2014: Puerto de partida para el nuevo rumbo de Iberoamérica
Jordi Bacaria, Director, CIDOB
Anna Ayuso, Investigadora Sénior, CIDOB
17 de Diciembre, 2014 / Opinión CIDOB, n.º 286 / E-ISSN 2014-0843
Veracruz, la mayor ciudad portuaria de México, albergó la 24 Cumbre Iberoamericana los días 8 y 9 de diciembre de 2014. México volvió a tener el papel de anfitrión que ya desempeñó en la primera Cumbre celebrada en 1991 en Guadalajara, con el objetivo de iniciar un cambio de ciclo que adapte las Conferencias Iberoamericanas al nuevo contexto global e inter-regional. Una transformación que se vaticinaba como oportuna y necesaria; oportuna porque el estreno de Rebeca Grynspan como titular de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), que ha sustituido a Enrique Iglesias, propiciaba una renovación tras 11 años de intenso liderazgo. Y necesaria porque en la 22 Cumbre celebrada en Cádiz en 2012 ya se decidió iniciar una renovación que incluyera la revisión del mandato y los objetivos de la SEGIB y de la propia Conferencia.
Dicho proceso de revisión, que inició el Secretario saliente y retoma la nueva responsable, tiene como principal objetivo reubicar la cooperación y las conferencias iberoamericanas en un escenario regional muy diferente al del momento de su creación. El surgimiento de múltiples foros latinoamericanos y organismos de integración regional y particularmente la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), con la consiguiente multiplicación de cumbres regionales, sub-regionales e inter-regionales que pueblan las agendas presidenciales en la actualidad, contrastan con los inicios de las conferencias, cuando el espacio iberoamericano proporcionaba un lugar de encuentro privilegiado. También ha cambiado América Latina que, tras una década de crecimiento y estabilidad, disfruta de mayor autonomía y presencia global. Igualmente se ha transformado la posición de los países iberoamericanos vistos desde el lado europeo que, más allá de los efectos coyunturales de la crisis, mantienen una relación de creciente interdependencia con la región.
El lema escogido para la Cumbre, “Educación, cultura e innovación”, tenía la intención de remarcar algunos de los factores de cohesión e interés mutuo que han sido definidos como pilares de la cooperación iberoamericana. Con ello se pretendía incentivar la unidad iberoamericana alrededor de un elemento esencial para la mejora de su desarrollo. Sin embargo, de los veintidós países que conforman el espacio iberoamericano, no acudieron a Veracruz los más altos mandatarios de seis, Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Puede que el planteamiento actual de la Cumbre de líderes haya agotado su recorrido pues, a pesar de los esfuerzos diplomáticos de México, España y la propia Secretaria General para que no faltaran a la cita los líderes más emblemáticos de la izquierda, su ausencia ha sido percibida como fracaso, aunque fuera en menor medida que en la anterior Cumbre de Panamá en 2013 a la que solo acudieron la mitad de los mandatarios.
Esta es la última Cumbre anual ya que la próxima, con periodicidad bianual, será organizada por Colombia en 2016. Pero el espaciar las cumbres no evitará que vayan languideciendo si no se crean incentivos para garantizar la asistencia al máximo nivel, y estos solo puede surgir del convencimiento de que es útil y del apoyo de un motor de pensamiento iberoamericano que las alimente. Un planteamiento de las cumbres concentrándose en el perfil más operativo de las conferencia de ministros de Educación, de Cultura, de Ciencia y Tecnología, de Trabajo, de Juventud y del largo etcétera que han tenido lugar, sin contar con la espectacularidad de la presencia de todos los líderes, mostraría la imagen de eficacia del encuentro, que sin duda tiene y que la ausencia de determinados líderes ensombrece.
Las ausencias de algunos contrastan con el apoyo de los foros por parte de la sociedad civil, como el encuentro empresarial, el encuentro cívico, el encuentro de jóvenes, el foro de comunicación o el foro de gobiernos locales, que son indicadores del interés y de la necesidad de que la SEGIB siga desarrollando sus programas. A pesar de un cierto desencanto por la falta de apoyo político de determinados líderes para potenciar el valor estratégico de objetivos programáticos compartidos y no ideológicos como son la educación, la cultura, la innovación y la movilidad en el espacio Iberoamericano de estudiantes e investigadores no cabe duda que las sociedades sí apuestan por la creciente inter-relación en un espacio compartido de conocimiento y cohesión liderado por la SEGIB. Una futura incorporación a los foros paralelos de un foro de think tanks a la manera del "Think 20" en el G-20, dinamizaría además el necesario pensamiento sobre Iberoamérica para la germinación de nuevas ideas e iniciativas que contribuyan a su sustentabilidad.
La decisión adoptada en la resolución de Monterrey de adoptar un documento que integre a los organismos iberoamericanos sectoriales como la OEI, la OISS la OIJ y la OIMJIB para fortalecer su acción conjunta y la planificación común es uno de los buenos resultados del encuentro, así como la aprobación del documento que establece las áreas prioritarias para la cooperación iberoamericana en el que se reestructura la institucionalidad para hacerla más operativa y se actualiza la normativa de los programas e iniciativas iberoamericanos y su financiación. También son logros tangibles el impulso al denominado “Erasmus iberoamericano” con el que se pretende movilizar a 200.000 jóvenes estudiantes hasta 2020, así como la Conversión del Instituto Cervantes en un organismo Iberoamericano y la puesta en marcha del Registro de Redes Iberoamericanas con los cuales se contribuye a fortalecer el espacio común de cultura y conocimiento.
Un tema importante, que requerirá apoyo unánime por parte de los países, es el financiamiento de la SEGIB. Las cumbres son solo una parte de la Cooperación Iberoamericana que abarca los múltiples programas de trabajo y el mantenimiento de un ámbito de diplomacia pública propia que debe ser asumido por el conjunto de la comunidad de manera equilibrada. La crisis económica y financiera en España y Portugal ha puesto en evidencia el problema de mantener los niveles de apoyo financiero del pasado. Así, se pasará de la tradicional aportación del setenta por ciento europeo y el treinta latinoamericano a una provisional que es 65-35 y que se revisará en la próxima cumbre para que sea de 60-40%. Un acuerdo aún lejos de que las aportaciones sean en función de las capacidades económicas de los países.
Si la SEGIB no puede tener una financiación acorde con sus objetivos y con un reparto equilibrado de sus cargas entre los miembros de la comunidad Iberoamericana difícilmente subsistirá. El establecimiento de objetivos claros de interés social común es lo que puede incentivar una mayor implicación de los gobiernos a demanda de los ciudadanos. La Comunidad Iberoamericana está representada por sus mandatarios pero quienes la construyen son los ciudadanos y a ellos corresponde repensar cuál es su papel en el nuevo rumbo que tome, con nueva hoja de ruta y nueva líder al timón.