Las confrontaciones identitarias no crearán puestos de trabajo en Túnez
Notes internacionals CIDOB, núm. 49
La caída del 1,85% del PIB y un importante descenso de los ingresos por turismo no representa un precio muy alto a cambio de la libertad de expresión y de voto, tras 23 anos de un régimen cada vez más corrupto, presidido por Ben Ali.
La ayuda financiera internacional fue suficiente para ayudar a Túnez a atravesar un año turbulento, que vio cómo huelgas y absentismo en el sector público debilitaron en control del Estado y provocaron una grave caída en la producción de fosfatos, un sector exportador imprescindible para generar beneficios para el país.
El Banco Central ha jugado un papel clave a la hora de consolidar la economía del país, que se vio también afectado negativamente por los enfrentamientos armados en la vecina Libia.
Las elecciones libres y la llegada del gobierno dominado por el partido En Nahda ha llevado hasta la fecha a un aumento de la política identiraria que no hace mucho por corregir la creciente fractura entre en oeste y el sur empobrecidos y la región costera, mucho más rica y preparada.
El estatus de Túnez como un exportador fiable de productos de alto valor añadido en sectores mecánico y eléctrico, arduamente conseguido, se ha visto erosionado.
Si no se enfrenta a estos desafíos con firmeza, el nuevo gobierno liderado por Hamadi Jebali se dará cuenta rápidamente de que los enfrentamientos identitarios dividen al país y provocan la salida de compañías extranjeras, hasta ahora limitada a 170.
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