Limitaciones auto-impuestas: ¿por qué la UE pierde relevancia en el Mediterráneo?
Notes internacionals CIDOB, núm. 68
La respuesta de la UE a los cambios en el Mediterráneo está encor­setada por los principios que han guiado su política hacia el Medi­terráneo en los últimos veinte años. Frente a cambios históricos en la región, la UE sigue con una política continuista que se adapta a las necesidades de quienes la diseñan pero que no responde a las de sus destinatarios.
La UE debe plantearse cómo hacer frente a las necesidades inmedia­tas de los países del Sur. La liberalización comercial no debe ser la única respuesta ni puede ser un fin en sí mismo. Es más, en algunos casos puede tener efectos contraproducentes.
La UE se promueve como un modelo político pero ha perdido mucho de su atractivo entre los líderes y sociedades del mundo árabe debe competir con otros modelos como el turco o el saudí. La imagen de la UE podría mejorar si plantease algunos problemas como el populismo o la corrupción como desafíos compartidos con los países del Sur.
Una visión regional más imaginativa y adaptada a la realidad política de la zona no tiene por qué cuestionar la pervivencia de iniciativas que tienen el Mediterráneo como especio natural de cooperación. Sin embargo, que se mantengan o se impulsen estas iniciativas no tendría por qué impedir explorar nuevas vías de diálogo.
El statu quo conduce a la UE hacia la irrelevancia. Para adaptar las políticas europeas a la nueva realidad mediterránea se necesita un mandato político claro. Este debe incorporar la cohesión social en la agenda económica, combinar ambición y humildad en lo político y desarrollar una nueva visión regional más flexible.