"Yo cago en el Sena": cómo boicotear el chapuzón de Macron (y de paso, su Gobierno)
Emmanuel Macron tiene una promesa pendiente con el pueblo parisino. Una que ya hizo en su momento el expresidente francés y exalcalde de Francia, Jacques Chirac, a finales de los años 80. Los dos dijeron que nadarían en el río Sena en un gesto simbólico por demostrar que la mayor insignia de la capital no está contaminada. Chirac no lo consiguió y tuvo que admitir que no podía cumplirla, y Macron todavía no ha especificado cuándo se metería en esas aguas. Para el actual mandatario francés, su hipotético baño se ha convertido en un símbolo de su caída de popularidad y de credibilidad entre la población parisina. Las encuestas arrojan que más del 65% de los franceses tienen una mala o muy mala opinión de su presidente. “No sé si es odio lo que sienten, pero genera malestar porque toma las decisiones por sí solo. Esta manera de gobernar no le conviene a muchos franceses, ni a la clase política. Por eso hay mucha oposición a Macron”, sostiene Francis Ghilès, investigador sénior asociado del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob), a El Confidencial. Respecto a los Juegos Olímpicos, Francis Ghilès explica que “a pesar de que esta celebración no tiene una influencia directa en la política, sí que hay varios aspectos en los que confluyen. El primero es que se ha hecho una inversión importante en estructuras deportivas y viviendas, así como la calidad del agua, especialmente en zonas como Saint Remy, uno de los barrios más pobres de Francia”.