Mohamed VI, año X: Mito y realidad de la transición marroquí
Notes internacionals CIDOB, núm. 7
El 23 de julio de 1999 moría Hassan II, erigiéndose en rey de Marruecos su hijo primogénito, Mohamed VI. Todo apuntaba a que el nuevo monarca daría el definitivo espaldarazo al proceso de apertura iniciado por su padre unos años antes, significándose su advenimiento como el inicio de una nueva era en la que cristalizaría, por fin, la “transición”. En virtud de la proximidad geográfica y una pretendida similitud entre regímenes monárquicos, en la mente de observadores y analistas se vislumbraba una salida “a la española”, entendiendo que en el referente hispano había sido precisamente el rey Don Juan Carlos, en su calidad de heredero del cetro de mando del franquismo, el principal artífice del cambio democrático, del paso de un sistema autoritario a otro de derechos y libertades consagrado por la Constitución de 1978. Con el “gobierno de la alternancia” en liza, principal hito del cambio de orientación operado por el régimen hassaniano a finales de los noventa y a cuya cabeza se encontraba Abderrahman Youssoufi, un socialista otrora condenado a muerte por su oposición al régimen monárquico, Mohamed VI, que contaba entonces con 35 años de edad, tenía todo a su favor para pasar a la historia como el artífice del cambio político en Marruecos, país llamado a convertirse en el gran referente democrático para el mundo árabe y musulmán. La atracción por Europa, con el modelo español como telón de fondo, y el temor de una deriva “a la argelina”, hacían plausible esta hipótesis. (...)