China y la Unión Europea: de socios estratégicos a rivales sistémicos
En el año 2003, la Unión Europea y China firmaban su acuerdo de asociación estratégica. La visión desde Europa era que a medida que China se fuera desarrollando se haría más liberal e incluso más democrática. Hay que recordar que solo dos años antes el gigante asiático había entrado en la Organización Mundial del Comercio (OMC), integrándose así en las estructuras y cadenas de valor de la economía mundial, y la esperanza era que, en 15 años —y así se estipuló en el tratado de acceso— China se convirtiese en una economía de mercado. Es importante entender el marco mental de la época. El Muro de Berlín había caído apenas algo más de una década antes, la Unión Soviética había desaparecido y los países de la Europa Central y Oriental del antiguo Pacto de Varsovia estaban en sus procesos de transición democrática y a punto de ser miembros de la UE. En ese contexto de democratización, muchos pensaban que China haría un recorrido similar, de ahí la apuesta por un partenariado estratégico.