Reseñas de libros. ¿Por qué unas personas se dedican a la política y otras no?
Xavier Coller, Catedrático, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
Reseña de libro: Alcántara, Manuel. El oficio de político. Tecnos, 2020, 408 págs.
La pandemia de la COVID-19 hizo que no se prestara mucha atención a la segunda edición de un libro fundamental para entender ciertos aspectos poco explorados de la política y que el profesor Manuel Alcántara desmenuza con maestría. Su obra El oficio de político no es solo una investigación al uso, sino un ejemplo de erudición de la mejor tradición académica: adecuada, pertinente, relevante, amena, ilustradora. En esta segunda edición, el texto gana en precisión, se han actualizado algunas referencias y se ha incorporado un apartado nuevo.
El oficio de político sigue siendo actual. Entre otras cosas, porque trata del por qué unas personas se dedican a la política y otras no. En buena medida, el autor ilustra la respuesta que desgrana a lo largo del texto con el análisis comparado de las trayectorias de 19 personas (una más que en la primera edición) que se han dedicado a la política en América Latina: desde Ingrid Betancourt (Colombia) a Rigoberta Menchú (Guatemala) pasando por Cuauhtémoc Cárdenas (México) o Violeta Barrios (Nicaragua). De la selección de los casos que estudia Alcántara cabe decir que no están todos los que son (políticos), pero sí que son (políticos) todos los que están en su libro.
De esta comparación se deduce que hay «patrones que se repiten con frecuencia» (p. 349), vinculados al entorno institucional y a ciertas características socioeconómicas. Son patrones que se asientan en el papel de la familia como generadora de vocaciones o de intereses por lo público (socialización), como elemento de apoyo o acompañamiento, como catapulta o como instrumento para acumular capital social, un factor relevante de toda trayectoria política. Existe un elemento singular de la política latinoamericana que fortalece el patrón visto por Alcántara: la «querencia a deshacerse del pasado» que lleva a la creación de partidos (o movimientos) nuevos donde el político crece con un traje institucional a medida de su ambición, vocación o interés. Otro aspecto es el cursus honorum, la trayectoria política entendida como una carrera ascendente jalonada por la experiencia de la persona (con sus fracasos y sus éxitos, sus méritos y deméritos), sus vínculos personales y, especialmente, su capital simbólico, en parte sustentado en los otros dos (y por las otras formas de capital social del que habló Bourdieu) y que permite explicar esa «lógica de ascenso» que identifica Alcántara.
Hay, además, algunos otros factores comunes que recorren el patrón identificado. Se trata de personas que tienen la experiencia internacional de vivir o estudiar en otro país, con formación universitaria y una iniciación temprana en el activismo público, generalmente en la universidad, además de provenir de caladeros conocidos: ejército, iglesia, empresa y profesiones habituales –abogacía, medicina, ingeniería–. Otro elemento resaltado por el autor y que puede ser relevante para entender estas trayectorias son los escenarios de inestabilidad que dan origen a situaciones políticas nuevas (el equivalente en España puede ser la transición), que configuran el entorno o la ventana de oportunidad por la que se configuran vocaciones políticas que originan luego trayectorias de éxito.
En su segunda edición, El oficio de político sigue aportando una definición pertinente del «político» como «aquella persona que imperativamente se ubica en alguna de las cuatro arenas siguientes: cargos de elección popular; altos cargos de libre designación o de confianza en la Administración del Estado o en entidades dependientes o autónomas del Estado; puestos de responsabilidad orgánica y de asesoría en el seno de los partidos políticos o formaciones políticas de representación similares; y, por último, quienes habiendo estado en una de las tres situaciones recién descritas continúan ejerciendo influencia mediante un “efecto sombra” por su prestigio pretérito» (p. 114). Así pues, las personas que ocupan posiciones de poder político son aquellas que podemos considerar élites políticas. Pero no todo acaba aquí. Alcántara también reconoce que hay personas parapolíticas o que están en una zona de penumbra política como los miembros del Tribunal Supremo o del Constitucional, autoridad electoral, banco emisor, comisiones reguladoras, casos en los que «la evidencia señala que en muchos casos actúan como políticos» (p. 121, cursivas en el original).
El estudio de los motivos por los que las personas se dedican a la política tiene recorrido. Alcántara se centra en la ambición (recuperando categorizaciones muy útiles para la investigación empírica), pero añade otros que configuran la ventana de oportunidad que hace que, en determinados momentos y escenarios, unas personas tengan más oportunidades de dedicarse a la política que otras; por ejemplo, la forma del Estado. Si es descentralizado con cámaras de representación territorial hay más puestos de representación a cubrir y esto puede ser un incentivo para que haya más personas que desarrollen un interés por la política. En la medida en que la forma del estado contagia la organización interna de los partidos, estos también se convierten en actores clave que generan incentivos individuales, al seleccionar también al personal que va en las listas electorales y que asimismo ubica en las administraciones. Otro elemento institucional son algunos ingredientes del sistema electoral como, por ejemplo, el tipo de listas (abiertas, cerradas) o la barrera electoral (cuanto más baja, menos probabilidades de que los partidos pequeños abran posibilidades de trayectoria política). También forman parte de esa estructura de incentivos la calidad profesional de la actividad de representación (salario, asistentes, recursos para representar adecuadamente a la ciudadanía) y la existencia de cuotas para colectivos determinados generalmente infrarrepresentados (las listas cremallera o la presencia equilibrada [60%-40%] por género). Hay, además, factores individuales que nos ayudan a explicar por qué ciertas personas terminan en la política: capital social, capital cultural, capital económico (vinculados los tres generalmente a la familia, tal como nos enseñó Bourdieu) y algunas aptitudes como la capacidad de expresarse correctamente, la empatía o la capacidad de escuchar.
Los elementos institucionales y personales permiten entender la vocación, la ambición y el deseo de participar activamente en política en un entorno determinado y, también, en un momento histórico concreto. Pero Alcántara añade cuatro factores relevantes sin cuyo concurso parece que la entrada y permanencia en política es mucho más complicada: adscripción a un partido, formación y experiencia profesional, popularidad, a los que añade la renta económica suficiente (capital económico) y el capital social que suele provenir del legado familiar (contactos, redes, vínculos) (p. 170-71).
Pero esta nueva edición de El oficio de político Alcántara incorpora como novedad una reclamación sustentada en un análisis de los avances más relevantes de varias disciplinas, especialmente la neurología. Así, reivindica que la ciencia política incorpore conocimientos de otras disciplinas a sus análisis. Si en la primera edición de su obra nos hablaba de manera solvente sobre postulados de la psicología y la biología que ayudan a la ciencia política a construir explicaciones, en esta segunda trata de la neurología y de sus «intentos de conocer las razones del comportamiento de las personas, tanto en lo relativo a la explicación de la acción como de las bases de la misma que constituye el propio pensamiento» (p. 75). En este sentido, entiende que los avances en la neurología son, en parte, resultado de políticas públicas que invierten en investigación y desarrollo para conocer mejor el funcionamiento del cerebro humano (p. 87). Es decir, en cierto sentido, la neurología es dependiente de la ciencia política. Pero también Alcántara recoge la idea de que la neurología es una de las variables independientes de la ciencia política en la medida en que ayuda a explicar el comportamiento o, al menos, algunos comportamientos. Así, Alcántara se refiere a esas situaciones tras las elecciones en las que todos los actores parecen ganar a pesar de perder, presentando «como una ganancia potencial fracasos clamorosos a la vista de observadores imparciales» (p. 90); o el «exceso de confianza y la ilusión del conocimiento» (p. 91) que se observa en algunos políticos y que suele conducir a la prepotencia y/o el narcisismo. La revisión de estudios recientes permite a Alcántara avanzar una de las líneas de actuación de la disciplina: la neurología puede ayudar a explicar el «comportamiento social cotidiano» (p. 92). Y nos ofrece un corolario sobre la mercadotecnia electoral basándose en los avances de la neurología. Más allá de reseñar estos avances y de mostrar el potencial de la neurología para la política, Alcántara traza un reto institucional: si la neurología puede ayudar a explicar asuntos relevantes que la ciencia política (y otras ciencias sociales) intenta entender («¿Por qué se vota? ¿Por qué se actúa colectivamente? ¿Por qué alguien decide ser candidato? ¿Por qué un legislador decide no apoyar una ley?» [p. 97]), ¿por qué no institucionalizar esta cooperación entre disciplinas con un programa de investigación y de enseñanza sobre micropolítica en el que la neuropolítica tendría un papel central?: «(…) ante la posibilidad de estas intervenciones en el cerebro, cuya ejecución avanza de manera inexorable y a velocidad vertiginosa, la ciencia política tiene que abrir un programa de investigación» (p. 99) y completarlo con «la puesta en marcha de los estudios de micropolítica» (p. 99).
En definitiva, El oficio de político es un texto relevante, actual, ameno, informado, bien escrito. Se lo dije al profesor Alcántara en privado en una ocasión y lo hago público aquí: llevo estudiando las élites políticas desde hace años y El oficio de político es el libro que me hubiera gustado escribir a mí.
Revista CIDOB d’Afers Internacionals, nº 134, p. 163-166
Cuatrimestral (mayo-septiembre 2023)
ISSN:1133-6595 | E-ISSN:2013-035X