COVID-19, coyuntura crítica
A finales de marzo de 2020 un tercio de la población mundial estaba confinada. Es decir, un número de personas superior a las que vivieron la Segunda Guerra Mundial se sometía a las medidas excepcionales de una pandemia global. Por su extensión espacial, simultaneidad temporal e impacto social, político y económico, el Covid-19 representa una circunstancia sin precedentes y, posiblemente, la experiencia primordial de la sociedad global del siglo XXI.
El Covid-19 es un ejemplo paradigmático y a la vez excepcional de coyuntura crítica (critical juncture). Este concepto identifica un momento de cambio crucial; desde la biología en lo referido a la evolución de una especie hasta la sociología y las transformaciones institucionales. En Ciencias Políticas, se define como un periodo de tiempo, relativamente circunscrito, marcado por un fuerte albedrío político (agency) y una distensión de las determinantes estructurales de la acción política. Por definición, una coyuntura crítica se distingue de los tiempos que la preceden y de aquellos que la siguen, tanto por el aumento de las opciones disponibles por parte de los actores políticos, como por el mayor impacto que tendrá la opción elegida. Se trata de una ventana temporal durante la cual lo (históricamente) posible irrumpe en el dominio de los hechos, generando un nuevo horizonte de soluciones factibles. En pocas palabras: una posibilidad de cambio extraordinario.
Según Mark Blyth, atento estudioso de Polanyi, la magnitud y la dirección de dicho cambio se determinan en el terreno de las ideas. Durante una coyuntura crítica creencias, pensamientos y paradigmas hegemónicos se ponen en discusión. A su vez, planteamientos antagónicos y hasta entonces marginales entran en escena, empujados por las nuevas necesidades generadas por la crisis y filtrados por un tejido político-institucional en efervescencia. Con el Covid-19 lo hemos visto claramente. Desde el estallido de la pandemia, varios sistemas de creencias y marcos de pensamiento han entrado en crisis; y las tensiones y las relaciones de poder que subyacen en ellos se han puesto en discusión.
La relación público-privado es un ejemplo de ello. Philip Stephens lo dijo muy claramente en el Financial Times: “[la pandemia] ha replanteado el papel del Estado, […] ya no es tan obvio que la respuesta a cada dilema de política económica sea dejar que decida el mercado”. El acuerdo histórico conseguido el pasado julio por la Unión Europea lo confirma: el valor monetario del tiempo ya no es el único imperativo. Así, las exigencias del mercado parecen haber dejado espacio a las necesidades públicas, en el sentido más concreto del estado de bienestar, y a nuevas soluciones en términos de políticas económicas.
Otro sistema de ideas a ser cuestionado a consecuencia de la pandemia es aquel que se articula en torno a la división nosotros-ellos. La emergencia sanitaria ha hecho evidente la artificialidad y la peligrosidad de una de las principales categorías del pensamiento contemporáneo, demostrando que, para ser eficaz, una política pública necesita llegar al conjunto de la población, sin distinción de clase o nacionalidad, sin exclusiones. La misma lógica aplica entre países: cualquier medida de confinamiento a escala nacional, sin coordinación y solidaridad entre países, pierde su eficacia al reabrir las fronteras.
Finalmente, el Covid-19 ha cortocircuitado la relación entre razón y emociones que dominaba la escena política de las últimas décadas, desvelando los espejismos populistas. Las tragedias que se están viviendo Estados Unidos y Brasil, por mencionar dos de los casos más evidentes, ponen de manifiesto que no hay propaganda, ni política simbólica que valga frente a la pandemia. La solución pasa inevitablemente por la apuesta en investigación y desarrollo, la fiabilidad de los datos, y las medidas basadas en la evidencia empírica.
El Covid-19 es una coyuntura crítica excepcional. Esto significa que estamos viviendo una crisis sin precedentes. Pero, a la vez, también quiere decir que nos encontramos en un momento especialmente propicio para el cambio, durante el cual las decisiones tomadas serán críticas para determinar el futuro que nos espera. La dirección y la magnitud de dicho cambio, aún inciertas, dependerán en gran parte del sistema de creencias que gane la batalla de las ideas. Hay varios frentes cruciales abiertos y, entre ellos, los tres dilemas planteados: la relación público-privado, la relación nosotros-ellos y la relación entre razón y emociones. Mi anhelo es que lo que hemos vivido en este 2020 tan excepcional sirva de lección para reconquistar lo público, recuperar la solidaridad y rescatar la razón.
Palabras clave: Covid-19, crisis, pandemia, excepcionalidad, Ciencia Política, público-privado, nosotros-ellos, política simbólica
E-ISSN: 2013-4428
D.L.: B-8439-2012