La mentalidad colonial rusa, un obstáculo para la paz y la democracia

¿Cuántas veces han oído mencionar la mentalidad colonial de Rusia y los rusos? ¿Cuántas, de población indígena refiriéndose a ciudadanos de la Federación Rusa? Pocas, ¿verdad? Y, sin embargo, esa fue una terminología común en la conferencia de rusos exiliados que organizaron la semana pasada los centros de análisis CIDOB y Friedrich Ebert Stiftung en Madrid. Andrey Makarychev lleva años exiliado en Estonia, una de las tres repúblicas bálticas que formaron parte de la Unión Soviética. Fue uno de los ponentes y puso su país de acogida como ejemplo: “Para los bálticos la caída de la URSS fue un proceso de descolonización”. “Ucrania es un eslabón más en la cadena de políticas imperiales rusas”, señaló Andrey Makarychev. “Antes de Ucrania hubo la invasión de Finlandia en 1939, la de Hungría en 1956 para aplastar el levantamiento de la población, la de Checoslovaquia en 1968 contra el equivalente a Budapest antes, la "primavera de Praga", y la de Georgia ya en el siglo XXI”. 

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