Moldavia: un corazón partido con muchas cicatrices
Anna Bosch relata su experiencia en Moldavia tras haber participado en un viaje organizado por el centro de análisis CIDOB en colaboración con el instituto moldavo IPRE, en el que participaron en varias reuniones con representantes del Gobierno. “De todos aquellos encuentros me quedó la imagen de un país pequeño, consciente hasta la desesperación de su pobreza y de la corrupción que lo carcome todo, y una sociedad dividida entre quienes ansían la entrada en la Unión Europea como el náufrago un tablón que lo mantenga a flote, y quienes anhelan volver a estar bajo la protección de Moscú, la metrópoli en tiempos de los zares y de la Unión Soviética”, explica Bosch. “Una idea que se nos repitió, tanto por parte del gobierno europeísta como de políticos prorrusos, fue que un referéndum sobre la Unión Europea, que se planteara como disyuntiva, UE o Rusia, sería un riesgo muy alto para los europeístas. Año y medio después el referéndum no se ha plateado como disyuntiva, en la pregunta no había alternativa rusa, pero el resultado confirma aquella advertencia”, afirma.