Siria, ante el horror y la pasividad del mundo
Notes internacionals CIDOB, núm. 62
Frente a las masacres de civiles, parece (y es) indecente no hacer algo, pero lo que no queda claro son qué mecanismos legales y qué condiciones políticas permitirían una eficaz intervención con fines humanitarios.
Si es cierto que la soberanía de los estados no puede ser absoluta, el problema es definir no tanto sus límites, sino quién – de acuerdo al derecho internacional vigente – puede autorizar una intervención militar.
El caso de Libia condiciona Siria: una intervención motivada sobre la base de consideraciones humanitarias (la protección de civiles libios contra la represión del régimen de Gaddafi) fue rápidamente transformada en el apoyo a un bando en una guerra civil con el objetivo de derrocar al régimen.
La pérdida del aliado sirio sería como una derrota para Irán, que además vería interrumpido su contacto con el Hezbollah libanés, su arma más disuasoria ante la posibilidad de un ataque israelí o americano.
Frente a la imposibilidad de inclinar la balanza a favor de uno de ambos bandos, solamente un compromiso negociado podría acabar con el derramamiento de sangre y la destrucción del país. Pero ¿estarían los dos bandos dispuestos a aceptar algo que no fuera victoria total?
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