Moscú el pasado marzo. Para ello, según Daud, la comunidad internacional “mantiene abiertos los canales diplomáticos y de inteligencia” y “no tiene problemas en integrar al gobierno talibán en las organizaciones internacionales”. Este especialista en procesos de paz y recuperación tras conflicto cita el ejemplo de Alemania, que se ha planteado acordar con el gobierno talibán deportaciones desde su país a nacionales afganos que hayan cometido algún delito o que la policía alemana considere peligrosos. 

 

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