Introducción: la inmigración en la encrucijada
Cuando una crisis económica se abate sobre un país, y la actual lo está haciendo sobre muchos, y con inusitada gravedad, pocas esferas de la vida social quedan al margen de su influjo. El fenómeno inmigratorio, tan influido por los avatares de la economía, está lejos de ser excepción. Por ello, tratar de la inmigración como si la crisis no tuviera lugar resultaría ucrónico. Seguramente ninguna consideración sobre la inmigración atrae en nuestros días más atención que la que trata de calibrar el impacto que la crisis va a tener sobre ella. Que la recesión va influir poderosamente sobre la realidad inmigratoria es algo que se da por descontado: lo va a hacer sin duda sobre los flujos y, probablemente, también sobre las políticas que la tienen por objeto. No es de extrañar, por tanto, que a finales de 2008, cuando la crisis financiera internacional ha alcanzado caracteres de paroxismo y la depresión de la economía avanza imparable, el fenómeno inmigratorio se perciba desde una perspectiva muy diferente de la que ha prevalecido en los últimos años.