Prólogo
Las amenazas híbridas —la utilización de tácticas convencionales y no convencionales en escenarios de conflicto o en la confrontación geopolítica entre los grandes actores globales— son un elemento crecientemente desestabilizador en el orden internacional. En Occidente, el último Concepto Estratégico de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), presentado en la Cumbre de Madrid (29 y 30 de junio de 2022), reiteró que «competidores estratégicos utilizan tácticas híbridas para interferir en procesos e instituciones democráticas y para afectar la seguridad de los ciudadanos», destacando «las actividades maliciosas en el ciberespacio y el espacio, la promoción de campañas de desinformación, la instrumentalización de las migraciones, la manipulación de los suministros de energía y la coerción económica». También la Unión Europea, al menos desde 2016 y coincidiendo con la publicación de su Estrategia Global, ha creado instrumentos, estrategias y comunicaciones conjuntas para coordinar las políticas internas y externas, y así aumentar la resiliencia europea ante las amenazas híbridas.
Lejos de ser un fenómeno occidental, el auge de las tácticas híbridas se observa en varios continentes. En África, se detectan operaciones híbridas de apoyo a grupos extremistas, se interfiere en elecciones o se ataca infraestructuras críticas. Por ejemplo, en 2021, Sudáfrica sufrió varios sabotajes en las líneas de transmisión de energía eléctrica que afectaron a las grandes industrias y agudizaron la crisis energética del país. En el Indo-Pacífico, según un informe del ASPI-ICPC, las amenazas híbridas están aumentando «en amplitud, aplicación e intensidad». Y, en plena invasión de Ucrania, aunque el Kremlin acusó a Occidente de lanzar una «guerra híbrida total» contra Rusia, las tácticas de desestabilización forman parte de manera reiterada del manual de operaciones de Moscú. En unas relaciones internacionales dominadas por la geoestrategia y la Realpolitik, las tácticas híbridas proliferan, dificultando la cooperación y la confianza en las instituciones de gobernanza global.
Sin embargo, ¿qué hay de nuevo en estas amenazas? En innumerables guerras a lo largo de la historia se han utilizado tácticas no convencionales —como el uso de proxies, de grupos insurgentes, o de propaganda— para desestabilizar o castigar al enemigo. Incluso en momentos de paz, durante el siglo xx, los estados rivalizaron con estrategias sucias de espionaje, propaganda, batallas económicas, intromisión en procesos democráticos, o instigación de insurgencias (Johnson, 2018). En la actualidad, puede que la intensificación de los conflictos híbridos —o su percepción aumentada— responda a una nueva conciencia de vulnerabilidad de los que se creían invulnerables.
Este CIDOB Report parte de la constatación de que en los últimos años ha habido un incremento de tácticas híbridas y de amenazas percibidas como tal, así como una preocupación generalizada alrededor de lo híbrido. Hay dos factores principales que ayudan a entender esta intensificación: por una parte, la creciente interdependencia entre estados y, por otra, la exponencial diversificación de las tácticas híbridas.
Respecto al primer factor, la mayor conectividad en las relaciones internacionales, sobre todo con el fin de la Guerra Fría, facilitó la expansión de la globalización y los intercambios económicos, comerciales, energéticos, políticos y culturales. Se asumió que la conexión e interdependencia entre países frenaban el apetito por los conflictos y, al mismo tiempo, contribuían al desarrollo, la democratización y la paz global. Sin embargo, como sostiene Mark Leonard, esta hiperconectividad también ha ofrecido oportunidades para aquellos estados dispuestos a explotar las vulnerabilidades de otros. «El truco», dice Leonard (2016: 15), «es hacer que tus competidores sean más dependientes de ti que tú de ellos —y utilizar esta dependencia para influir en su comportamiento—». Así, la interdependencia también tiene sus contraindicaciones, y puede ser utilizada como herramienta para explotar vulnerabilidades y exacerbar la confrontación entre grandes potencias, o incluso entre comunidades opuestas y polarizadas dentro de una misma sociedad. De aquí que actores como la Unión Europea hayan reforzado sus estrategias para dotarse de una mayor autonomía estratégica.
El segundo factor es la diversificación de las tácticas híbridas: desde la migración a la desinformación, pasando por la interferencia en procesos electorales, el uso de los recursos naturales o los virus informáticos. Todo es susceptible de ser convertido en un arma lanzada desde cualquier lugar y con consecuencias imprevisibles. Los desarrollos tecnológicos, sean de tipo civil o militar, así como el uso de las tecnologías de la información y la comunicación por actores estatales y no estatales, también han facilitado la explotación de las vulnerabilidades de otros. El proceso de digitalización, por su parte, ha multiplicado exponencialmente la capacidad de diseminación y penetración de la desinformación.
Ante este nuevo escenario, en el que las amenazas híbridas se intensifican a partir de la explotación de la interdependencia y la creciente diversificación de tácticas, ¿qué estrategias y métodos se usan en el marco de estos conflictos?, ¿qué impacto tienen las amenazas híbridas en las sociedades de hoy?, ¿qué respuestas políticas se proponen? Este CIDOB Report aborda el reto que plantean dichas amenazas en las sociedades actuales y pretende contribuir al debate en un momento en el que el contexto internacional se caracteriza por el regreso de la guerra a Europa, la creciente contestación y polarización en el orden liberal internacional, la crisis del multilateralismo y de las normas de gobernanza global, así como la transformación geopolítica pospandemia.
Para ello, los autores y autoras del presente volumen se centran en algunas de las principales amenazas híbridas, así como en el desarrollo de los conflictos de este tipo en varias regiones del mundo. En el primer capítulo, Pol Bargués y Moussa Bourekba contextualizan la emergencia del concepto de conflicto híbrido y examinan las ventajas analíticas y prácticas que presenta dicho concepto. En el siguiente, Carme Colomina aborda la desinformación como instrumento de confrontación geopolítica, analizando cómo la transformación tecnológica ha amplificado el impacto de las guerras informativas. El capítulo tercero, de la mano de Blanca Garcés-Mascareñas, reflexiona acerca de la instrumentalización de las migraciones por parte de actores estatales en el marco de diversos conflictos híbridos que afectan a varios países europeos. A continuación, en el cuarto capítulo, John Kelly pone de relieve el aumento en el uso de tácticas de desinformación con el fin de desestabilizar los regímenes democráticos, y apunta los principales retos a la hora de hacer frente a la amenaza multifacética que plantea la desinformación para las democracias. En esta misma línea, Manel Medina Llinàs, autor del quinto capítulo, demuestra cómo el ciberespacio se ha añadido a los tradicionales campos de batalla de los conflictos —tierra, mar y aire— y cómo el uso de ciberarmas se ha convertido en un reto estratégico en el marco de los conflictos híbridos.
A partir de aquí, el volumen se centra en espacios geográficos de confrontación. Así, la sexta contribución examina el concepto de resiliencia, poniendo el foco en un conflicto caracterizado por aunar tácticas híbridas y de guerra convencional: la actual invasión rusa de Ucrania. Al respecto, Andrey Makarychev y Yulia Kurnyshova sostienen que la reacción de la sociedad ucraniana a este conflicto es también híbrida, ya que no responde al esquema tradicional de gestión vertical de la respuesta civil por parte del estado atacado, sino que tiene un alto grado de autonomía y autoorganización. A continuación, ante un escenario global cada vez más marcado por la proliferación de conflictos híbridos, Guillem Colom Piella examina en la séptima contribución la evolución de los marcos estratégicos de la OTAN para detectar, contrarrestar y responder dichas amenazas. Por su parte, Inés Arco Escriche, autora del octavo capítulo, ahonda en esta misma dirección en su análisis de la estrategia de expansión emprendida por China, si bien lo híbrido no es ninguna novedad en la política exterior de este país. La milenaria estrategia híbrida china recurre a una genuina mezcla de medidas diplomáticas, económicas y militares para promover y defender sus intereses fundamentales de soberanía e integridad territorial, incluso en tiempos de paz. Por último, el noveno capítulo se detiene en otra región del mundo en la que se (des)dibuja un enfrentamiento combinando de métodos convencionales y no convencionales: el Magreb. En su contribución, Eduard Soler i Lecha analiza la creciente tensión entre Marruecos y Argelia, subrayando que, en vez de sustituir las amenazas convencionales, las tácticas híbridas podrían preceder o incluso favorecer un enfrentamiento armado.
Referencias
Leonard, Mark. Connectivity Wars: Why Migration, Finance and Trade are the Geo-Economic Battlegrounds of the Future. European Council on Foreign Relations, 2016 (en línea) [Fecha de consulta 13.06.2022] https://ecfr.eu/wp-content/uploads/Connectivity_Wars.pdf
Johnson, Robert. «Hybrid War and Countermeasures: A Critique of the Literature». Small Wars & Insurgencies, vol. 29, nº. 1 (2018), p. 141-163.