Después de las elecciones: ¿más o menos Europa?
La construcción europea es la historia de la cesión gradual de soberanía estatal a una entidad supranacional. Sin embargo, este proceso de integración ha tenido acelerones y frenazos, y los momentos de crisis han puesto en entredicho esta lógica de una unión cada vez más estrecha. A pesar de esto, muchas de ellas se han saldado con más integración (Schimmelfennig, 2024). En la práctica, la cesión de soberanía ha permitido a los europeos afrontar retos comunes como bloque en un mundo cada vez más competitivo donde, por si solos, los estados miembros no tendrían la misma capacidad para hacer valer sus intereses y moldearlo según sus reglas. Tal como dice la máxima, solo hay dos tipos de países europeos: los pequeños y los que aún no se han dado cuenta de que lo son.
Sin embargo, las elecciones al Parlamento Europeo del mes de junio pueden romper con esta lógica integradora. No por efectos de una crisis (votar, en democracia, nunca lo es), sino porque las fuerzas políticas que se percibirán como ganadoras tras los comicios son reacias a seguir optando por la cesión de competencias, y porque no comparten la lógica de cooperación supranacional como ideal que guía a la Unión Europea (UE).
Bruselas, la capital comunitaria ¾chivo expiatorio habitual de los problemas de los estados miembros, como si éstos nada tuvieran que ver con las decisiones que allí se toman¾, se ha erigido en el símbolo de una Unión percibida como un superpoder regulatorio a lo largo de sus más de 70 años de historia. Y ciertas fuerzas políticas, que han convertido esta imagen de Bruselas en uno de sus enemigos acérrimos (Enzensberger, 2014), pueden salir reforzadas en las urnas de las próximas elecciones europeas de junio.
Las encuestas de intención de voto señalan a los dos grupos parlamentarios de derecha radical y extrema derecha como los que obtendrán relativamente mejores resultados, apuntando incluso a cuotas históricas. Según estos sondeos publicados, Identidad y Democracia (ID) podría llegar a ser el tercer grupo más numeroso de la Eurocámara por primera vez en su historia; y los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) se disputarían la cuarta plaza con los liberales. Con estos resultados, la idea misma de la UE y su manera de funcionar estarían en juego
¿Cesión o recuperación de soberanía?
La cuestión de cuánta soberanía deben conservan o recuperar los estados miembros de la UE y cuánta debe seguir trasladándose a las instituciones comunitarias es una línea divisoria entre familias políticas. De izquierda a derecha, esta es la visión de los partidos y grupos políticos europeos:
El Partido de la Izquierda Europea (PEL por sus siglas en inglés), que agrupa a las formaciones de izquierda radical, no se opone a ceder más soberanía a la Unión, aunque plantee una UE distinta. En su manifiesto aboga por extender los poderes de la Unión Europea en áreas sensibles como la fiscalidad y la regulación de la IA, y propone un instrumento permanente de inversiones, o una regulación común sobre derechos laborales. La Izquierda Europea se remite a las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa (CoFoE) respecto a la revisión de los tratados para hacer una unión más democrática, transparente, que rinda cuentas, y esté cohesionada socialmente. Incluso pide el derecho de la Eurocámara a tener iniciativa legislativa.
Por su parte, el manifiesto electoral de Los Verdes defiende que la Unión Europea es el nivel clave para la política climática y ambiental. Piden una Europa democrática, feminista y que defienda derechos humanos y, por ello, exigen también una UE diferente: una Unión federal con mayores poderes. Los Verdes también citan la CoFoE como fuente de legitimidad.
El Partido Socialista Europeo defiende la necesidad de fortalecer las competencias de la UE y así lo menciona ya en el primer punto de su manifiesto cuando piden la total implementación del Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales o el refuerzo de la Autoridad Laboral Europea. Otras propuestas de este grupo que implicarían ceder más competencias incluirían un instrumento europeo de inversión permanente o incrementar el apoyo de la UE a los estados miembros para combatir el desempleo. Las fuerzas políticas de la familia del PSE apoyan la ampliación y para ello defienden reformar la UE, con cambios de tratados específicos que empoderen al Parlamento y a la Comisión, aunque no se menciona específicamente dar iniciativa legislativa a la Eurocámara ni una reforma total de tratados, ni tampoco acuden a la CoFoE como fuente de legitimidad.
Los partidos políticos agrupados en Renew, como se pasó a denominar el grupo de los liberales en el Parlamento Europeo después de las elecciones de 2019, han fijado su posición a través del manifiesto de la Alianza de los Liberales y Demócratas para Europa (ALDE), el partido al que pertenecen la mayoría de fuerzas de Renew. Los liberales incluyen en su manifiesto la necesidad de reformar la UE en línea con las conclusiones de la CoFoE, piden reabrir los tratados y convertir la Comisión Europea en un verdadero organismo de liderazgo político, además de poder introducir listas transnacionales.
Por su parte, el Partido Popular Europeo se presenta como un «puente» entre los que se consideran «ciudadanos globales sin raíces» y los que quieren refugiarse tras un «egoísmo nacionalista». Su manifiesto apela continuamente al lema de la UE, Unidos en la diversidad, para afianzarse en este papel. El PPE atribuye a los partidos a su izquierda (socialistas, verdes y liberales) la pérdida, en ocasiones, de la visión estratégica a largo plazo en el proyecto de construcción europea; pero los distingue de los partidos populistas de derechas a quienes acusa directamente de querer destruir la Europa de hoy. El PPE defiende una UE fuerte y efectiva. Pero, frente al dilema sobre continuar hacia una unión cada vez más estrecha o devolver competencias a los estados, los conservadores hacen equilibrios. No mencionan la CoFoE, pero admiten que la Unión debe reforzar sus instituciones para ser capaz de actuar de forma más eficiente, fuerte y democrática. A la vez, defienden revisar qué competencias podrían ser devueltas a los estados miembros en un guiño a los partidos del CRE. A tal efecto, proponen una nueva Convención Europea para, potencialmente, mejorar los tratados.
El grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) ya defendía en su Declaración de Praga (2013) la importancia de la integridad de la soberanía nacional frente al federalismo de la UE, y de poner fin al despilfarro y la burocracia excesiva en todo lo relacionado con la Unión. Una década más tarde, en la Declaración de Reikiavik (2023), los partidos de esta alianza de derecha radical especifican que la Europa en la que creen es una unión de «naciones independientes» que, a pesar de cooperar, «mantienen su identidad e integridad». Es decir, prefieren que el ejercicio de poder resida en los estados antes que en cualquier autoridad supranacional. Su manifiesto para las elecciones se basa en la misma idea de que debe salvaguardarse la soberanía nacional y que no procede una “centralización de poder innecesaria en Bruselas”. Esto significa que para ellos la cooperación en Europa es preferible cuando sucede entre estados soberanos antes que en el marco de una autoridad supranacional a la que se han delegado competencias.
Identidad y Democracia renunció a aprobar un manifiesto para las elecciones de junio de 2024. En el encuentro del partido, en noviembre del año pasado, Marine Le Pen afirmó que la UE es una creación reciente, artificial e ideologizada frente a una Europa de naciones que ha existido por milenios. En la declaración de Amberes (2023), lo más parecido a un programa electoral, los partidos del ID critican que, desde el Brexit, existe una aceleración en la UE para reemplazar a los estados miembros por un estado unitario, y acusan a la Unión de aprovechar cada crisis para profundizar en su plan de más integración. A la luz de estos acontecimientos, ID se opone a cualquier cesión de soberanía futura defendiendo que la única cooperación entre naciones a la que están dispuestos a llegar es aquella en la que pueblos y estados miembros conserven sus derechos; y llama a la devolución de poderes hacia los estados.
Aunque es improbable que durante la campaña electoral se discuta qué competencias específicas podrían ser devueltas a los estados miembros y en qué condiciones, es más previsible, en cambio, que los partidos favorables a continuar, cada uno con sus matices, con la integración europea acusen a los que no lo están de querer torpedear a la Unión atentando contra su propósito de cooperación supranacional, tal como apuntan socialistas, populares, izquierda y verdes. Mientras tanto, los partidos de derecha radical y nacional-conservadores integrados en el CRE y el ID se defenderán proclamándose patriotas y verterán acusaciones contra el «marxismo cultural» y el globalismo, arropados por un frente «nacional conservador» transatlántico que parece haber hecho de Budapest su nueva Meca (The Economist, 2024).
¿Fracturas o pragmatismo a la derecha del PPE?
El apoyo o no a la integración europea es una línea divisoria profunda entre los grupos parlamentarios y los partidos europeos. En general, las fuerzas que se sientan en las bancadas del CRE y el ID son reacias a seguir cediendo soberanía nacional a un ente supranacional al que consideran uniformador. Sin embargo, existen diferencias entre ambos grupos, así como en la percepción que tienen de ellos las familias mayoritarias de la Eurocámara. La relación del PPE con la primera ministra italiana Giorgia Meloni, ejerciendo de atlantista pragmática, así lo certifica.
El PPE está haciendo equilibrios acercándose a los Conservadores y Reformistas Europeos pero rechazando, a su vez, a aquellas fuerzas que califica de «amigos de Putin», en palabras de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Las encuestas apuntan que la actual jefa del ejecutivo comunitario podría necesitar del apoyo de Meloni y de la familia política que preside para revalidar el cargo. Quizás por eso Von der Leyen visitó Italia varias veces en el último tramo de su legislatura, viajó acompañada de Meloni (y del primer ministro neerlandés, Mark Rutte) a Túnez para cerrar un pacto bajo la fórmula Team Europe que ayudase a reducir las llegadas de inmigrantes a las costas italianas, y ha asumido algunos puntos del discurso de la primera ministra italiana. Von der Leyen se ha melonizado (de Benedetti, 2023) y, a su vez, los partidos del CRE también han apostado por aproximarse al PPE (Pascale y Griera, 2023) para poder ser más influyentes y tejer alianzas a nivel europeo. Una estrategia que el líder del PPE, Manfred Webber, ya señaló como deseable en el contexto de las elecciones italianas en 2022 (Sánchez Margalef, 2022). Los partidos del CRE han abandonado la idea de salir de la UE porque obtienen beneficios sustanciales con su pertenencia a la Unión, como la obtención de fondos, y han apuntalado su relato de socios fiables en las votaciones sobre asuntos de política exterior y de seguridad en el Parlamento Europeo (Becker y Von Ondarza, 2024) en temas especialmente sensibles en el contexto actual como la guerra en Ucrania.
En cambio, según Becker y Von Ondarza (2024) los «amigos de Putin» a los que se refería Von der Leyen serían los partidos que conforman el ID. Aunque estas fuerzas políticas también han modulado su tentación de abandonar la UE, en parte por intereses electorales, todavía muestran distintos grados de vehemencia euroescéptica en sus discursos. Mientras Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, omitió explícitamente la opción de salir de la UE en su programa electoral nacional de 2022 porque podía restarle votos (Wright, 2022), Alternativa para Alemania, en cambio, ha sido más explícita reivindicando el modelo del Brexit (Chazan, 2024) sin que sus opciones de ser influentes a corto plazo se vean afectadas en ninguno de los sentidos.
¿La polarización parará la integración?
Si los resultados electorales son parecidos a lo que apuntan las encuestas, el nuevo Parlamento Europeo será más beligerante con la cesión de competencias y por tanto la integración europea puede sufrir un frenazo y, potencialmente, pararse. El grupo del Partido Popular Europeo tendrá la llave. Si el CRE y el ID aumentan su influencia en la toma de decisiones del PPE, los democristianos se verán obligados a posicionarse sobre si siguen siendo una fuerza en favor de una Unión cada vez más estrecha o bien si ejercen de minoría de bloqueo en determinados temas con los grupos situados a su derecha.
Hay dos efectos que merece la pena señalar de cara al nuevo ciclo político. Primero, este escenario en el Parlamento Europeo no permite presagiar grandes pasos adelante hacia una mayor integración europea y, solo en el caso de crisis externas, la urgencia podría actuar como catalizadora para profundizar en la delegación de nuevas competencias a la UE, como por ejemplo en temas relativos a defensa o fiscalidad.
Segundo, la polarización va a aumentar en el Parlamento Europeo y es probable que esto conlleve una mayor politización de los asuntos europeos y fuerce a los partidos a exponer de manera más confrontacional su visión sobre la UE. Si el bloque central desapareciese (PPE, PES y liberales), o se viera claramente debilitado, también podría emerger un nuevo escenario político de bloques, a izquierda (PSE, Los Verdes y La Izquierda) y derecha (PPE, CRE e ID), con los liberales basculando. Eso podría llevar a nuevas dinámicas políticas tanto dentro del Parlamento como en las disputas interinstitucionales.
Con todo, la integración europea no se decide solo en el Parlamento. El Consejo sigue dominado mayoritariamente por partidos que pertenecen al bloque central. Incluso si representantes de ID llegaran a acceder a jefaturas de estado o gobierno en un futuro, el consenso seguirá siendo la norma más que la excepción. Lo que cambia es la capacidad de erosión de las instituciones y del proyecto europeo.
Referencias bibliográficas
Becker, Max y Von Ondarza, Nicolai. «Geostrategy from the Far Right». SWP Comment 2024/C 08 (1.3.2024) [Fecha de consulta 12.3.2024] https://www.swp-berlin.org/publikation/geostrategy-from-the-far-right
De Benedetti, Francesca. «Ursula von der Leyen Is Taking Europe to the Right». The Jacobin (24.9.2024) [Fecha de consulta 12.3.2024] https://jacobin.com/2023/09/ursula-von-der-leyen-state-of-the-union-far-right-centralization-giorgia-meloni-european-commission
Chazan, Guy. «German far-right leader hails Brexit as ‘model for Germany’». Financial Times (22 de enero de 2024) [Fecha de consulta 12.3.24] https://www.ft.com/content/5050571e-79f9-4cb7-991c-093702ec8833
Enzensberger, Hans Magnus. El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo tutela, Barcelona: Anagrama, 2014.
Pascale, Federica y Griera, Max. «Spain’s possible ‘Melonisation’ strengthens ‘patriots’ EU plans». Euractiv (2 de junio de 2023) [Fecha de consulta 12.3.24] https://www.euractiv.com/section/politics/news/spains-possible-melonisation-strengthens-patriots-eu-plans/
Sánchez Margalef, Héctor. «Elecciones en Italia: ‘¿Alea iacta est?’». Revista 5W (24 de septiembre de 2022) [Fecha de consulta 12.3.24] https://www.revista5w.com/temas/poder/elecciones-en-italia-alea-iacta-est-68317
Schimmelfennig, Frank (2024). «Crisis and polity formation in the European Union». Journal of European Public Policy. DOI: 10.1080/13501763.2024.2313107.
The Economist. «Nationalists of the world, unite!», The Economist Briefing (14 de febrero de 2024 [Fecha de consulta 12.3.2024] https://www.economist.com/briefing/2024/02/15/national-conservatives-are-forging-a-global-front-against-liberalism
Wright, Georgina. «What a Marine Le Pen Victory Would Mean for Europe». Institute Montaigne (13 de abril de 2022) [Fecha de consulta 12.3.2024] https://www.institutmontaigne.org/en/expressions/what-marine-le-pen-victory-would-mean-europe
Monografia CIDOB -88- 2024