El futuro de la asociación UE-CELAC: ¿Han tocado techo las cumbres?

Opinion CIDOB 337
Fecha de publicación: 06/2015
Autor:
Anna Ayuso, investigadora sénior, CIDOB
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Anna Ayuso

Investigadora sénior, CIDOB

18 de junio de 2015 / Opinión CIDOB, n.º 337

Delegaciones oficiales del más alto nivel de los 61 países de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) tomaron el centro de Bruselas los pasados 10 y 11 de junio de 2015 para la Cumbre bianual que se celebra desde 1999 con el objetivo de impulsar una asociación estratégica  bi-regional. Como en la anterior Cumbre de Santiago de Chile en 2013, el formato adoptado tras convertirse la CELAC en un interlocutor político institucional redujo el protagonismo de los Estados, y las declaraciones han sustituido las ruedas de prensa presidenciales. El resultado fue una Declaración de 77 puntos plagada de retórica, un plan de Acción continuista ampliando los ocho puntos de la Agenda de Santiago a 10 para añadir Educación superior y Seguridad ciudadana, y una declaración política titulada ”una asociación para la próxima generación” que no añade nada a la Declaración final.

La proliferación de Cumbres está llevando al agotamiento un modelo que cada día parece más un trámite diplomático que una ocasión para resolver temas y dar impulso a las políticas. Aunque el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, el presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk, y el presidente de la CELAC, Rafael Correa, se esforzaron por transmitir optimismo los resultados de la cumbre fueron desvaídos y no alientan un futuro prometedor. Con la prensa europea más preocupada en perseguir al primer ministro griego Alexis Tsipras por sus negociaciones en la capital comunitaria para evitar el default de su país, el único presidente latinoamericano que buscó los focos fue el presidente colombiano Juan Manuel Santos. Éste recibió el apoyo unánime de todos los dirigentes y obtuvo el compromiso de la UE de crear un Fondo Fiduciario que ayudará a financiar la implementación de los acuerdos de Paz para Colombia.

Entre los logros de la Cumbre también se encuentran los acuerdos UE-Colombia y UE-Chile, para participar en operaciones de gestión de crisis. Además, junto con Perú, Colombia también firmó un acuerdo con la UE para la exención del visado de corta duración para sus ciudadanos. El resto fueron anuncios vagos que requerirán negociaciones aún inciertas ya que son causa de discrepancias no solo entre ambas regiones sino en el interior de las mismas. Así se saludaron las negociaciones de un acuerdo con Cuba que normalice la anomalía de ser el único país de la región sin tratado, pero no avanzaron un ápice porqué es sabido que cuentan con la reticencia de buena parte del Parlamento Europeo, que ha dado apoyo reiterado a la oposición al régimen castrista.

Otro tanto ocurre con el acuerdo UE-MERCOSUR que, tras más de 15 años de negociaciones, sigue en el mismo punto que se dejó en la cumbre anterior; tras una reunión ministerial con la Comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, solo se llegó al  compromiso de intercambiar ofertas a final de semestre de 2015, reconociendo que las posiciones en el seno de ambos bloques siguen divididas. Frente a los crecientes rumores de una posible ruptura de la negociaciones en bloque, la Presidenta brasileña Dilma Rousseff aseguró que MERCOSUR se mantendría unido. Eso no obsta para que en otoño Brasil tenga su propia Cumbre bilateral con la UE. Siguiendo el particular formato multinivel de las relaciones euro-latinoamericanas, al terminar la Cumbre la UE mantuvo sendas Cumbres subregionales con los países del Caribe y América Central que resultaron ser aún menos trascendentes. Previamente se habían celebrado la reunión parlamentaria Eurolat, las cumbre de la Sociedad Civil organizada, la cumbre de negocios y la cumbre académica, que tienen el objetivo de alimentar los debates y contribuir a la agenda bi-regional, pero que, salvo la primera, apenas obtuvieron seguimiento.

La reunión de Eurolat pocos días antes de la cumbre, acabó sin declaración final ante la negativa de buena parte de los países latinoamericanos a pronunciarse sobre la situación política venezolana y el trato a los opositores políticos. En la Declaración de Bruselas se mantuvo el silencio y la única mención que se logró consensuar fue la de “tomar nota” de la Declaración de la CELAC de enero de 2015 sobre las acciones unilaterales contra Venezuela, en referencia indirecta a las medidas de Estados Unidos contra miembros de la cúpula venezolana a los que responsabilizan de la dura represión policial que provocó decenas de víctimas mortales. La UE cedió en ese punto a pesar de las resoluciones recientes del Parlamento Europeo en contra del encarcelamiento de los líderes de la oposición venezolana.

La retórica de los valores y principios compartidos choca con una realidad llena de matices e intereses en juego que nos trasladan al tablero global en el que ambas regiones buscan ocupar su lugar en el mundo. Rafael Correa dijo en la clausura de la Cumbre que el mundo del futuro será un grupo de bloques y la CELAC será uno de ellos. Una declaración ambiciosa para un organismo que carece de instituciones permanentes, aunque es consistente con la voluntad de algunos líderes de contraponerla a la OEA para retar la hegemonía regional de Estados Unidos. En cambio la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, señaló que las relaciones UE-CELAC forman parte de los vínculos transatlánticos y deben abordarse en conjunto. Dos dispares visiones del mundo futuro. Pero, como admitió el propio Correa, ambas regiones se necesitan y, según añadió Tusk, tienen mucho por ganar juntas. Para hacerlo realidad hay que aterrizar en los elementos estratégicos para construir una relación win-win  y huir de palabras huecas.

La historia, los lazos personales y la cultura común son el valor más seguro para convertir  los vínculos inter-regionales en un motor de las relaciones EU-CELAC.  La apuesta por reforzar las redes sociales que ayuden a las personas a vivir en un mundo global y diverso es una baza más sólida que las declaraciones. Avances significativos en la constitución de un espacio de educación superior, en la promoción e intercambio de tecnología, en el establecimiento de cadenas de valor productivas, la movilidad del talento y el trabajo y un debate honesto entre los ciudadanos sobre la traducción de principios y valores en derechos son mil veces más eficaces que la retórica diplomática. Bien está que los líderes se preocupen por cómo mejorar las relaciones inter-regionales, pero los ciudadanos quieren propuestas y no brindis al sol. El anuncio de la transformación de la Fundación EU-LAC en organismo internacional va en la línea de fomentar las relaciones entre los actores sociales, pero de poco servirá si sigue siendo un foro intergubernamental en el que dominan las lógicas nacionales. El formato actual de las cumbres es obsoleto por su falta de repercusión en términos de resultados, hay que reconstruirlo desde los cimientos.

E-ISSN: 2014-0843