Tras una derrota ajustada, Evo Morales desafía a la oposición

Opinion CIDOB 389
Fecha de publicación: 03/2016
Autor:
Anna Ayuso, investigadora sénior, CIDOB
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Un error de cálculo llevó al presidente de Bolivia a impulsar la convocatoria de un referéndum de modificación de la Constitución para permitirle presentarse a un cuarto mandato presidencial en 2020. Tras su holgada victoria en las presidenciales del 12 de octubre de 2014, con más del 61% del voto a su favor, esperaba ganar cómodamente, pero la reforma constitucional acabó convirtiéndose en una especie de plebiscito presidencial y se volvió en su contra. La campaña se vio empañada por la revelación de escándalos de corrupción que involucraban a autoridades y ex-altos cargos gubernamentales, como el controvertido Fondo indígena del que se desviaron millones de dólares destinados a proyectos para las comunidades hacia bolsillos particulares. También las acusaciones de tráfico de influencias de una ex-pareja sentimental del presidente mellaron la valoración pública del mandatario, pero no son la única explicación de una caída de diez puntos en los sufragios.

Diez años continuados de mandato que sumarán 14 al final de su tercera elección le convertirán en el presidente electo de Bolivia con más tiempo de permanencia en el cargo y parece que un sector de la población, aunque está satisfecho con la estabilidad que se ha conseguido en los últimos años, no está de acuerdo con el intento de perpetuación del líder. Desde que llegó al poder en 2006 con un apoyo del 54% del voto, Morales tuvo que afrontar la oposición enconada de algunos sectores contrarios al proyecto refundacional del MAS. Durante su primera legislatura, que transformó en proceso constituyente, hubo una gran oposición por parte de los sectores contrarios al proyecto revolucionario socialista. En diversas ocasiones hubo boicots a las sesiones parlamentarias que trataban de aprobar la nueva constitución cuya votación tuvo que ser pospuesta durante meses. A medio mandato la oposición consiguió convocar un referendo revocatorio del que, en esa ocasión, Morales salió reforzado con su mayor éxito electoral, llegando a un 67% en contra de su destitución.

Incluso después de ganarlo tuvo que afrontar intentos secesionistas de los estados del Oriente que colocaron al país al borde de la ruptura y dieron lugar a la mediación de UNASUR posicionándose a favor del presidente Morales, con el venezolano Hugo Chávez a la cabeza. Sin embargo las brechas no se cerraron y la división entre el Oriente díscolo y el Occidente más pro-masista se reflejaron en el referendo constitucional de 2009 en el que en los Departamentos de la llamada Media Luna (Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija) triunfó el no, a pesar de que el conjunto del país la aprobó con un 61% de los votos. En estos mismos departamentos, en las municipales de marzo de 2015, el oficialismo tuvo menores apoyos, pero no solo en ellos ya que también sufrió reveses en La Paz y El Alto. Durante los últimos años Morales ha ganado una parte del voto de las nuevas clases medias, aunque ha perdido el apoyo de un sector más radical de la izquierda más revolucionaria que le acusa de mantener una economía extractiva y rentista.

Nada parecía urgir a Morales a convocar este último referéndum dado que el actual mandato le permite gobernar hasta 2019, sin embargo no quiso esperar para optar a alargar su mandato hasta 2020. Una jugada arriesgada que no salió bien. El éxito en las presidenciales hizo vislumbrar que era mejor aprovechar el tirón, alentado por el temor de que la crisis económica por la caída de los precios de las materias primas,  que afecta a los países vecinos y ya ha tenido consecuencias electorales en Argentina, Venezuela y Brasil, acabara afectando también al país. En estos momentos el gobierno de Morales aún puede presumir de éxitos en reducción de la pobreza y la desigualdad, una economía en crecimiento por encima del 5% en el 2015 que le convierten en el país de mayor crecimiento de la región y un manejo macroeconómico prudente que les sitúan en una trayectoria de estabilidad. Aunque sigue siendo uno de los países más pobres de América, Bolivia ha experimentado un crecimiento que le ha hecho pasar de un PIB per capita de 1.200$ a 3.000$ durante el mandato de Morales.

Después del turbulento período de la política boliviana previo a Evo Morales, con cuatro presidentes entre 2002 y 2005 que tuvieron que abandonar el cargo en medio de grandes disturbios, el actual mandatario se percibe como líder sin rival tras 10 años en el poder. Siguiendo la estela de otros líderes bolivarianos, no pudo resistir la tentación de quedarse; como el fallecido Hugo Chávez quien sometió dos veces la reelección indefinida a referéndum de los venezolanos; tras el no recibido en 2006, volvió a preguntar en 2009 obteniendo el éxito. Otros dos presidentes han buscado la perpetuación presidencial sin preguntarlo directamente en las urnas y han modificado la constitución recurriendo a las mayorías parlamentarias. Daniel Ortega lo hizo en Nicaragua en enero de 2014 y podrá presentarse a un tercer mandato consecutivo en noviembre de 2016. Rafael Correa logró en diciembre de 2015 aprobar la reelección indefinida por la Asamblea Nacional, pero con una disposición transitoria que le impide ser candidato a las presidenciales del 2017, de momento.

Tras la derrota en el referéndum, Morales afronta el dilema de hacer como Hugo Chávez y esperar tres años para volver a preguntar o dar paso a un nuevo líder que tome el relevo al frente del MAS. Con una oposición muy fragmentada y heterogénea eso daría grandes probabilidades al MAS de mantener el poder. Salvo que los escándalos de corrupción proliferen, el gobierno aun parece mantener un voto afín que le permite mantener a distancia las otras opciones a nivel nacional. De optar por el relevo debería empezar pronto la transición para evitar que, como en Argentina, la oposición saque partido de un candidato oficialista eclipsado por la presidencia saliente. Pero quedan más de tres años y Morales no parece dispuesto a dar la batalla por pérdida; Desafiante, ha retado a la oposición a un revocatorio a mitad de mandato que, de ganar, le reforzaría y debilitaría a posibles rivales. Mientras el MAS siga unido y la oposición dividida la alternancia gubernamental en Bolivia se augura lejana, pero se abren brechas en diversos espacios de poder.

 

D.L.: B-8439-2012