Victoria electoral de Abe en Japón: amplísimo margen para avanzar con cautela

Opinion CIDOB 290
Fecha de publicación: 12/2014
Autor:
Oriol Farrés, responsable de proyectos, CIDOB
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Oriol Farrés

Responsable de projectos, CIDOB

22 de Diciembre 2014 / Opinión CIDOB, n.º 290 / E-ISSN 2014-0843

El pasado 14 de diciembre, los japoneses acudieron a las urnas para elegir a sus representantes en la cámara baja, unas votaciones que llegaron de manera abrupta y a media legislatura, fruto del cálculo político de Shinzo Abe y como respuesta a su forzada decisión de posponer la reforma fiscal. La “patada a seguir” del primer ministro fue una prueba más de su afinado instinto político, ya que sorprendió a la oposición –que aún carecía de un líder fuerte– y vino a respaldar su apuesta personal en materia económica, las medidas bautizadas como Abenomics y que en tres direcciones o flechas (expansión monetaria, incremento fiscal y reforma estructural) se proponen revitalizar la economía japonesa para sacarla de dos décadas de estancamiento.

Así, la reciente elección se planteó como un voto de confianza a la Abenomics, en un momento especialmente sensible para el primer ministro debido a las crecientes evidencias de que la primera flecha estaba generando un crecimiento inferior a lo esperado (en especial de la inflación), y que la segunda flecha, la subida del IVA (la primera en 17 años, del 5 al 8%, una cantidad comparativamente baja) había tenido un impacto negativo sobre el consumo dando lugar a dos cuatrimestres seguidos de recesión, forzando al gobierno a posponer una segunda subida del IVA prevista para 2015 hasta 2017. Con solo una flecha por lanzar, la más difícil, el escenario que se abría es el temido por cualquier político, con costes a corto plazo y en los posibles beneficios a medio o largo. Sin duda influyó en la convocatoria el recuerdo de su primera legislatura, abortada antes de un año por el rápido derrame de apoyo popular. Aun gozando del apoyo amplio del parlamento, Abe convocó elecciones para frenar un nuevo desplome en su popularidad, que mostraba una caída del 76% favorable en marzo de 2013 a tan solo el 44% el día de las elecciones.

La convocatoria anticipada encontró a la oposición desprevenida y sin ánimo, como demuestra la autodisolución del Your Party ante el anuncio de comicios, un partido con 20 escaños en el parlamento logrados en 2012 y que pasaba por horas bajas. Como era de esperar, el resultado electoral fue ampliamente favorable al Partido Liberal Democrático (PLD) y a su socio de coalición (Nuevo Komeito, NK), que lograron retener el control de dos tercios de la cámara baja y con ello, un enorme margen de maniobra en materia legislativa. El resultado ha concedido al PLD un nuevo margen de 4 años para conducir sus reformas, aunque la victoria contiene también diversos mensajes que el PLD deberá decodificar convenientemente.

En primer lugar, que como contrapartida por su bono de tiempo, el PLD ha perdido 4 escaños (291 escaños, -4), los mismos que ha crecido el NK (35, +4), en lo que se interpreta como un voto de contrapeso efectivo al gobierno y a su ímpetu reformador de la constitución. La posición del Komeito dentro de la coalición de gobierno queda reforzada.

Del mismo modo, el principal partido de la oposición, el Partido Democrático de Japón (PDJ), también ha aumentado en escaños (73, +11), a pesar de que su presidente, Banri Kaieda, luchó y perdió su escaño en Tokio, lo que ha forzado su dimisión y la necesidad de un relevo al frente del partido. Pese a la decapitación, y atendiendo a las condiciones de la contienda –con Kaieda neutralizado en Tokio y sin tiempo de articular una oposición contundente- el resultado no es estrictamente malo y puede mejorar rápidamente en un ambiente más propicio.

Más afectados han resultado los “terceros partidos”, especialmente la extrema derecha que encarnaba el Partido de las Generaciones Futuras, fundado por el antiguo gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, que ha perdido de un plumazo 18 de sus 20 escaños. Ante el descalabro, Ishihara (de 82 años) ha anunciado ya su salida de la política activa, no sin antes ahondar en sus comentarios provocativos hacia China, que seguramente mantendrá en adelante en su faceta de escritor. Por el contrario, el Partido Comunista Japonés ha obtenido unos resultados sorprendentemente buenos, más que doblando (de 8 a 21) el número de escaños, sacando rédito de su oposición frontal a las reformas del gobierno, en especial a la reapertura de las centrales nucleares detenidas tras el accidente de Fukushima, una medida a la que según las encuestas, se oponen el 60% de los japoneses. También marcó perfil de oposición proponiendo subir los impuestos directos en lugar de los indirectos y permanecer fuera del Tratado Trans-Pacífico (TPP) que persigue Washington y que Abe ve con buenos ojos.

Otra clave de interpretación de las elecciones ha sido la tibia respuesta del electorado, con tan solo el 52,2% de participación, la peor registrada en el país desde el final de la Segunda Guerra Mundial, empeorando el 59% de 2012. Esta tendencia a la baja participación, sostenida y agravada desde los 90, refleja un creciente distanciamiento entre electores y clase política, aunque no es un fenómeno exclusivo de Japón.

Con pocas alternativas reales, los electores parecen haber renovado su apoyo a la única creíble. Sin embargo, y a pesar del buen resultado, el gobierno deberá avanzar con cautela y medir bien sus acciones porque no tendrá un cheque en blanco. El foco de interés se depositará a partir de ahora en la deriva de la economía (que obviamente se resentiría de una recaída de la economía global y en especial de la China) y en su empeño de reinterpretar la constitución pacifista japonesa en el sentido de permitir la intervención en combate en el exterior de las fuerzas de autodefensa, sin madurar un debate sobre la cuestión en el ámbito doméstico ni hacer suficiente pedagogía en la región.

No será preciso esperar mucho más para medir la respuesta del electorado, ya que en abril de 2015 se celebrarán elecciones municipales. Una nueva oportunidad para tomarle el pulso a la opinión pública y a su percepción acerca de las reformas económicas y políticas que el gobierno Abe imagina para el país y en quién no pocos japoneses han depositado sus esperanzas de revitalización económica, conscientes de la magnitud de los retos socio-económicos que el país tiene por delante, como el aumento de la pobreza relativa, la descomunal deuda pública o el envejecimiento de la población, que alimenta a los dos primeros.