Apuntes | El Sur Global pide paso en el municipalismo internacional

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Fecha de publicación: 10/2024
Autor:
Agustí Fernández de Losada, investigador sénior y director del Programa Ciudades Globales, CIDOB y Marta Galceran, investigadora principal, Programa Ciudades Globales, CIDOB
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El municipalismo internacional actual es, en cierta medida, reflejo del multilateralismo clásico que opera en torno a las Naciones Unidas. Las estructuras que articulan la mayoría de las organizaciones municipalistas y la agenda política que impulsan siguen fuertemente influenciadas y ancladas en los intereses del Norte Global. Sin embargo, las voces del Sur Global tienen cada vez más relevancia, y en los últimos años han proliferado las iniciativas que cuestionan el orden establecido. Algo que tiene sentido si consideramos que el 76% de la población urbana mundial vive en países del Sur Global.

El origen del municipalismo internacional se sitúa en el corazón de Europa. Desde la fundación en 1913 de la Union International des Villes en Gante (Bélgica) el ecosistema de redes internacionales de ciudades se ha ido configurando durante la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del XXI alrededor de las principales capitales europeas. Ciudades como Londres, Bruselas, Barcelona, Bonn o París concentran los secretariados de buena parte de las redes que operan a escala global. Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), el C40 Cities o ICLEI–Local Governments for Sustainability son una buena muestra de ello.

Pero no se trata únicamente de la ubicación geográfica de los centros de poder. Una parte muy importante de los profesionales que trabajan en dichas redes son de origen europeo o norteamericano y, cuando no lo son, se han educado en universidades europeas o norteamericanas. Lo mismo sucede con los financiadores, en su mayoría organismos multilaterales con sede en países occidentales (como la Unión Europea), agencias nacionales de cooperación como la sueca, la alemana o la suiza, bancos de desarrollo con sede en Bruselas o Washington; o grandes filántropos como Bloomberg, Soros, Rockefeller o Ford, todos ellos con los centros de decisión en Estados Unidos.

Esta realidad repercute, naturalmente, en que los temas que se sitúan en la agenda política son, por lo general, los que ocupan y preocupan a las ciudades del Norte Global; o que las buenas prácticas y soluciones que las redes se dedican a difundir y replicar son las que emanan de un grupo selecto de ciudades pioneras, la mayoría situadas en Europa, Estados Unidos o Australia, o de empresas multinacionales de raíz occidental. Soluciones urbanas que a menudo confían excesivamente en el uso de tecnologías y que no siempre están pensadas para ser implementadas en contextos más allá de los occidentales. 

El compromiso de las ciudades en la lucha en contra del cambio climático ilustra muy bien esta realidad. En los últimos años, el municipalismo internacional ha puesto el foco en las iniciativas de mitigación, y muy especialmente en los procesos de transición hacia la neutralidad climática, la principal preocupación de los alcaldes europeos y norteamericanos. El trabajo del C40 o del Global Covenant of Mayors da fe de ello. Por el contrario, todo lo relativo a la adaptación a los efectos del cambio climático, incluidas las estrategias de resiliencia, ha ocupado un segundo plano, aun cuando constituye la principal preocupación de los alcaldes y alcaldesas del Sur Global. Esta tendencia es un reflejo de las prioridades políticas globales, puesto que actualmente las medidas de mitigación atraen más del 90% de los flujos de financiación climática.

Sin embargo, en los últimos años se han dado algunos movimientos muy significativos que apuntan a que esta dinámica occidentalocéntrica se podría estar resquebrajando. Sin duda, las ciudades del Sur Global empiezan a adoptar un rol más asertivo y a revertir la infrarrepresentación política (que no numérica) que han experimentado durante décadas dentro del municipalismo internacional. Una realidad que coincide con el proceso de cuestionamiento del orden global liberal y con la consolidación de nuevas potencias globales, como China, o regionales, como India, Brasil, Irán o Sudáfrica. 

Efectivamente, en los últimos años alcaldes y alcaldesas de ciudades asiáticas, africanas y latinoamericanas han ocupado puestos prominentes de liderazgo en alguna de las principales redes de ciudades globales. CGLU ha contado en las última dos décadas con los alcaldes de Estambul, Johannesburgo, Al Hoceimas o Montevideo entre sus presidentes; Metropolis, por su parte, es presidida en la actualidad por el alcalde de Dakar, y el peso en la red de alcaldes de ciudades como Guangzhou, Teherán o Bogotá es cada vez mayor; y también el C40 estuvo liderado entre 2013 y 2017 por el todavía alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, y hoy tiene un modelo de presidencia compartida entre la alcaldesa de Freetown y el alcalde de Londres. 

Por otro lado, no debe pasar desapercibida la irrupción y el creciente peso en el contexto internacional de redes de ciudades operadas desde el Sur Global. El Asian Mayors Forum, por ejemplo, es una potente iniciativa que conecta ciudades, alcaldes y gestores urbanos de Asia (y alguna ciudad africana) liderada desde Teherán. Por su parte, la ciudad rusa de Kazán ha impulsado la creación de la BRICS Association of Cities and Municipalities. Se trata de una iniciativa que cuenta con el apoyo del gobierno ruso y de la sección euroasiática de CGLU, y en cuyo congreso fundacional participaron ciudades de todo el mundo. 

Aunque para entender la irrupción del Sur Global en el municipalismo internacional hay que mirar a China. Las ciudades del gigante asiático no solo están impulsando iniciativas municipalistas regionales muy potentes, sino que tienen cada vez mayor presencia y peso político en las principales redes de ciudades que operan a escala global, como CGLU o Metropolis. Ocupan puestos de liderazgo político, financian y organizan grandes eventos, proporcionan conocimiento técnico y, en general, tienen una capacidad cada vez mayor de influenciar las prioridades y la agenda política de estas organizaciones. 

Esto último es especialmente relevante si lo vinculamos con la competición tecnológica e industrial que caracteriza el contexto geopolítico actual. China está empezando a competir con las ciudades y empresas occidentales en la provisión de tecnosoluciones a los grandes desafíos que comparten las ciudades de todo el mundo. Y lo hace a través de una densa malla de intereses económicos e influencia que conecta el mundo a través de las ciudades: la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, en su acrónimo en inglés). En los próximos años tendremos que estar atentos a cómo evolucionan iniciativas como la Belt and Road Sustainable Cities Alliance

Así mismo, esta creciente asertividad y capacidad de marcar agenda de las ciudades del Sur Global podría estar impactando la habilidad del municipalismo internacional de mostrarse como un movimiento unido, ajeno a las tensiones geopolíticas inherentes a un orden global que vuelve a configurarse en bloques de poder1. Lo ilustra bien la ausencia de una respuesta municipalista unificada ante la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania y ante la guerra entre Israel y Gaza. 

Respecto a la primera, las ciudades occidentales se han alineado con las posiciones de sus gobiernos nacionales, denunciando la invasión, apoyando las sanciones y desplegando puentes de solidaridad con sus pares en Ucrania. En claro contraste, las ciudades chinas y buena parte de las grandes urbes iranís, indias y de muchos países africanos y del Sudeste Asiático se han mantenido en una equidistancia que ha incomodado a sus socios occidentales. 

Siguiendo la misma lógica, la existencia de visiones irreconciliables sobre la guerra Israel-Gaza ha generado tensiones importantes dentro de los espacios de decisión política de algunas de las redes de ciudades con vocación más universalista, como CGLU. Valga como ejemplo el silencio de esta organización (y de muchas otras) ante un conflicto que ya se ha llevado a demasiadas víctimas por delante. 

En definitiva, en un momento de crisis globales múltiples, en que cada vez más países del Sur Global están dispuestos a contestar y reinterpretar la hegemonía del orden liberal, no debería sorprender que los movimientos tectónicos que nos están llevando a replantear el multilateralismo tal y como lo entendemos hoy, estén afectando también al multilateralismo urbano. Quizás el reto más importante que tenemos por delante es cómo transformar estos movimientos sísmicos en una oportunidad para avanzar hacia un municipalismo más inclusivo. 

Nota:

1- Fernández de Losada, A. «La diplomacia de las ciudades ante la guerra en Ucrania: ¿Hacia un municipalismo de bloques?». Opinión CIDOB, 722 (2022).