Angela Merkel en Madrid: una foto vale más que mil palabras
Laia Mestres,
Investigadora de CIDOB
10 de febrero de 2011 / Opinión CIDOB, nº 101
“España ha hecho sus deberes y va por buen camino”. Con esta frase, la Canciller alemana, Angela Merkel concluía la XXIII Cumbre bilateral hispano-alemana, celebrada en Madrid el pasado 3 de febrero. La asimetría de expectativas en ambas partes se iba haciendo cada vez más patente conforme se acercaba la cita. Mientras que para el gobierno español suponía un espaldarazo a las reformas económicas emprendidas, para la cancillería alemana era una visita protocolaria más a uno de los países más problemáticos de la zona euro.
Esta cumbre, la más económica desde que empezaron en 1984, no sólo reunió a los ministros de Exteriores, Economía y Finanzas, Trabajo y Asuntos Sociales, Transporte e Infraestructuras y Educación y Ciencia, sino que, por primera vez, también estuvieron presentes dirigentes sindicales y patronales y responsables de grandes empresas de ambos países. Asimismo, para dar más solemnidad a la cumbre, el Rey Juan Carlos I recibió a la cancillera Merkel en el Palacio de la Zarzuela.
Las relaciones entre España y Alemania con el dúo Merkel-Zapatero han sido más bien distantes, a diferencia de otras etapas más fructíferas y recordadas como el tándem Kohl-González. Desde que Angela Merkel llegó a la cancillería en noviembre de 2005, y tras algunas declaraciones desafortunadas y visiones distintas a nivel empresarial, los gobiernos alemán y español pasaron de reunirse anualmente a celebrar su cumbre bilateral de forma bianual, más por puro trámite que por interés compartido. El caso más flagrante fue la cumbre de 2010, celebrada en Hannover en marzo, aprovechando la visita de José Luis Rodríguez Zapatero a la inauguración de la Feria Tecnológica CeBIT donde España era el país invitado. Con muy poco impacto mediático, Merkel y Rodríguez Zapatero se reunieron entonces durante algo más de una hora para hablar sobre la Estrategia Europa 2020, la situación económica griega y los últimos acontecimientos de la política internacional.
Esta relación distante entre Merkel y Zapatero vivió en 2010 sus peores momentos. Ya a principios de año una de las primeras propuestas de España en el ejercicio de Presidencia semestral del Consejo fue muy mal recibida por Alemania. En una reunión con corresponsales extranjeros, José Luis Rodríguez Zapatero propuso incluir medidas correctivas (o sanciones) para aquellos estados miembros que no cumplieran con los objetivos de la nueva Estrategia Europa 2020 que venía a sustituir a la Estrategia de Lisboa. El Ministro de Economía alemán, Rainer Brüderle, negó tajantemente esta posibilidad, desacreditando a España. Otro desencuentro durante la presidencia española fue en torno a la orden europea de protección para mujeres víctimas de violencia de género. En este caso, Alemania, junto con otros países pero también con la Comisión Europea, criticaron duramente la propuesta española sin vocación de aproximar posiciones. Finalmente, muchas de las voces y rumores que cuestionaban la solvencia de España y apuntaban a un posible rescate financiero, siguiendo la estela de Grecia, provenían de medios de comunicación alemanes.
El año 2011 ha empezado rompiendo esta espiral de desencuentros. Como dijo José Luis Rodríguez Zapatero, la cita en Madrid se convirtió en “la más importante de los últimos años entre España y Alemania”. De nuevo, parece que volvemos a la lógica de cumbre anual. Sin embargo, queda la incertidumbre de si realmente se trata de cumbres con contenido o simplemente su utilidad está en la fotografía final. En esta ocasión hemos visto como en el orden del día de la reunión no tenía previsto prácticamente ningún tema de cooperación bilateral; la agenda internacional estaba, evidentemente, copada por las revueltas democráticas en el mundo árabe; y, la agenda europea era eminentemente económica. Esta última contenía, por una parte, la presentación en sociedad de los planes de ajuste españoles y, por la otra, la explicación de la propuesta franco-alemana sobre la necesidad de un pacto europeo para la competitividad. Es decir, mucha foto, poco debate y ninguna propuesta conjunta.
España decidió a principios de los ochenta que la mejor estrategia para ser alguien en el mapa europeo era acercarse, mediante de la celebración de cumbres bilaterales, a sus potenciales socios. No era una estrategia novedosa puesto que repetía el modelo franco-alemán del Tratado del Elíseo de 1963 basado en el sistema de cumbres regulares al más alto nivel gubernamental. Después de más de veinticinco años de cumbres hispano-alemanas, la cita vuelve a ser útil para la reputación de España.
El principal resultado de esta cumbre ha sido una fotografía. Las mil palabras habrán dado un plus de confianza y solvencia a la economía española pero no se han traducido en una agenda de cooperación, ni bilateral ni europea. A Alemania sólo le interesa que la economía española vaya “por buen camino” y España no está en situación de influir, ni sola ni con algún socio, en la agenda europea. De nuevo, se demuestra la utilidad asimétrica de dichas cumbres, más buscadas por España que por Alemania. Seguramente el principal objetivo de las cumbres entre España y Alemania debería ser influir en la agenda europea. Sin embargo, el encuentro de Merkel y Zapatero en Madrid no habrá dejado ninguna huella hispano-alemana en el futuro próximo de la UE. España ha vuelto a la periferia (geográfica y política) de Europa.
e-ISSN 2014-0843
Laia Mestres,
Investigadora de CIDOB