¿Hay esperanza para la transformación democrática de la Vecindad Oriental Europea? Moldavia como componente esencial

Opinion CIDOB 124
Fecha de publicación: 09/2011
Autor:
Elina Viilup, Investigadora principal, CIDOB
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Elina Viilup,
Investigadora principal, CIDOB

14 de septiembre de 2011 / Opinión CIDOB, n.º 124

Junto a algunas otras repúblicas exsoviéticas, Moldavia celebró el 20 aniversario de su declaración de independencia en Agosto. Durante el primer desfile militar de su historia se exhibieron vehículos de combate, mientras se pronunciaban discursos festivos. Insuflar nueva vida al oxidado equipamiento militar soviético y sacar a relucir a los soldados por un día significó un alto precio para el presupuesto del país más pobre de Europa, alcanzando, de acuerdo con un despacho de agencia moldavo, los 9 millones de leis (560.000 euros, aprox.). Mientras la blogosfera moldava se mostraba dividida entre el orgullo agridulce y la desilusión, los líderes de Moldavia se mostraron cautamente esperanzados al dirigirse a las masas.

Hay razones para generar expectativas –Moldavia se ha puesto en marcha para llevar a cabo reformas difíciles y costosas. Está dando pasos para superar años de inestabilidad política interna, y avanza en reformas económicas y políticas. El gobierno tripartito de la “Alianza para la Integración Europea” ha ido proclamando sus aspiraciones europeas, y su buena voluntad ha sido bienvenida en la Unión Europea. De hecho, parece más que seguro que el país se va a beneficiar de la nueva política del “mas por más”, que prevé más ayuda a cambio de más avances en las reformas. Ya ahora mismo, con la excepción de Palestina, Moldavia es el mayor receptor de ayuda externa per cápita de la UE bajo la Política Europea de Vecindad, recibiendo 137.50 euros por persona para el período 2010-2013 y alcanzan un total de 550 millones de euros (calculando una población de 4 millones, puesto que se estima que entre el 20 y el 25 por ciento viven, temporal o permanentemente, en el extranjero). Además, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo se ha comprometido a financiar a Moldavia con créditos que suman los 600 millones de euros.

Habiendo aprendido de su fracaso al desaprovechar la oportunidad creada tras la Revolución Naranja en Ucrania, la UE no ha querido repetir los mismos errores en Moldavia. Desde el principio del 2010, Moldavia y la UE han venido negociando un Acuerdo de Asociación que ayudará a profundizar aún más las relaciones entre ambos socios al promover a la vez el diálogo político y la integración económica, si bien se excluye la perspectiva de adhesión. El elemento central del acuerdo es un Área de Libre Comercio Amplia y Profunda, algo que va más allá de los simples acuerdos de libre comercio. Desde el 2008, los socios abrieron conversaciones sobre visados que se espera acaben, en el largo plazo, con un acuerdo de libre circulación de personas.

Sin embargo, la estabilidad política en Moldavia sigue siendo frágil, y los esfuerzos de reforma están aún lejos de producir resultados tangibles y de alcance. Los comentaristas señalan a menudo que el gobierno pro-europeo y reformista lleva ya dos años en el poder, y que ha llegado el momento de ir más allá de la retórica y mostrar resultados concretos. Las élites políticas moldavas están altamente polarizadas, las fuerzas de la oposición continúan siendo excluidas de los procesos de decisión, y bloquean cualquier avance. Debido a estas diferencias, el parlamento moldavo ha fracasado a la hora de elegir al presidente. Marian Lupu, candidato él mismo y actual portavoz parlamentario, está ocupando el puesto de presidente provisional. Es muy dudoso que la alianza actual pueda ganar las elecciones siguientes, a la vista de que los votantes moldavos están más desilusionados que nunca. Según encuestas citadas en el blog de una periodista moldava, Diana Lungu, hasta el 65 por ciento de los moldavos están hoy descontentos con la situación del país, y sólo un 24 por ciento cree que el país está yendo en la buena dirección.

El país sigue dividido, y no se han producido progresos tangibles hacia una solución sostenible del conflicto abierto en el disputado territorio de Transnistria. Después de casi dos décadas, las conversaciones de 5+2, con la participación de Rusia, Ucrania, la OSCE, la UE y EE.UU., no han producido un acuerdo sobre el status del territorio. La región separatista continúa funcionando como algo entre una tierra de nadie y un paraíso sin ley. Rusia y Ucrania han cultivado sus intereses en el mantenimiento del statu quo, y la Unión Europea, que ayuda al proceso y facilita medidas para la transformación del conflicto, carece de una estrategia clara de cómo resolverlo. La presente campaña del gobierno rumano de distribuir pasaportes a los ciudadanos moldavos, y una conducta similar por parte de los rusos en Transnistria, contribuyen muy poco al avance de la consolidación del país.

A pesar de las altas tasas de crecimiento de los últimos años, el país sigue siendo el más pobre de Europa en términos de PIB per cápita (1.810 dólares norteamericanos según la base de datos de los Indicadores de Desarrollo Mundial, publicados por el Banco Mundial en Julio de 2011). Moldavia se vio seriamente golpeada por la anterior ola de crisis económica pero parece que se está recuperando. El ministerio de economía y el FMI predicen un crecimiento del 5 por ciento para este año, dependiendo claro está del impacto del repunte de la crisis económica. Unos niveles de corrupción preocupantes favorecen la distribución desigual de la poca riqueza existente, y un desempleo relativamente elevado (que está previsto se mantenga en 2011 al mismo nivel del 2010, esto es, al 7,4 por ciento), anima especialmente a los jóvenes a buscar mejor suerte en otros países. Se calcula que alrededor del 30 por ciento de la fuerza de trabajo ha salido de Moldavia para trabajar en el extranjero.

En definitiva, el país necesita tomarse en serio su agenda de reformas y realizar esfuerzos imaginativos para superar las divisiones políticas internas que suponen el mayor obstáculo al progreso. Moldavia, con su entusiasmo actual, conserva algún potencial para alcanzar el tipo de resultados que en los años 90 consiguieron los países bálticos y otros estados orientales miembros de la UE, si es que está preparada para hacer lo que haga falta para conseguir las transformaciones necesarias. La Unión Europea, a pesar de todos sus bien conocidos defectos, no puede proporcionar la motivación desde fuera. Nadie puede hacerlo si la propia Moldavia carece de la voluntad política y de la energía necesarias. Efectivamente, hay fatiga de ampliación, algunos estados miembros de la UE están descontentos del resultado de haber ofrecido libertad de circulación a países candidatos de los Balcanes Occidentales, e incluso España ha decidido desdecirse en lo que atañe a abrir su mercado de trabajo a los rumanos. Sin embargo, todo esto cambiará con el tiempo. Lo que persistirá es el hecho de que un anillo de amigos estables, prósperos y democráticos interesa a la Unión, y que la Unión necesita una historia de éxito como componente esencial de ese anillo.

Elina Viilup,
Investigadora principal, CIDOB