Obama versus Romney: el mundo desde Boca Ratón

Opinion CIDOB 162
Fecha de publicación: 10/2012
Autor:
Francesc Badia i Dalmases, CIDOB
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Francesc Badia i Dalmases,
CIDOB

25 de octubre de 2012 / Opinión CIDOB, n.º 162 / E-ISSN 2014-0843

Estados Unidos continúa pensándose a sí mismo como el "poder indispensable". Así lo afirmó el presidente Obama en el tercer y último debate electoral del lunes 22 de Octubre en Boca Ratón, Florida. Mitt Romney, que aspira a arrebatarle el liderazgo, no puede estar más de acuerdo. Dedicar uno de los tres 'cara a cara' electorales a la política exterior dice mucho de la importancia central que tiene el tema para los votantes norteamericanos. Pero leer el debate como el contraste entre dos visiones generales de la política exterior norteamericana para los próximos años resulta una lectura equivocada.

Lo que vimos televisión fue una discusión, en clave doméstica, sobre liderazgo, que es lo que está en juego para los próximos cuatro años. ¿Quién será más capaz de continuar proyectando, en el interior del país y hacia fuera, una imagen de potencia hegemónica mundial ? Lo que realmente importa para las elecciones es lo que la gente vote en Florida.no lo que acabe pasando Kandahar. Y a convencer a los votances de Florida dedicaron sus fuerzas los candidatos.

Durante la segunda mitad del siglo XX, el liderazgo norteamericano mundial se construyó apoyado el su hegemonía militar (Obama insistió con orgullo que su presupuesto de defensa supera al de los próximos 10 países más militarizados juntos, incluyendo Rusia, China, el Reino Unido o Francia). Así, el próximo presidente norteamericano tiene que ser percibido por sus conciudadanos como un sheriff, duro pero bien intencionado, un gendarme mundial que está aquí para defender a su pueblo, para defender, allá donde haga falta, sus intereses económicos, amparado, eso sí, bajo la narrativa justificatoria de los valores fundamentales de los padres fundadores (libertad, justicia, democracia).

Sorprende, para el observador europeo, que la visión intervencionista estadounidense de la política exterior no haya cambiado un ápice en estos últimos años de guerras desastrosas: siguen vendiéndose a sí mismos como portadores del "bien", y como garantes que son, aún hoy, de la seguridad mundial. Es cierto que la agenda exterior americana ha variado, y que hay matices entre los dos candidatos, pero lo que está fuera de discusión es la firme intención de seguir liderando el mundo.

En clave electoral doméstica, el argumento es que el nuevo presidente de los EE.UU. no sólo debe ser un gran líder para sus ciudadanos, sino el gran líder mundial incontestado. Aquí hay un acuerdo total entre demócratas y republicanos: la gran potencia del siglo XX tiene intención de seguirlo siendo en el siglo XXI. El discurso de ambos es muy claro: para seguir mandando en el mundo hay que seguir siendo la principal potencia económica. del planeta. lo que cambia es la fórmula para conseguirlo.

La receta demócrata para el liderazgo global: el presupuesto de defensa debe adecuarse más a lo que necesiten los generales y menos a lo que interese a los lobbistas de los grandes astilleros. Hay que incrementar significativamente la inversión en educación y en investigación (algo que suena exótico mirado desde la Europa de la austeridad y los ajustes) porque ello hará de los Estados Unidos un país más competitivo, líder en tecnología, capaz de repatriar puestos de trabajo hacia Detroit. Para Obama, limitando al mínimo el envío de tropas al extranjero y utilizando drones se puede ahorrar para invertir en profesores, en infraestructuras, en energías renovables, en programas de ayuda para los veteranos. Hemos gastado demasiado en Afganistán y demasiado poco en Mississipí.

Para el candidato Romney, el objetivo es exactamentel el mismo, liderar el mundo, aunque la receta es distinta. Resultó el debate en ocasiones embarazoso, puesto que el aspirante repitió fielmente y sin matices el diagnóstico del presidente, demostando que en realidad no tiene alternativa. Lo que cambia, en cualquier caso, entre uno y otro es que el republicano tiene que mostrarse ante sus electores más brabucón, con el gatillo más fácil, dispuesto a bajar impuestos, aumentar el presupuesto militar y a fabricar los barcos que haga falta. Aquí, en la cuestión de los barcos, es donde el "patinazo" del candidato fue más sonado y donde empezó a ponerse a la defensiva. Sólo tenemos 284 barcos de guerra y nuestra marina, para seguir patrullando el globo, necesita 313, dijo Romney. Obama intuyó su minuto de oro y disparó un torpedo a la línea de flotación del candidato: aquí tienen Vds. un ejemplo de cómo el gobernador no tiene idea de lo que habla: es como si me dijesen que necesitamos más caballos y más bayonetas.

Si algo quedó claro fue que el asunto de fondo, como subrayó al día siguiente del debate James Baker en el Wilson Center de Washington, no es otro que dirimir cuál debe ser el papel que, como líder global, le toca jugar a los EE.UU. en el mundo. "Nuestra fuerza en el extranjero depende de lo fuertes que seamos en casa". Los demócratas en la sala no podían estar más de acuerdo.

Que el mundo haya cambiado radicalmente en estos últimos 20 años, que la emergencia de los demás haya dibujado un panorama geoeconómico sustancialmente distinto, y que la exististencia de nuevos retos geoestratégicos condicionen la política de seguridad futura, no eran asuntos que tocase tratar en Boca Ratón. Si se trataron asuntos como las relaciones con Israel, las transiciones mediterráneas, Libia, Siria, y sobre todo la cuestión nuclear con Iran, éstos se trataron en clave de política interna.

Por más que el sujeto del debate fuera anunciado como política internacional, en realidad trató de política doméstica. No en vano, por ejemplo, no hubo mención alguna a la labor de la Secretaria de Estado, doña Hillary Clinton. Tampoco se mencionó Europa. Ni una palabra. No era el tema.

Francesc Badia i Dalmases,
CIDOB