Jens-Frederik Nielsen

Primer ministro de Groenlandia (2025-)
Editado por: Roberto Ortiz de Zárate Arce
Durante décadas, las elecciones y el liderazgo de Groenlandia solo tuvieron relevancia para el público del Reino de Dinamarca, del que la isla ártica, tan vasta en superficie como mínimamente poblada, es una nación o país constitutivo, dotado de una amplia autonomía. El vínculo se conoce como Mancomunidad Danesa, de la que forman parte también las Islas Feroe y cuyo cabeza es el rey Federico X.
En 2025, sin embargo, la áspera reclamación por Donald Trump de la posesión para Estados Unidos de un territorio que codicia por su indudable valor estratégico ha convertido en centro de atención mundial a Groenlandia, foco inesperado de las mutaciones geopolíticas globales. La fijación anexionista de Estados Unidos con Groenlandia, que geográficamente es una prolongación del subcontinente norteamericano, viene de antiguo, con propuestas de adquisición que se remontan al siglo XIX. Ahora, Trump suma a las ofertas de compra amenazas nada veladas, sin descartar medidas de fuerza militar.
El nuevo primer ministro, Jens-Frederik Nielsen, desde el 28 de marzo al frente de un Gobierno de gran coalición con otros partidarios de la independencia gradual pactada con Copenhague, ha subrayado la respuesta de la gran mayoría de los groenlandeses a la Administración Trump: que el país "no está en venta" y que Estados Unidos "no lo obtendrá".
En su programa, el partido centrista de Nielsen, los Demócratas, deja claro que "el objetivo final" es la independencia, que de alcanzarse dejaría a Groenlandia soberana para negociar con potencias extranjeras en función de sus intereses. "Unidad" frente a las presiones de Washington y "construir buenos cimientos" para una futura independencia nacional es lo que Nielsen pide a sus paisanos.
(Texto actualizado hasta 4 abril 2025).
BIOGRAFÍA
De 33 años, Jens-Frederik Nielsen presenta una carrera política bastante rápida, en parte explicable por la pequeñez demográfica de Groenlandia, que no llega a los 60.000 habitantes, muchos de los cuales están involucrados en la administración pública y la política representativa. Según su escueta hoja de vida, tras concluir en 2016 sus estudios de Ciencias Sociales en la Universidad local trabajó durante menos de un año en una agencia inmobiliaria con un contrato de prácticas.
En 2018 se empleó como consultor de los Demócratas (Demokraatit), partido de centro social liberal fundado en 2002 que había formado parte de dos gobiernos de coalición pero que ahora se hallaba en la oposición parlamentaria al Gabinete del primer ministro Kim Kielsen, jefe del partido socialdemócrata Siumut (Adelante).
El 29 de mayo de 2020 los Demócratas, liderados en funciones por Nivi Olsen, aceptaron unirse al débil Gobierno de Kielsen, que alcanzó así la mayoría, y Nielsen se convirtió en ministro de Industria y Recursos Naturales. Días después, fue elegido también presidente de su partido. Luego, el 8 de febrero de 2021, Nielsen sacó a los Demócratas del Ejecutivo descontento por el conflicto interno que arrastraba el Siumut, de cuyo liderazgo el primer ministro Kielsen había sido descabalgado en noviembre de 2020 por el ex ministro Erik Jensen. Esta crisis provocó el adelanto electoral.
Con Nielsen al mando, los Demócratas sufrieron un fuerte revés en los comicios del 6 de abril de 2021 al Inatsisartut o Parlamento groenlandés; aunque él obtuvo el escaño y debutó en la vida parlamentaria, el partido sufrió un fuerte retroceso, del 19,7% al 9,2% de los votos, y perdió la mitad de los seis diputados que tenía.
En la nueva legislatura, el sector moderado de Nielsen se mantuvo en la oposición a los dos gobiernos de coalición conducidos por Múte Bourup Egede, presidente del partido eco-socialista Inuit Ataqatigiit (Comunidad del Pueblo); en el primero de estos gabinetes mayoritarios el socio menor fue el partido populista Naleraq (Punto de Orientación) y en el segundo esa condición la ostentó el Siumut. Nielsen, que en 2023 ganó el torneo masculino de bádminton de los XIX Juegos de las Islas —evento de 16 especialidades deportivas en el que cada dos años participan 24 países no estatales, regiones, municipios y otros territorios insulares de Europa y América—, fue reelegido presidente de los Demócratas en marzo de 2024.
El atractivo potencial de Groenlandia
La mayor isla del mundo si se excluye Australia tiene una superficie de 2,166 millones de km², lo que representa más de la quinta parte de la extensión de Estados Unidos; es por ejemplo seis veces más grande que Alemania y unas 50 veces mayor que la propia Dinamarca. Cuatro quintas partes están cubiertas por hielos permanentes —la capa de hielo, un gigantesco indlandsis del que parten multitud de glaciares en dirección a la costa—, en cuyo extremo sur, donde el ambiente es menos gélido, la temperatura media anual oscila entre los 5 y los 10 grados centígrados. El 85% de Groenlandia se sitúa al norte del Círculo Polar Ártico, es decir, la latitud 66º.
En Kalaallit Nunaat, que es como se llama el país en el idioma nativo, viven 57.000 personas, todas a lo largo de la costa, en sus inmediaciones o en islas aledañas, repartidas en los 71 asentamientos censados; la capital, Nuuk, concentra más de un tercera parte de la población. Casi el 90% de los groenlandeses son inuits, la etnia indígena, y solamente el 7,5% se identifican como nórdicos daneses. Hablan groenlandés (kalaallisut), lengua esquimo-aleutiana que desde 2009 es la única oficial, si bien el bilingüismo está generalizado y el danés sigue siendo idioma de uso habitual en la administración, la política, la educación y las profesiones urbanas.
El corónimo de Tierra Verde (Grønland) no es sino un recuerdo de la impresión que causó Groenlandia a sus primeros exploradores europeos, los vikingos noruegos de Erik el Rojo, a finales del siglo X, cuando el clima regional era más benigno que el que sobrevino a finales del siglo XIII, en el inicio de la denominada Pequeña Edad de Hielo. La colonización danesa-noruega se hizo permanente desde principios del siglo XVIII y durante la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos estableció aquí un protectorado de tipo militar para impedir las infiltraciones del Ejército alemán.
En 1941 los estadounidenses levantaron en la costa noroccidental la Base Aérea de Thule, actual Base Espacial Pituffik, una instalación clave para las capacidades de detección temprana de misiles del Mando de la Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD). Acabada la contienda, en 1946, Estados Unidos, deseoso de hacerse con la isla ártica por consideraciones de seguridad hemisférica, hizo a Dinamarca la más seria de sus varias ofertas de adquisición dineraria de Groenlandia hechas antes y después, desde 1867: la Administración Truman puso sobre la mesa 100 millones de dólares, pero el Gobierno liberal de Knud Kristensen rechazó vender.
A diferencia de Islandia, otra nación constituyente de Dinamarca, en su caso en calidad de reino unido personalmente a la corona danesa, y que en 1944 proclamó la república independiente, Groenlandia distaba de reunir las condiciones para funcionar como un Estado soberano. Sin embargo, Dinamarca era sensible a las especificidades humanas y geográficas del territorio.
En 1953 el Gobierno de Copenhague elevó el estatus de Groenlandia de colonia a condado, que permaneció integrado en el Reino de Dinamarca como país o nación constitutiva. Dicha relación recibió el nombre de Mancomunidad Danesa (Rigsfællesskabet, literalmente Mancomunidad de la Corona), siendo sus otros miembros la Dinamarca continental y las Islas Feroe.
En 1979 Groenlandia obtuvo a través de un referéndum la autonomía política. Fue entonces cuando estrenó Parlamento (Inatsisartut), Gobierno (Naalakkersuisut) y primer ministro (Naalakkersuisut Siulittaasuat), más la asignación de dos escaños en el Parlamento danés, el Folketing. La figura del gobernador danés dejó paso a un alto comisionado con atribuciones limitadas, básicamente representativas de las instituciones estatales.
El autogobierno recibió competencias adicionales en 2009, vía refrendaria también: desde entonces, Copenhague ya solo se ocupó de las áreas básicas de los Estados soberanos —relaciones internacionales, comercio exterior, política monetaria, control de fronteras, defensa—, al tiempo que inyectaba a Nuuk un cuantioso subsidio anual. En 1982 un segundo referéndum aprobó sacar al país de las Comunidades Europeas, a las que Dinamarca había ingresado en 1973, mudanza que tuvo lugar en 1985. El deseo de preservar la autonomía política pesquera estuvo detrás del rechazo cortés a la CEE.
La economía groenlandesa era y sigue siendo vulnerable por las grandes limitaciones ambientales, que dificultan decisivamente la infraestructura de comunicaciones y el establecimiento de un mínimo sector agropecuario, por la diminuta fuerza laboral y por la dependencia de las transferencias financieras de Dinamarca, base de casi la mitad de los presupuestos, sin las cuales no podrían brindarse servicios públicos a los ciudadanos ni pagarse los salarios a los funcionarios. La matriz económica descansa en el sector público y en las exportaciones de pescado, el gran recurso productivo, origen del 90% de los ingresos propios.
Ahora bien, el palpable retroceso de los hielos debido al calentamiento global y la previsible apertura de nuevas rutas de navegación han hecho que desde el arranque del siglo Groenlandia vislumbre un futuro económico, en base a los sectores primario (industrias extractivas) y terciario (turismo), mucho más prometedor, lo que ha estimulado los deseos locales de independencia.
En 2025 este escenario es defendido con mayor o menor énfasis por todos los partidos parlamentarios groenlandeses salvo el pequeño Atassut, adscrito a un liberal conservadurismo leal al unionismo danés. El partido Naleraq aboga por la independencia rápida, incluso unilateral. Los izquierdistas Siumut e Inuit Ataqatigiit desean asimismo ese paso pero sin precipitaciones.
Y los Demócratas de Nielsen lo contemplan también como algo factible en un impreciso futuro, aunque no sin antes adquirir más experiencia en el manejo de los asuntos internos bajo el marco actual de amplio autogobierno y asistencia económica de Dinamarca. Para Nielsen, la Mancomunidad Danesa sigue siendo imprescindible por el momento porque Groenlandia carece de estructuras económicas autosuficientes, capaces de sostener un Estado viable.
En las dos últimas décadas y con más énfasis en el lustro 2020-2025, Groenlandia viene despertando un interés creciente a nivel internacional, al proyectarse como un territorio emergente pródigo en recursos minerales y energéticos, de momento apenas explotados. En su mayor parte, estas riquezas del subsuelo, o no pasan de la fase de sondeo, o son simple objeto de estimación.
Al potencial del descubrimiento de yacimientos significativos de petróleo y gas submarinos, empresa que sin embargo acumula resultados decepcionantes y resulta muy costosa por las difíciles condiciones ambientales (en 2022 el Gobierno de Nuuk decidió reestructurar la compañía nacional de hidrocarburos Nunanoil, dedicada a recopilar datos sísmicos, ante la falta de hallazgos y suspender la concesión de nuevas licencias de prospección), se le suma la certeza de la existencia de cuantiosos depósitos de elementos de tierras raras, uranio, zinc, hierro, plomo, cobre, litio, titanio y oro, entre otros minerales.
Algunas minas ya están siendo explotadas a pequeña escala, mientras que otras permanecen vírgenes y su apertura enfrenta una considerable oposición popular por motivos ecológicos y éticos, preocupaciones de las que el Gobierno del eco-socialista Egede, sensible a los riesgos medioambientales por el cambio climático, se ha hecho eco. El conflicto interno entablado en el partido Siumut en 2020 se enmarcó precisamente en la controversia sobre la explotación de la mina de uranio de Narsaq, de la que el primer ministro Kim Kielsen era partidario y su sucesor en el mando de la formación, Erik Jensen, contrario.
Se supone que la paulatina retirada de los hielos irá descubriendo en los próximos años y décadas nuevas áreas de interés económico antes inaccesibles. Destaca además la generación hidroeléctrica, fuente renovable que surte el 70% del consumo local de electricidad.
En resumidas cuentas, por sus reservas de minerales estratégicos como las tierras raras —esenciales para las tecnologías avanzadas— y por su ubicación igualmente estratégica, como atalaya de vigilancia antimisiles de largo alcance procedentes de Rusia y Extremo Oriente y como plataforma de acceso al Paso del Noroeste —la conexión Europa-Asia por el estrecho de Davis, la bahía de Baffin, el archipiélago ártico canadiense y el estrecho de Bering—, cuya navegabilidad regular en verano parece cada vez más factible, Groenlandia es en 2025 un gran activo geopolítico. De todo ello es consciente Donald Trump, que ha incluido a la isla en su agenda ultranacionalista de MAGA.
La reclamación de Trump, el rechazo de los gobiernos de Copenhague y Nuuk, y las elecciones de 2025
En su primera presidencia (2017-2021) Trump ya se refirió varias veces a Groenlandia como un territorio extranjero que Estados Unidos debía controlar por cuestiones vitales de seguridad nacional. En 2019 el presidente desempolvó la idea de comprar la isla a Dinamarca, posibilidad que fue tachada de "absurda" por la nueva primera ministra, la socialdemócrata Mette Frederiksen. El tema volvió a salir durante la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 y cobró ímpetu en vísperas del cambio de guardia en la Casa Blanca el 20 de enero de 2025.
A finales de diciembre, Trump, al tiempo que expresaba su deseo de recobrar el Canal de Panamá, aseveró que la "propiedad y el control" de la enorme isla noratlántica era una "necesidad absoluta" para la seguridad nacional de Estados Unidos "y para la libertad en todo el mundo", sugiriendo que de no actuar Estados Unidos, Groenlandia podría caer en las áreas de influencia de China o Rusia. El primer ministro groenlandés, Múte Egede, replicó a estos comentarios asegurando que "no estamos a la venta", mientras que el Gobierno danés evidenció su inquietud al anunciar, justamente ahora, un importante aumento del gasto militar en Groenlandia para dar más visibilidad a las Fuerzas Armadas.
Al comenzar enero, Trump, aún como presidente electo, volvió a la carga amenazando directamente a Dinamarca con aranceles "a un nivel muy alto" si no se mostraba más receptiva a sus propuestas de adquisición, llegando a insinuar una acción militar. Simultáneamente, el hijo del presidente, Donald Trump Jr., realizó una visita "personal" a Groenlandia.
El 10 de ese mes, Frederiksen y Egede se reunieron en Copenhague. En una comparecencia conjunta, el primer ministro isleño declaró que los groenlandeses no aspiraban a ser "ni daneses ni estadounidenses, sino groenlandeses", que en su país había un "deseo de independencia" y que él en particular estaba "listo para hablar" con Washington en aras de una mayor cooperación. La primera ministra continental, por su parte, mostró apoyo a la postura de Egede sobre la autodeterminación de Groenlandia, derecho recogido por el estatuto autonómico, y rechazó que esta estuviera "en venta", si bien destacó la importancia de unas buenas relaciones con Estados Unidos, a fin de cuentas aliado de la OTAN.
Sin embargo, Frederiksen no podía esconder su preocupación por el tono apremiante y agresivo de Trump. El 28 de enero, la dirigente danesa emprendió una minigira por Berlín, París y Bruselas para recabar apoyos de los socios y aliados europeos, y en la que reiteró que solo a los groenlandeses correspondía decidir su propio futuro, aunque por otro lado salió a reconocer que Trump tenía razón en el punto de que Dinamarca debía invertir sustancialmente más en su propia Defensa. De hecho, el Gobierno de Copenhague anunció entonces que el gasto militar danés alcanzaría el 4% en 2025.
La salida al exterior de la gobernante fue precedida por una información periodística sobre que el 15 de enero, estando todavía Joe Biden en la Casa Blanca, Frederiksen y Trump habían mantenido una tensa conversación telefónica en la que la primera habría vuelto a rechazar la venta del territorio y el segundo habría encajado la negativa de malos modos, amenazando con represalias a Dinamarca. Asimismo, un sondeo periodístico arrojó que el 85% de los groenlandeses no querían abandonar la Mancomunidad Danesa para pasar a ser ciudadanos de Estados Unidos.
Groenlandia celebraba sus elecciones legislativas, decimoquintas desde el acceso a la autonomía en 1979, el 11 de marzo de 2025. Los comicios, previstos inicialmente el 6 de abril, fueron adelantados unas semanas por el primer ministro Egede. Las encuestas de opinión situaban en cabeza al Inuit Ataqatigiit de Egede, seguido del Siumut de Erik Jensen y, a mayor distancia, los Demócratas de Nielsen.
La campaña electoral estuvo jalonada por la escalada en la retórica de Trump, que el 5 de marzo, en su primer discurso ante el Congreso de Estados Unidos desde su regreso a la Presidencia, afirmó sin ambages: "Necesitamos Groenlandia por seguridad nacional e incluso internacional. Estamos trabajando con todo el que está involucrado para tratar de conseguirlo. Lo necesitamos de verdad para la seguridad global y creo que vamos a lograrlo. Vamos a conseguirlo de un modo u otro." Días después, Egede reclamó a Trump "respeto" para los groenlandeses.
El resultado de las elecciones fue inesperado: los Demócratas, por primera vez desde su aparición en 2002, se alzaron primeros con el 30,3% de los votos y 10 de los 31 escaños del Inatsisartut. Se trató de un salto espectacular desde el cuarto puesto, con una ganancia de 21 puntos de voto y siete diputados, Nielsen entre ellos.
Segundos fueron los populistas del Naleraq, liderados por Pele Broberg y protagonistas de otra fuerte subida, hasta los ocho representantes. El Inuit Ataqatigiit de Egede y el Siumut de Jensen, es decir, los partidos gobernantes, sufrieron un severo castigo (se dejaron 31 puntos de voto entre los dos) con siete y cuatro escaños respectivamente. Y quinto fue el conservador Atassut de Aqqalu Jerimiassen, el único partido anti-independencia, con dos diputados.
Del desenlace electoral no podían sacarse conclusiones claras sobre el panorama independentista en la isla con el factor Trump de por medio, pues si el Naleraq abogaba por la separación rápida de Dinamarca para luego colocar al país en la órbita económica estadounidense, los Demócratas eran menos enfáticos que las penalizadas formaciones de la izquierda sobre la salida de la Mancomunidad Danesa pero igualmente hostil a las pretensiones del presidente norteamericano. El fracaso de los partidos del oficialismo, las fuerzas dominantes del país desde 1979, con siete primeros ministros entre los dos, apuntaba más bien a un descontento del electorado con la gestión general del Gobierno de turno, más allá de la presente coyuntura internacional.
Nielsen, primer ministro de un Gobierno cuatripartito
El joven Nielsen, erigido en nuevo cabeza de la política groenlandesa, emprendió negociaciones para la formación de un Gobierno de coalición que se auguraba de amplio espectro. Sus primeros llamamientos fueron a la cohesión nacional y a rebajar las tensiones desatadas por Trump. El 14 de marzo, en una muestra de unidad, los líderes de los cinco partidos parlamentarios, Nielsen, Broberg, Egede, Vivian Motzfeldt —sucesora del dimitido Jensen al frente del Siumut— y Jerimiassen, suscribieron una breve declaración conjunta donde decían que:
"El presidente de Estados Unidos ha reiterado su deseo de anexión y control de Groenlandia en una reunión con el secretario general de la OTAN el 13 de marzo de 2025 (…) Nosotros, todos los presidentes de partido, no podemos aceptar las reiteradas declaraciones sobre la anexión y el control de Groenlandia. Consideramos inaceptable este comportamiento hacia amigos y aliados en una alianza de defensa (…) debemos enfatizar que Groenlandia continúa el trabajo por Groenlandia, que ya está en marcha a través de la vía diplomática, de conformidad con las leyes y regulaciones internacionales. Todos apoyamos este esfuerzo y nos distanciamos firmemente de los intentos de crear discordia. Groenlandia es un país que todo el mundo apoya".
Al día siguiente, Nielsen, primer ministro in péctore, salió de nuevo personalmente al paso de las polémicas declaraciones de Trump: "No queremos ser americanos, no queremos ser daneses, queremos ser groenlandeses y queremos tener nuestra independencia en el futuro", declaró, haciendo suyas las palabras dichas por Egede en enero, a la cadena Sky News.
Jornadas después, la indignación afloró de nuevo en Nuuk y Copenhague por el anuncio de la próxima arribada a la isla del vicepresidente J. D. Vance, al frente de una delegación que incluiría a su esposa Usha, al consejero de seguridad nacional Mike Waltz y al secretario de Energía Chris Wright. Mientras, Trump, desde Washington, añadía más leña al fuego ("la situación en Groenlandia no puede seguir así, gente de allí nos está pidiendo que vayamos").
El 28 de marzo Nielsen anunció un acuerdo de amplia coalición entre los Demócratas, el Inuit Ataqatigiit, el Siumut y el Atassut, es decir, todos los partidos parlamentarios salvo el Naleraq, que daba una confortable mayoría absoluta de 23 escaños. Sin solución de continuidad, Nielsen tomó posesión como el octavo primer ministro groenlandés, sucediendo a Egede, quien continuó en el Gobierno como ministro de Finanzas e Impuestos. La líder del Siumut, Motzfeldt, renovó como ministra de Exteriores. Los Demócratas se quedaron con tres de los nueve ministerios, además de Nielsen.
Esa misma jornada tuvo lugar la anunciada visita de Vance y su séquito, quienes hubieron de conformarse con conocer la remota Base Espacial Pituffik, donde solo había soldados estadounidenses, porque en Nuuk nadie quiso recibirles. En la instalación militar, Vance arremetió contra el Gobierno de Dinamarca, acusándolo de descuidar sus obligaciones inversoras en Groenlandia ("no ha hecho un buen trabajo para mantener la seguridad", dijo). Nielsen lamentó la visita del vicepresidente, que no le parecía "una señal de respeto", y manifestó: "Es muy importante que dejemos de lado nuestros desacuerdos y diferencias, porque solo así podremos hacer frente a la fuerte presión a la que estamos expuestos desde el exterior".
El 2 de abril Nielsen recibió en Nuuk a la primera ministra Frederiksen, que con su visita, de tres días, buscaba fortalecer la confianza de los líderes groenlandeses y reafirmar la soberanía danesa frente a las ambiciones de Trump. Poco antes, el 30 de marzo, el presidente había enfatizado su intención de anexionar Groenlandia con estas palabras para la NBC News: "Vamos a conseguir Groenlandia. Sí, al 100%. Existe una buena posibilidad de que podamos hacerlo sin fuerza militar, pero no descarto ninguna opción".
(Cobertura informativa hasta 4/4/2025).
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