La segunda guerra de Irak ha terminado, o casi

Opinion CIDOB 82
Data de publicació: 09/2010
Autor:
Francesc Badia i Dalmases, gerente CIDOB
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Francesc Badia i Dalmases,
gerente CIDOB

6 de septiembre de 2010 / Opinión CIDOB, n.º 82

El Martes 31 de Agosto, en su segundo discurso desde el Despacho Oval desde que tomó posesión del cargo, el presidente Obama anunció que la “Operación Libertad en Irak” había llegado a su fin. Aunque en su discurso nunca dijo literalmente “la guerra de Irak ha terminado”, sí usó un tono póstumo al describir el cruce de la frontera con Kuwait de la última brigada de combate, o al referirse a los cerca de 1,5 millones de americanos –la cifra es impresionante- que lucharon “en un lugar lejano por gente desconocida”. Ellos, dijo, “clavaron sus ojos en la más oscura de las creaciones humanas –la guerra- y ayudaron al pueblo de Irak a perseguir la luz de la paz”.

Pero más allá de la retórica heroica, la realidad de esta larga guerra americana es que ha supuesto unos costes elevadísimos para un resultado más que mediocre, un resultado que demuestra que esta guerra fue un error o, más bien, una cadena de trágicos errores. Los costes humanos, sociales, económicos y políticos han provocado una crisis profunda en el sistema internacional, que ya no volverá a ser el de antes. La ruptura del consenso de postguerra y de la doctrina americana de la contención dio paso a la estrategia neocon del unilateralismo, de la guerra preventiva y de “la coalición de voluntarios”, doctrina liderada por Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Richard Perle y Dick Cheney quienes, amparados bajo el “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano” -conocido como PNAC por sus siglas en inglés-, dominaron buena parte del mandato del presidente George W. Bush.

Los costes en destrucción y vidas humanas, en primer término, incluyen no sólo las más de 4.400 bajas de soldados americanos (3.500 de ellos muertos en acciones de combate), sino a cientos de miles de iraquíes. Las cifras hablan de 112.000 bajas civiles (Brookings Institution Iraq Index Achive) (1), si bien ya en 2006 investigadores de la Johns Hopkins publicaron un estudio en la revista médica The Lancet estimando la cifra de muertos civiles atribuibles directa o indirectamente a la guerra en 601.000 (2). A los millares de heridos, de desplazados internos y refugiados en el exterior (1,55 y 1,78 millones respectivamente a final de 2009, según ACNUR (3)) se viene a sumar la fractura social provocada por una violencia sectaria que llevó al país a añadir a la insurgencia contra las tropas ocupantes, una cruenta guerra fratricida y una sangrienta campaña suicida de la organización Al-Qaeda en Irak, debilitada progresivamente tras la muerte de su líder al-Zarqawi La invasión de la coalición liderada por Estados Unidos significó también el desmembramiento del ejército y de los cuerpos de seguridad, con el consiguiente caos en un estado incapaz de proporcionar seguridad a sus ciudadanos y el saqueo de instituciones públicas, bibliotecas y museos. El desastre cultural tuvo su momento emblemático con la voladura en 2006 de la Mezquita Dorada de Samarra, lugar de peregrinación y culto declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Los costes económicos han sido también enormes. En el citado discurso, Barak Obama cifró el coste presupuestario de la guerra en untrillón (americano) de dólares -780.000 millones de Euros-, un coste financiado en su mayor parte con deuda externa. Pero la factura real ha sido presumiblemente muchísimo mayor. El Nobel de economía Joseph Stiglitz estimó, junto con la profesora de Harvard Linda Bilmes, que los costes ya triplicaban esta cifra a principios de 2008, y lo argumentaron en un libro titulado La guerra de los tres billones de dólares: El coste real del conflicto en Irak publicado en marzo de ese año. A las grandes dificultades económicas en las que se sumió el país, la destrucción de las infraestructuras y del tejido productivo –salvo la extracción de petróleo- se suma una importante caída de la calidad de vida y de los servicios básicos (además de la escasez de agua corriente y de suministro eléctrico, el número de médicos en Irak, por ejemplo, pasó de 34.000 antes de la invasión de 2003 a 16.000 en diciembre 2008, estimándose en 2.000 el número de médicos asesinados) (4). El impacto colateral de esta guerra en el precio del petróleo y en el sistema financiero internacional son factores que, como mínimo, no ayudaron a evitar la difícil situación económica en la que se sumió Estados Unidos y que sigue golpeando hoy a las economías occidentales.

Los costes políticos para el sistema internacional han sido también muy elevados. La ruptura del consenso y el menosprecio del Consejo de Seguridad, donde no se obtuvo la resolución autorizando la guerra que ansiaban norteamericanos y británicos, sumió a las Naciones Unidas en una peligrosa crisis, que la empujó hacia la práctica irrelevancia. La manipulación de la información y de la inteligencia en aras a justificar la intervención en Irak fue lamentable, con una imagen para la historia: la del entonces Secretario de Estado norteamericano, el general Colin Powell, esgrimiendo un tubito de ensayo en la asamblea general de las Naciones Unidas aduciendo tener pruebas de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Era mentira. En Europa los costes tampoco fueron menores, con una ruptura entre los que se oponían a la intervención y los entusiastas de la coalición de voluntarios, con España al frente, promoviendo una retórica destructiva de enfrentamiento entre unas supuestas vieja y nueva Europa.


Los historiadores se encargarán de certificar si la segunda guerra de Irak terminó o no el 31 de Agosto. Lo que si se puede anticipar es que estos siete años y medio han certificado el final del breve período unipolar que trajo consigo la caída del muro de Berlín y el fin de la guerra fría. La hegemonía americana continuará durante bastante tiempo, sobretodo en el terreno de la superioridad militar, pero esta larga guerra ha debilitado a Estados Unidos y a Europa, mientras otros polos han surgido con fuerza y ya están marcando la agenda internacional. Tal vez por ello el discurso de Obama hizo referencia a la necesidad de restaurar la economía maltrecha de la clase media norteamericana, y utilizar todos los elementos del poder para continuar liderando el mundo, para continuar soportando “el peso de promover la libertad y la dignidad humana” como dijo literalmente desde el Despacho Oval. Según el Presidente, estos elementos del poder estadounidense serían la diplomacia, la fortaleza económica, los valores de la libertad y el poder del ejemplo, quizás este último el más dañado en esta guerra ruinosa e inconclusa. Próxima parada: Afganistán.

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(1) http://www.brookings.edu/~/media/Files/Centers/Saban/Iraq%20Index/index.pdf

(2) http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2806%2969491-9/abstract

(3) http://www.unhcr.org/4c11f0be9.html

(4) Iraq Index Archive 2010

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Francesc Badia i Dalmases,
Gerente CIDOB