Cuba y Estados Unidos más cerca, y aún distantes

Opinion CIDOB 345
Fecha de publicación: 07/2015
Autor:
Anna Ayuso, investigadora sénior, CIDOB
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Anna Ayuso

investigadora sénior, CIDOB

23 de julio, 2015 / Opinión CIDOB, n.º  345

La apertura formal de embajadas entre Estados Unidos y Cuba concretada el 20 de julio de 2015 pone fin a la ruptura de las relaciones diplomáticas que se produjo en 1961 por decisión del presidente Eisenhower tras el triunfo de la revolución de 1959. Es un paso más en el camino hacia la normalización de las relaciones anunciado en el discurso simultáneo de Raúl Castro y Barack Obama el 17 de diciembre de 2014. Tras el histórico cara a cara de ambos presidentes en la VII Cumbre de las Américas de 10 y 11 de abril de 2015, en la que por primera vez Cuba participó en un encuentro hemisférico entre todos los países de América Latina, toca ahora dar contenido concreto a las declaraciones. La simbólica ceremonia de alzada de la bandera cubana frente a la otrora llamada Sección de intereses cubanos y ahora embajada de Cuba en Estados Unidos, y la visita del canciller cubano Bruno Rodríguez al Secretario de Estado John Kerry fueron un paso más. Simultáneamente, en La Habana la representación norteamericana también pasó a ser embajada, aunque la bandera de barras y estrellas no ondeará hasta que Kerry visite la isla el próximo 14 de agosto.

Pero el pleno restablecimiento de las relaciones está aun plagado de obstáculos de orden político y económico. Más de 50 años de mutua desconfianza no se borran de un plumazo. Incluso la movilidad del personal diplomático de ambos países, antes limitado a las capitales y hoy ampliada, estará sometida a control. Cuba sigue acusando a Estados Unidos de tratar de desestabilizar el régimen mediante el apoyo a los disidentes en Cuba y las emisoras que emiten consignas anticastristas desde Florida. El discurso del canciller Rodríguez, remitiéndose a la visita de buena voluntad que hizo Fidel Castro a Washington en 1959 y exaltando la lealtad suprema a las esencias de la revolución dejó claro que el acercamiento no ha acabado con las diferencias, pero se ha abierto una vía institucional de diálogo a través de la cual gestionar tanto el mutuo interés como las diferencias.

Como antes hizo Castro, el canciller reiteró que las dos principales reivindicaciones del gobierno de Cuba son la cancelación del embargo económico y la devolución de la base naval de Guantánamo. El primero persiste desde 1962 y es considerado por La Habana el principal obstáculo al desarrollo de la economía cubana cuantificando los daños en más de cien mil millones de dólares. La base naval fue cedida a Estados Unidos en arrendamiento perpetuo a través del Tratado permanente de relaciones entre Estados Unidos y Cuba de 1930 firmado como condición a la retirada de la ocupación militar de la isla por Estados Unidos durante la guerra de independencia contra España. Un nuevo tratado de 1934 estableció nuevos límites. Washington no cuestiona la soberanía de Cuba sobre el territorio, pero defiende su derecho a mantener la jurisdicción legal y la ocupación en base a los tratados. Cuba lo considera una ocupación ilegítima. Kerry, afirmó que “de momento” el tema no estaba en las conversaciones bilaterales, dando a entender que no lo estará mientras no haya un gobierno democrático en la isla.

Respecto al embargo, la opinión pública de Estados Unidos es hoy mayoritariamente favorable al levantamiento, pero subsiste un importante lobby anti-castrista con gran apoyo en el Congreso que hará difícil derogar la Ley Torriceli de 1992 y la Ley Helms-Burton de 1996 en una Cámara de mayoría republicana y en los preámbulos de la carrera electoral presidencial. La posibilidad de derogarlas en la presente legislatura dependerá mucho de la candidatura republicana que surja de las primarias, pero es muy probable que el presidente Obama eleve la propuesta al Congreso antes de acabar su mandato. Quedan también los reclamos de indemnización por las expropiaciones realizadas durante la Revolución Cubana de 1959 a empresas y nacionales norteamericanos que el Departamento de Justicia cuantifica en 5.913 perjudicados, y que, según algunas valoraciones, hoy supondrían unos 7000 millones US$. Un acuerdo económico transaccional allanaría el camino para el final del embargo.

No obstante, existen lobbies en Estados Unidos que han visto como otros actores regionales y extra-regionales como China, Rusia y la UE se posicionan ahora que las reformas económicas en Cuba están permitiendo la entrada de capital foráneo y están apoyado el cambio de estrategia gubernamental. Entre ellos, destacan el sector agroalimentario y el turístico. A pesar de los intentos del gobierno cubano de impulsar la producción agrícola mediante la entrega de tierras y las cooperativas, la isla tiene que importar más del 70% de sus productos alimentarios. Estados Unidos es uno de sus principales proveedores desde que en 2002 se permitió la exportación agrícola a la isla, a pesar de que se tenía que pagar por adelantado. Con la nueva posibilidad de operar con entidades financieras norteamericanas se abren nuevas oportunidades para incrementar el mercado. Más sustancioso parece el sector turístico. Oficialmente, aun no se han liberalizado los viajes turísticos a Cuba, pero la permisividad de otro tipo de viajes abren múltiples posibilidades. En la actualidad España es el primer inversionista en turismo, aunque los canadienses superan ampliamente en contingente con más de un millón de visitantes anuales a la isla frente a apenas 91.000 de Estados Unidos en 2014. También se prevén negocios en sectores como la automoción, maquinaria, infraestructuras, farmacia, telecomunicaciones o cinematografía, en los cuales Cuba es prácticamente territorio virgen.

En la carrera de obstáculos hacia la normalización de las relaciones económicas con Estados Unidos, a Cuba no le incomoda que el ritmo sea lento. Así podrá pilotar con tiempo una transición suave del sistema económico manteniendo la coartada de los daños del embargo como causa de los hasta ahora magros resultados de las reformas. Para crear empleo necesitan reformas estructurales e inversión extranjera para infraestructuras y modernización del aparato productivo. Cuba está tratando de reducir a marchas forzadas la dependencia de la herida economía venezolana y para ello está tejiendo una red de posibles socios entre los que Estados Unidos no puede dejar de ser una pieza esencial.

La situación de los derechos humanos en Cuba seguirá siendo uno de los principales escollos. Cuba sostiene que los derechos humanos y la democracia son un tema de soberanía interna y rechaza injerencias, mientras Estados Unidos reitera su derecho a hacer denuncia pública y trata de llevar el tema al terreno internacional. Los intereses mutuos y el pragmatismo de Castro y Obama parecen acortar los apenas 150 kilómetros de distancia que separan la costa de Florida y Cuba, pero las discrepancias ideológicas entre los gobiernos norteamericano y cubano auguran un largo camino hasta la normalización. 

E-ISSN: 2014-0843

D.L.: B-8439-2012