Qatar y el descuido europeo de la región del Golfo Pérsico
Notes internacionals CIDOB, núm. 46
En Europa hemos asistido a un descuido relativo de la región del Golfo Pérsico, rica en energía. Dosieres más tradicionales en Medio Oriente como son el Partenariado Euro-Mediterráneo o el conflicto Árabe-Israelí atrajeron una mayor atención. Si siguen actuando como estados nación individuales, los europeos tendrán cada vez mayores problemas a la hora de mantener sus intereses ante unos EE.UU. bien establecidos y una Asia emergente en la región.
En menos de dos décadas, Qatar se ha convertido en el líder de los mercados globales de gas natural, y ha acumulado una cantidad considerable de poder blando a través de iniciativas en los medios de comunicación, la educación y la cultura. El canal de televisión vía satélite Al Jazeera, la Qatar Foundation, o la celebración del campeonato mundial de fútbol en 2020 son casos ilustrativos de este liderazgo.
El pequeño Estado de Qatar parece abarcar más de lo que le correspondería con un sinnúmero de iniciativas diplomáticas y socios a menudo contradictorios, que van desde Israel, Arabia Saudí e Irán, hasta los movimientos democratizadores y los islamistas. Más allá de ambiciones personales, solvencia financiera, un vacío de poder en la región y una protección silenciosa de los EE.UU., la explicación más plausible es la de la necesidad que un pequeño estado tiene de mantener buenas relaciones en una región inestable.
Como mediador en la región, Qatar puede jugar un papel útil para Europa. Comprometerse con Qatar, sin embargo, no puede sustituir el compromiso con estados mayores en la región como Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que a veces refunfuñan ante la hiperactividad qatarí.
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