António Costa

Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 4/12/2015. António Costa, primer ministro dede 2015, formó su segundo Gobierno en Portugal el 26/10/2019, ahora sin el apoyo parlamentario formal del BE y el PCP, tras las elecciones legislativas del 6/10/2019, las cuales fueron ganadas por el PS con mayoría simple. El partido del primer ministro volvió a vencer, esta vez con mayoría absoluta, en las elecciones del 30/1/2022, tras lo cual Costa formó su tercer Gobierno el 30/4/2022. 

El 7/11/2023 Costa presentó la dimisión al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, en el contexto de las investigaciones conducidas por el Ministerio Público de Portugal, contra él y otros miembros del Gobierno, por unos presuntos casos de prevaricación, corrupción activa y pasiva, y tráfico de influencias en negocios internacionales de litio e hidrógeno verde. El 9/11 Rebelo disolvió la Asamblea y convocó elecciones anticipadas para el 10/3/2024; hasta entonces, Costa continuó en el cargo en funciones. El 7/1/2024 Pedro Nuno Santos sucedió a Costa como secretario general del PS. Las elecciones anticipadas fueron ganadas con mayoría simple por la Alianza Democrática (AD), coalición conservadora entre el PSD y el CDS-PP. El líder del PSD, Luís Montenegro, formó un Gobierno minoritario de coalición el 2/4/2024.

El 27/6/2024 el Consejo Europeo eligió a António Costa presidente de dicha institución de la UE, con un mandato de cinco años. El 1/12/2024 el ex primer ministro portugués tomó posesión de su nuevo cargo europeo en sucesión del belga Charles Michel.

Pese a no haber ganado las elecciones legislativas del 4 de octubre, António Costa, secretario general del Partido Socialista (PS), se convirtió en primer ministro de Portugal el 26 de noviembre de 2015 en virtud de un histórico acuerdo con el Bloque de Izquierda (BE) y el Partido Comunista (PCP). El XXI Gobierno Constitucional de la República Portuguesa ha surgido del común rechazo de Costa y los líderes bloquista, Catarina Martins, y comunista, Jerónimo de Sousa, a las políticas de austeridad del ahora defenestrado primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho. El bipartito de centro-derecha (PSD y CDS-PP) ganó los comicios por mayoría simple, tras lo cual Passos formó un segundo Gobierno congénitamente débil que solo se sostuvo diez días, hasta el 10 de noviembre, cuando fue derribado en una moción de censura conjunta de la izquierda, cuyos escaños suman 122 de 230.

El sorprendente desenlace político, no contemplado antes de las elecciones y que de hecho rompe un tabú ideológico y estratégico mantenido por el PS desde 1975, cuando concluyeron los gobiernos provisionales de coalición con el PCP en la etapa posterior a la Revolución de los Claveles, deja a Costa, quien fuera popular alcalde de Lisboa durante ocho años, al frente de un Gabinete únicamente integrado por ministros de su partido y por independientes. Sin embargo, cuenta con el respaldo externo de las izquierdas radical y marxista, abiertas a un entendimiento parlamentario con los socialistas para revertir los grandes "retrocesos" experimentados por Portugal en todos estos años de ajuste anticrisis.

El consenso alcanzado recoge una batería de medidas centradas en la inversión social (pensiones, salarios, ayudas a las rentas más bajas), la lucha contra el desempleo y la precariedad laboral, el aumento de la progresividad fiscal y el final de las privatizaciones. Costa se ha comprometido, y de manera específica ante el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva (quien no ha dejado de expresar dudas por este drástico e inusual cambio de Gobierno), a conciliar los objetivos de rescate social y generación de riqueza con las obligaciones europeas de disciplina presupuestaria y estabilidad financiera, una aclaración pertinente por cuanto el BE y el PCP, dos fuerzas que siempre han militando en el bando anti Troika, defendieron con ahínco durante la campaña electoral la reestructuración de la deuda, la desvinculación de las reglas de la Eurozona y el mismo abandono del euro.

El nuevo gobernante proclama que su Ejecutivo lidera un cambio de rumbo económico y encarna la "alternativa a la austeridad" creadora de pobreza. Y lo hace al cabo de un lustro de desventuras para los socialistas lusos, que vivieron desde el poder el estallido de la crisis, el doloroso rescate solicitado a la Troika, el desalojo por los socialdemócratas de Passos en las elecciones de 2011, el fracasado liderazgo de António José Seguro, al que Costa arrebató la Secretaría en 2014, y el encarcelamiento del anterior secretario general y primer ministro, José Sócrates, acusado de fraude. 

Sin embargo, sobre el Gabinete Costa gravitan dos déficits que alimentan las dudas acerca de su solidez: no dispone de un programa redactado en común por todos los partidos que lo apoyan (en lugar de eso, el PS firmó documentos por separado con el BE, el PCP y el pequeño Partido Ecologista Los Verdes, satélite del anterior), y Martins y Sousa han rehusado suscribir un pacto blindado para toda la legislatura, con lo que preservan la independencia de criterio a la hora de votar en la Asamblea. Por de pronto, las primeras fisuras internas ya han surgido, y en el mismo PS, donde un sector rechaza la alianza "heterodoxa" de toda la izquierda.

(Texto actualizado hasta 4 diciembre 2015).


De ministro en los gobiernos Guterres y Sócrates a alcalde de Lisboa

António Costa es hijo de Orlando da Costa (1929-2006), reconocido poeta y escritor de filiación comunista nacido en Mozambique y criado en la entonces también colonia lusa de Goa, en la costa occidental de India, de donde era oriundo su padre, y de Maria Antónia Palla, periodista destacada en la lucha por los derechos de las mujeres portuguesas en los años de la dictadura salazarista y después de la Revolución de 1974. El joven tuvo una hermana, Isabel, fallecida en edad infantil, y conserva un hermanastro, Ricardo, fruto del segundo matrimonio del padre con Inácia Martins Ramalho de Paiva y quien es en la actualidad el director del diario Expresso.

Militante del PS de Mário Soares desde temprana edad, António Costa estudió para abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad de su Lisboa natal, donde estuvo activo en la Asociación Académica, cuya Revista da AAFDL dirigió entre 1986 y 1987. Tras sacarse la Licenciatura en Ciencias Jurídico-Políticas, realizó un curso de posgrado en el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad Católica Portuguesa (UCP) y en 1988 se puso a ejercer la abogacía, práctica profesional privada que empezó compaginando con su cargo político de representante en la Asamblea Municipal de Lisboa, obtenido por primera vez en 1982 a los 21 años. 

Ya en 1987, de la mano del entonces secretario general de la formación, Vítor Constâncio, Costa tomó asiento en el Secretariado Nacional del PS, función que conservó hasta 1990. En las elecciones generales de octubre de 1991, vueltas a perder por los socialistas, ahora liderados por Jorge Sampaio, frente al Partido Social Demócrata (PSD, conservador) del primer ministro Aníbal Cavaco Silva, Costa conquistó el escaño en la Asamblea de la República y dos años después sumó un mandato de concejal en el Ayuntamiento de Loures, municipio de la zona alta del Gran Lisboa.

En 1994, luego de llegar António Guterres a la Secretaría General, Costa regresó al Secretariado Nacional y en los comicios del 1 de octubre de 1995 fue reelegido diputado al tiempo que el PS, tras tres fracasos consecutivos, se imponía al PSD pero sin alcanzar la mayoría absoluta. Al constituir Guterres su primer Gobierno el 28 de octubre, Costa debutó en las tareas del Ejecutivo como secretario de Estado para Asuntos Parlamentarios. 

En noviembre de 1997 Guterres le ascendió a miembro del Gabinete como ministro para Asuntos Parlamentarios y el 25 de octubre de 1999 le confió la cartera de Justicia en su segundo Gobierno, sustituyendo a José Vera Jardim. Este último cometido llegó a su fin el 6 de abril de 2002 al producirse el relevo de los socialistas por los socialdemócratas de José Manuel Durão Barroso, triunfadores en las elecciones del 17 de marzo y retornados al Ejecutivo en coalición con el derechista Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP).

Al iniciar su cuarta legislatura, Costa pasó a encabezar el menguado grupo parlamentario socialista en la oposición al Gobierno Barroso. En marzo de 2004 se apartó de esta función en el Parlamento de Lisboa para preparar su candidatura a miembro del Parlamento Europeo, donde resultó elegido en las votaciones del 13 de junio yendo como cabeza de lista en el lugar dejado vacante por el ex ministro de Finanzas António de Sousa Franco, fallecido súbitamente de un fulminante ataque cardíaco tan solo cuatro días antes de la cita con las urnas.

El representante luso en el Grupo del Partido de los Socialistas Europeos no cumplió un año como diputado y vicepresidente del Parlamento Europeo, donde estuvo adscrito al Comité de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior, ya que en las elecciones generales portuguesas del 20 de febrero de 2005 el PS, de la mano de su nuevo secretario general, José Sócrates, arrolló al PSD de Pedro Santana Lopes con una mayoría absoluta de 121 escaños, la primera en la historia de la agrupación, lo que le permitió regresar al Gobierno en una situación de máxima comodidad. El 12 de marzo Sócrates juró como primer ministro y en su Gabinete no faltaba Costa, a estas alturas un veterano en estas lides, en calidad de ministro de Estado y de Administración Interna.

El 17 de mayo de 2007 Costa se dijo de baja en el Gobierno para presentarse a uno de los cargos políticos más codiciados del país, la presidencia de la Cámara Municipal de Lisboa, es decir, la alcaldía de la capital de Portugal, que hasta 2002 había estado controlada por los socialistas, primero con Sampaio y luego con João Soares, hijo de Mário. Costa lanzó su aspiración tan pronto como António Carmona Rodrigues, un independiente vinculado al PSD, se vio obligado a dimitir como alcalde a raíz del escándalo suscitado por una operación irregular de permuta de terrenos municipales, lo que hizo necesario la convocatoria de elecciones autárquicas anticipadas y la instalación de una Comisión Administrativa para dirigir el Consistorio de manera interina.

El 15 de julio la lista encabezada por Costa se impuso a la conservadora de Carmona Rodrigues con el 29,5% de los votos, un porcentaje sin parangón en la cuenta del PS. El 1 de agosto de 2007 Costa arrancó su mandato al frente de la Cámara Municipal lisboeta, que renovó en las autárquicas de octubre de 2009 con el 40,2% de los votos y en las de septiembre de 2013 con un impresionante 50,9%, cuota electoral que más que duplicó la sacada por su contrincante del PSD, Fernando Seara. Además, en noviembre de 2013 asumió la presidencia del Consejo del Área Metropolitana de Lisboa (AML).

Ascenso a la Secretaría del PS, programa de "alternativa a la austeridad" y fracaso en las elecciones legislativas de 2015

Desde su bastión municipal y con su popularidad en unas cotas envidiablemente altas, Costa quedó a resguardo de las desdichas del Gobierno nacional de Sócrates, carente de la mayoría absoluta desde las legislativas de 2009 y que a partir de 2010, confrontado con una gravísima crisis económica y financiera, se vio obligado a lanzar paquetes de ajuste y austeridad uno detrás de otro. En marzo de 2011, en el apogeo de la tormenta, Sócrates presentó la dimisión como primer ministro al no obtener de la Asamblea el visto bueno para la catarata de recortes sociales y subidas de impuestos contenidos en el IV Programa de Estabilidad y Crecimiento, resignándose a unas elecciones anticipadas que pintaban muy mal para el PS. 

Las perspectivas electorales de los socialistas se tornaron definitivamente negras cuando en abril, en plena precampaña, el primer ministro se vio obligado a solicitar el rescate financiero internacional, 78.000 millones de euros en créditos de los fondos de la Eurozona y del FMI, para evitar el colapso de Portugal bajo la carga de sus títulos de deuda soberana, que la escalada de la prima de riesgo obligaba a pagar a unos intereses insostenibles.

Tal como se esperaba, el 5 de junio de 2011 el PS sufrió una debacle en las urnas y el 21 de ese mes Sócrates cedió el despacho del Palacio de São Bento al socialdemócrata Pedro Passos Coelho, partidario de acometer una reforma estructural en toda regla más allá del estricto cumplimiento de las duras condiciones de la Troika de acreedores. A continuación, el 23 de julio, tuvo lugar el cambio de líder en el PS, relegado a una ingrata oposición al Gobierno mayoritario del PSD y su aliado tradicional, el CDS-PP de Paulo Portas, con la elección para la Secretaría General de António José Seguro, procedente del círculo de colaboradores de Guterres. 

No obstante estar considerado uno de los pesos pesados del partido y su dirigente con más tirón popular, Costa declinó postularse ahora al cargo con la explicación de que estaba comprometido con los lisboetas y deseaba completar el mandato de alcalde. Ahora bien, dejó claro su apoyo al otro aspirante a suceder a Sócrates, el jefe del grupo parlamentario en la Asamblea de la República, Francisco Assis, quien al final fue ampliamente derrotado por Seguro.

Costa continuó en el primer plano de la agitada política nacional lusa, aunque un poco como observador desde la barrera, que tomaba nota de la situación y priorizaba la preservación de su caudal de apoyos en el distrito más populoso del país. En abril de 2013, en vísperas del XIX Congreso Nacional del PS, el regidor municipal se abstuvo nuevamente de poner sobre la mesa su apuesta por el liderazgo pese al coro de voces que le instaban a dar ese paso y pese también a sostener una valoración crítica de la gestión de Seguro, el cual fue reelegido casi por aclamación al no tener que defender la Secretaría frente a ningún rival importante. 

Desde el otoño de 2012 los socialistas venían encabezando sistemáticamente todos los sondeos de intención de voto, pero el liderazgo opositor de Seguro, con un discurso paulatinamente hostil a las draconianas medidas de austeridad que la Troika exigía a Portugal, no terminaba de convencer. Los resultados de las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014, ganadas al centro-derecha con un porcentaje, el 31,5%, más bajo de lo esperado, sembró inquietud en el PS y reafirmó en sus opiniones a quienes desde el partido ponían en duda la capacidad de Seguro para erigirse en la alternativa a Passos Coelho.

Apenas dos días después de la elecciones europeas, el 27 de mayo, Costa, con su suavidad de formas habitual, abrió las hostilidades al anunciar que estaba "disponible para asumir la responsabilidad de liderar el cambio y garantizar un Gobierno sólido". Muy enfadado por el "oportunismo" del alcalde, Seguro se negó a someterse a una elección extraordinaria a la Secretaría General, pero no tuvo más remedio que aceptar una elección primaria socialista de carácter abierto, en la que pudieran participar miembros y no miembros del PS a condición de que se registraran para el proceso, con el fin de decidir quién sería el cabeza de lista por Lisboa y el candidato a primer ministro en las elecciones que tocaban en el otoño de 2015.

Desde el primer día, Costa se adueñó de la condición de máximo favorito en las encuestas y el 28 de septiembre de 2014 tumbó a Seguro con el 67,8% de los votos, en términos absolutos 120.188 papeletas. En el instante en que conoció su clamorosa derrota, Seguro dimitió como secretario general del partido. Las funciones fueron asumidas temporalmente por la presidenta orgánica, Maria de Belém Roseira, la cual convocó una reunión de la Comisión Nacional, el máximo órgano entre congresos, para definir el calendario de las elecciones directas a la Secretaría General y el Congreso extraordinario.

Costa culminó en estos dos tiempos su asalto a la jefatura del socialismo portugués: primero, el 22 de noviembre, siendo el único candidato, se hizo con la Secretaría con el apoyo de más de 22.000 militantes, el 96% de los que participaron en la elección; a continuación, el 30 de noviembre, el XX Congreso Nacional del PS, celebrado en el Parque das Nações de Lisboa, se saldó con la elección de un Secretariado Nacional prácticamente copado por leales, los llamados costistas, y purgado de socráticos y seguristas. El todavía alcalde de Lisboa dijo sentirse orgulloso de pilotar un partido "que siempre fue decisivo para la defensa de la libertad, la consolidación de la democracia, la integración europea y la afirmación del Estado social". Ahora, el PS debía concentrarse en "parar la regresión social, restaurar la confianza y poner fin al clima de incertidumbre que socava la sociedad portuguesa".

En su debut al frente de la oposición parlamentaria de Portugal, Costa, ejemplo de político llevado en volandas al timón de su formación por los militantes contra las preferencias del aparato dirigente, se encontró con la necesidad de pasar página al embarazoso pasado reciente, y aún el presente, de su colectividad, que arrastraba el estigma de ser la que, desde el Gobierno, había abierto las puertas a la gran austeridad y firmado el Memorándum con la Troika para contener la peor crisis financiera de la Tercera República. Pero lo que más dañaba la imagen del PS, no obstante seguir encabezando los sondeos de intención de voto, era el escándalo de corrupción que afectaba al anterior secretario general y primer ministro, Sócrates, quien justamente ahora fue detenido por agentes de la Autoridad Tributaria y Aduanera acusado de fraude, blanqueo de capitales y falsificación documental, previamente a su ingreso en la cárcel de Évora.

El nuevo secretario general impuso a sus conmilitones la prohibición de alentar los acercamientos al Gobierno conservador del PSD y el CDS-PP con vistas a una colaboración en la Asamblea sobre determinadas cuestiones legislativas, pues al PS y el centro-derecha, responsable, con sus políticas de ajuste, de la situación de "desempleo, empobrecimiento y emigración" que lastimaba a los portugueses, les separaba "un foso ideológico, cultural y de civilización".

La consigna, acuñada después de renunciar, el 6 de abril de 2015, a la alcaldía de Lisboa (la cual pasó a Fernando Medina) con concentrarse en la empresa partidaria, era ofrecer al electorado una "alternativa a la austeridad", pero sin poner en cuestión las reglas de la Eurozona. A esta postura pretendidamente ecuánime Costa llegó después de hablar, inspirado por Alexis Tsipras y su Gobierno de la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA) en Grecia, de una reestructuración de la deuda y de contradecir su discurso al reconocer, delante de empresarios chinos, que el país se encontraba en "una situación diferente" a la que había en 2011. Al expresarse así, el líder socialista había aludido implícitamente al final del rescate crediticio y la intervención de la Troika en junio de 2014, tras lo cual Portugal, a diferencia de Grecia, no tuvo necesidad de acogerse a nuevas ayudas, y a la salida de la recesión en el segundo trimestre de 2013, al cabo de un trienio nefasto.

El programa del PS para las elecciones del 4 de octubre de 2015, aprobado por la Convención Nacional de junio bajo el lema Alternativa de confianza, era para Costa un documento realista y ambicioso que incorporaba una "agenda para una década" y que contrastaba con el programa "fantasioso y aventurero", "asentado sobre una ficción", del "dúo de ilusionistas" que formaban el primer ministro Passos y el viceprimer ministro Portas, dos hombres de carácter frío y, en particular el primero, de estilo tecnocrático, contrapuesto al talante más jovial y afable del líder socialista. Su objetivo fundamental era "pasar página a la austeridad" aplicando un "programa de recuperación de la economía y el empleo" así como una "estrategia nacional de combate a la pobreza", capaces de revertir los "retrocesos" de años y hasta de décadas advertidos en multitud de indicadores sociales y económicos.

Dentro de este apartado, central en su manifiesto, los socialistas anunciaban una plétora de actuaciones: bajar la presión fiscal a las familias con la cancelación de la sobretasa del 3,5 al Impuesto sobre el Rendimiento de las Personas Singulares (IRS) entre 2016 y 2017 y aplicar una reducción del 4%, progresiva y temporal, hasta 2019, a las cotizaciones a la Seguridad Social; recortar en 10 puntos el IVA de la restauración, dejándolo en el 13%; en línea con la progresividad fiscal, crear un nuevo impuesto sobre las herencias de más de un millón de euros para financiar la Seguridad Social; poner fin a los recortes en las pensiones y los salarios de los funcionarios; elevar el salario mínimo nacional; restablecer la semana laboral de 35 horas en la función pública y descongelar las convocatorias de oposiciones a plazas de la administración del Estado en 2018. 

También, como política activa de creación de empleo, en un país con una tasa de paro del 12%, proponían implementar el programa Contrato-Generación, destinado a los jóvenes desocupados o en busca de su primer trabajo. Para combatir la precariedad laboral, querían relanzar la negociación colectiva y limitar las contrataciones temporales. En atención de los colectivos más vulnerables, pretendían restituir las anteriores coberturas de las prestaciones Renta Mínima Garantizada (RSI) y Complemento Solidario para los Ancianos (CSI), prohibir las ejecuciones hipotecarias por deudas inferiores a las del valor de la vivienda ejecutada, suspender los embargos del inmueble en los demás casos e instituir un "Banco Ético" para aliviar el sobreendeudamiento de las familias.

En cuanto al Servicio Nacional de Salud (SNS), Costa se comprometió a gastar en él "más y mejor", dotándole de mayores medios y potenciando sus prestaciones y servicios, aunque no hablaba claramente de eliminar las subidas de los copagos sanitarios introducidas por el Gobierno Passos, medida tremendamente impopular cuya abrogación de un plumazo sí reclamaban los rivales del PS por su izquierda; estos eran la Coalición Democrática Unitaria (CDU) que encabezaba el viejo Partido Comunista Portugués (PCP) de Jerónimo de Sousa y el más moderno Bloque de Izquierda (BE) de Catarina Martins, el equivalente local de la SYRIZA griega. Los socialistas asumían que las familias habían de contribuir con pagos específicos, por atenciones médicas, recetas y hospitalizaciones, a la financiación de la sanidad, pero consideraban que la actual cuota de financiación, el 32%, correspondiendo el resto al Estado, era excesiva y debía ser "progresivamente revertida".

Por otro lado, el PS planteaba la necesidad de tomar un "nuevo impulso para la convergencia con Europa", que había desandado muchos escalones desde el comienzo de la crisis, y de hacer una "lectura inteligente de la disciplina presupuestaria" que estipulaban los tratados europeos; en otras palabras, los socialistas lusos se fijaron unos objetivos de reducción de déficit y de volumen de deuda menos rigurosos que los trazados por el Gobierno Passos y más en sintonía con las previsiones de la Comisión Europea; así, esta pronosticaba para 2015 un déficit público del 3,2% del PIB, en lugar del 2,7% estimado por Passos, y una deuda del 117% del PIB, en vez del 107% calculado por el Ejecutivo.

Acuerdo tripartito de la izquierda para expulsar a Passos Coelho y conversión en primer ministro de Portugal

Aunque les unía el rechazo, con diversas gradaciones y matices, a la actual estrategia anticrisis, fiada a la austeridad, de Passos Coelho, Costa, Martins y Sousa apenas tenían comunicación personal entre sí y lideraban unos grupos políticos con vocación de autónomos que tampoco poseían experiencia de colaboraciones mutuas. En estas circunstancias, la perspectiva de una alianza de toda la izquierda portuguesa, la socialdemócrata moderada del PS, la marxista patriótica del PCP y la socialista democrática y anticapitalista del BE, no entraba en las cábalas plausibles de casi nadie. 

Antes de las elecciones no hubo amagos de constituir un frente de izquierdas para impedir la reelección del Gobierno del centro-derecha y nada sugería que después de los comicios, independientemente de los resultados, fuera a articularse algún tipo de coalición capitaneada por el PS. La mera perspectiva de un Ejecutivo socialista de minoría sostenido desde el Parlamento por comunistas, contrarios a la moneda única europea, y bloquistas, partidarios de la reestructuración de las deudas del Estado, resultaba inconcebible para muchísimas personas, empezando por Costa.

Para el candidato socialista, el único escenario factible era la victoria de su partido y su regreso al Gobierno por méritos exclusivamente propios. Ahora bien, desde principios de septiembre los sondeos dejaron claro que la suma de las intenciones de voto para el PSD y el CDS-PP, que se presentaban coaligados con el nombre de Portugal al Frente, superaba en varios puntos a la del PS. La briosa recuperación de Passos y Portas se sostuvo hasta el final y el 4 de octubre el veredicto de las urnas fue dar la victoria a Portugal al Frente con el 36,9% de los votos, lo que representaba una pérdida de 10,9 puntos en relación con el voto aglutinado del PSD y el CDS-PP en 2011, y 102 escaños, es decir, 22 menos que hace cuatro año y 14 por debajo de la mayoría absoluta.

Los de Costa experimentaron una subida de 4,3 puntos y 12 escaños, quedándose en el 32,3% de los votos y los 86 diputados, lo que les convertía de hecho en la primera fuerza del país. También ascendieron el BE, de manera notable (hasta el 10,2% y los 19 diputados), y la CDU del PCP y el Partido Ecologista Los Verdes (PEV), en su caso mínimamente (el 8,2% y 17). Con esta aritmética parlamentaria, los tres partidos de la izquierda se encontraban en situación de ofrecer una alternativa de Gobierno respaldada por una mayoría absoluta de 122 escaños, pero Costa dijo descartar esta posibilidad porque los socialistas no querían formar parte de una "mayoría negativa" que pusiera en cuestión los compromisos europeos de Portugal y la noción de la moneda única.

Mientras escuchaba el runrún de descontento en sus filas por la decepción electoral y hasta los primeros ruidos de sables internos que hacían presagiar una contienda por el liderazgo en un próximo congreso extraordinario del PS, Costa, diciendo actuar en aras de la "gobernabilidad", se declaró abierto a negociar la instalación de un nuevo Gobierno del centro-derecha con Passos, al que el presidente de la República, Cavaco Silva, trasladó el encargo formativo el 6 de octubre. Sin embargo, la postura cooperativa de Costa con los conservadores estaba envuelta en vaguedad y escepticismo. 

El 14 de octubre las conversaciones entre los dos cabezas de facción terminaron encallando entre acusaciones del líder socialdemócrata al socialista de "chantajismo" por su negativa a suscribir el documento que Portugal al Frente le había presentado para "facilitar el compromiso". En juego estaban la investidura de Passos como primer ministro y la aprobación de los presupuestos generales de 2016, que la Comisión Europea quería tener sobre la mesa no más tarde del 15 de octubre.

La ruptura con Passos permitió a Costa acelerar las conversaciones que, en paralelo a las sostenidas con el PSD, ya venía manteniendo con Martins y Sousa. Las mismas apuntaban a la ruptura del que hasta ahora había sido un gran tabú de la política portuguesa, vigente desde el final de la colaboración entre el PS de Mário Soares y el PCP de Alvaro Cunhal en los dos turbulentos años (1974-1976) que duró la provisionalidad institucional abierta por la Revolución de los Claveles: la constitución de una mayoría de Gobierno de izquierdas por los socialistas, los comunistas, los verdes y los bloquistas, aglutinados en torno al rechazo común a las políticas de austeridad.

Tanto Sousa como Martins confirmaron que estaban listos para brindar apoyo estable a un Ejecutivo dirigido por Costa y al que ellos no contribuirían con ministros, pero este preacuerdo de la izquierda no disuadió a Cavaco de nombrar, el 22 de octubre, primer ministro al ganador de las elecciones aunque no tuviese mayoría absoluta y aunque pendiera sobre él la amenaza de un voto de censura de la oposición que lo descabalgaría a las primeras de cambio. Así las cosas, el 30 de octubre Passos constituyó su nuevo Gabinete bipartito de minoría. Costa y sus nuevos aliados le auguraron la más corta vida, pues el voto combinado de la izquierda se encargaría de hacerlo caer en cuanto presentara su programa, que en lo económico era de signo continuista.

En efecto, en los primeros días de noviembre el PS, el BE y el binomio PCP/PEV pactaron derribar a Passos mediante una moción de rechazo a su programa de gobierno que daría al presidente Cavaco, quien por ley no estaba obligado a proceder de esa manera (así, podía mantener a Passos con carácter provisional y dejar que su sucesor en la jefatura del Estado cuando expirase su mandato en enero de 2016 convocara elecciones anticipadas), la oportunidad de nombrar a Costa en su lugar.

El entendimiento alcanzado por las cuatro formaciones izquierdistas estipulaba que el Gobierno monocolor de Costa gozaría de un respaldo parlamentario con "perspectiva de legislatura" y aplicaría un programa de consenso donde unos y otros hacían concesiones, aunque bastante más la extrema izquierda, pues claudicaba en sus principales metas estratégicas, cuales eran el abandono de la Eurozona y la desvinculación de la obligación de situar el déficit por debajo del 3% del PIB tal como establece el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, la impugnación de la deuda pública considerada ilegítima, la nacionalización de la banca y la salida de Portugal a la OTAN. Las partes acordaron aplicar una batería de políticas de alcance social y económico, la mayoría de las cuales se ajustaban al programa electoral del PS, si bien este también tuvo que renunciar a algunos puntos significativos, como la eliminación de la llamada tasa social única.

Las principales medidas a aplicar por el Gobierno Costa iban a ser: la reanudación de las actualizaciones anuales de las pensiones, congeladas desde 2010; la recuperación de los anteriores niveles de cobertura de los complementos sociales para las rentas más bajas; la restitución gradual de los recortes en los salarios de los funcionarios; la subida, gradual también, del salario mínimo, de manera que al finalizar la legislatura en 2019 este pasase de los 505 euros actuales a los 600 euros; la vuelta a las 35 horas en la semana laboral de los funcionarios; la exoneración de cotizar a la Seguridad Social para los trabajadores con sueldos inferiores a los 600 euros; una reforma profunda de la legislación sobre el empleo para penalizar la contratación temporal y el exceso de precariedad, y favorecer los convenios colectivos con participación sindical. 

En el terreno fiscal: la supresión de la sobretasa del IRS para 2017, la creación del impuesto sobre las herencias por encima del millón de euros y la bajada del IVA hostelero del 23% al 13%. Además: la retirada, condicionada, de la tasa médica por recibir tratamiento en los servicios de urgencias; la aplicación de una tarifa social eléctrica para medio millón de familias con bajos recursos; y un parón total de la campaña de privatizaciones. Estos puntos constaban de manera desigual en tres documentos firmados por separado por el PS con el BE, el PCP y el PEV. Los tres textos presentaban marcadas diferencias de articulado y extensión, siendo el más minucioso el del BE. Por lo demás, la coalición no presentó ningún programa unitario, ni siquiera una declaración básica de intenciones.

El guión político pactado por Costa, Martins y Sousa fue aplicado con todo rigor. El 10 de noviembre, poniendo colofón a la sesión de debate del programa de gobierno presentado por Passos, la izquierda tramitó en la Asamblea de la República, con Eduardo Ferro Rodrigues, quien fuera secretario general del PS en 2002-2004, de flamante presidente, cuatro mociones de rechazo, una por cada formación. La primera de ellas, la de los socialistas, aprobada por 123 votos (los 122 del PS, el BE, el PCP y el PEV, más el del solitario diputado del partido Personas-Animales-Naturaleza, PAN) contra 107, bastó para truncar el vigésimo Gobierno constitucional de Portugal a los diez días de formarse.

El Gabinete Passos Coelho II pasó a los anales como en el más breve Ejecutivo de todos los habidos en la nación ibérica desde 1974 y uno de los más fugaces en la historia de la Europa contemporánea. Durante la sesión, el defenestrado acusó a Costa de tener "apetito de poder" y de derribar un "Gobierno legítimo" para sustituirlo por otro carente de "cohesión". El aspirante a primer ministro justificó la censura parlamentaria porque "el programa de gobierno que nos han presentado no refleja la voluntad de cambio, es un programa que prolonga la austeridad más allá de la Troika, es un modelo basado en el empobrecimiento y en la privatización de los servicios públicos, que no defiende los intereses nacionales ni refuerza la cohesión social".

El 24 de noviembre Cavaco, no sin bastantes dudas de entrada, pues la falta de un programa único por escrito y de un compromiso de alianza en firme para toda la legislatura arrojaba incertidumbre sobre las deseadas "estabilidad y la durabilidad" del Gobierno de la izquierda, terminó encargando a Costa la formación de su Gabinete. El presidente realizó el preceptivo nombramiento tras recibir del líder socialista una respuesta satisfactoria a su demanda de "clarificación formal" de seis "cuestiones omitidas en los documentos distintos y asimétricos" firmados por el PS, el BE, el PCP y el PEV.

Estas se referían a: la aprobación de mociones de censura; la adopción de los presupuestos generales del Estado, en particular los de 2016, apremiados por la UE; el cumplimiento de las reglas de disciplina presupuestaria de la Eurozona; la estabilidad del sistema financiero; el respeto de los compromisos internacionales en materia de defensa colectiva, es decir, la participación en la OTAN; y el papel asignado al Consejo Permanente de Concertación Social. El nuevo equipo dirigente, que tomó posesión el 26 de noviembre, estaba integrado de manera paritaria por miembros del PS, como el titular de Asuntos Extranjeros, Augusto Santos Silva, y por independientes, entre los que figuraban los responsables de Finanzas, Mário Centeno, Economía, Manuel Caldeira Cabral, Defensa, José Alberto Azeredo Lopes, Interior, Constança Urbano de Sousa, y Justicia, la jurista de origen angoleño Francisca Van Dunem.

Cavaco Silva había traslucido su temor a que la estabilidad del nuevo Gobierno Costa fuera puesta en entredicho por potenciales desacuerdos entre los socialistas y sus socios parlamentarios, que no estaban dispuestos a dar a Costa un cheque en blanco. Pero la primera fisura en el oficialismo surgió, e incluso antes de formarse el Gobierno, en el mismo seno del PS, donde el dirigente nacional Sérgio Sousa Pinto y el influyente eurodiputado Francisco Assis vocearon su absoluta disconformidad con el histórico acercamiento a los comunistas y los bloquistas: el primero dimitió como miembro del Secretariado Nacional y el segundo, con sones de desafío directo a Costa, anunció la articulación de una "corriente interna, crítica y alternativa" a la nueva línea oficial del partido. El 2 de diciembre Costa presentó en la Asamblea su plan de gobierno y en la jornada siguiente superó sin problemas una moción de censura lanzada por el PSD y el CDS-PP, que insistían en tachar su Ejecutivo de "ilegítimo".

António Costa está casado desde 1987 con la profesora Fernanda Maria Gonçalves Tadeu y es padre de dos jóvenes veinteañeros.

(Cobertura informativa hasta 4/12/2015).

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