Una guía al conflicto sirio: 10 preguntas claves

Data de publicació: 01/2014

1. ¿Quién gobierna Siria?

El actual Presidente de Siria, Bashar al-Asad, heredó el poder de su padre Hafez al-Asad tras su muerte en junio del 2000. Hafez al-Asad llegó al poder en 1970 a través de un golpe de estado y se consolidó como líder del partido socialista árabe Baath. Después de asumir el poder, Hafez purgó el partido de todos sus rivales políticos y dio los cargos de responsabilidad a familiares cercanos y gente de su confianza; así, las riendas del partido Baath y las fuerzas de seguridad quedaron en manos de la familia Asad (alauita, en un país mayoritariamente suní) y de consejeros políticos y militares de su confianza.

La autocracia de Hafez no toleró ninguna forma de disidencia política, y reprimió duramente a grupos políticos e individuos que desafiaban al régimen. Los servicios de inteligencia, conocidos como Mukhabarat, han sido claves para asegurar la continuidad del régimen erradicando cualquier disidencia, y a menudo mediante flagrantes violaciones de los derechos humanos. En los setenta el crecimiento de los Hermanos Musulmanes, que abogaban por un cambio de régimen y el establecimiento de un estado islámico, se reprimió brutalmente con lo que acabó siendo conocido como la masacre de Hama que en febrero de 1982, se saldó con aproximadamente 20.000 víctimas.

A la muerte de su padre, Bashar asumió el liderazgo del partido Baath prometiendo reformas políticas y económicas. Este período se conoció como “la Primavera de Damasco”. Las promesas de Bashar nunca se materializaron y las pocas y tímidas reformas que se implementaron fueron revocadas, destruyendo así todas las esperanzas de que bajo el mando de Bashar, Siria pasase de una autocracia a un estado democrático moderno.

2. ¿Qué desencadenó las protestas de 2011?

El 6 de marzo de 2011, un grupo de adolescentes fue arrestado en la ciudad de Dara, en el sur de Siria, por dibujar un graffiti contrario al régimen en una pared. Su detención provocó manifestaciones masivas en la ciudad y choques con fuerzas gubernamentales. Se abrió fuego contra los civiles y las protestas subieron de tonto pidiendo la caída del régimen y se extendieron hasta Damasco y luego por todo el país en cuestión de meses. Los manifestantes se inspiraban en la Primavera Árabe y en el activismo que estaba teniendo lugar en la región, donde egipcios, tunecinos, yemenitas y libios se estaban movilizando contra sus respectivos regímenes políticos.

La respuesta del régimen fue intensificar la represión y en mayo de 2011, entraron tanques en las ciudades de Homs, Dara y en partes de Damasco, provocando condenas internacionales por el uso excesivo de fuerza militar contra manifestantes. La ciudad de Dara se convirtió en uno de los epicentros anti-régimen fomentado el sentimiento anti-régimen en todo el país.

En julio de 2011, las protestas estallaron en Hama, que una vez más se convirtió en el punto central de la oposición al régimen Baath, con miles de personas saliendo a la calle pidiendo la dimisión de al-Asad y enfrentándose a una represión brutal.

3. ¿Cómo pasó el conflicto sirio de manifestaciones pacíficas a una guerra civil?

Lo que empezó como protestas pacíficas, comenzó a organizarse y armarse como respuesta a la represión del régimen. Los primeros movimientos de oposición armada consistían en una mezcla de civiles y militares desertores que se unieron al movimiento anti-régimen después de ser testigos del uso excesivo de la fuerza por parte del gobierno. El primer incidente de rebelión armada ocurrió en junio de 2011 cerca de la frontera con Turquía, donde civiles locales se hicieron con el arsenal de una comisaría de policía después que fuerzas del régimen abrieran fuego contra manifestantes. Cuando llegó una unidad del ejército para reprimir a los manifestantes, una parte de esa unidad desertó, y junto con los civiles armados lanzaron una contraofensiva contra las fuerzas de seguridad. Esta contra insurgencia fue respondida con decisión y a final de mes, la población, incluyendo los insurgentes, se vio obligada a huir.

A ese incidente le siguieron otros entrenamientos como los que se produjeron, en septiembre de 2011, en Homs y en Jebel al Zaqiya. En enero de 2012, los rebeldes tomaron varios suburbios al este de Damasco. Aunque fueron expulsados de algunos de ellos a finales de ese mes, los rebeldes siguen controlando algunas zonas de las afueras de la ciudad. En julio de 2012 el conflicto llegó a Alepo. Fuerzas rebeldes penetraron por el este y llegaron al centro de la ciudad, disparando contra puestos policiales y militares y capturando una cantidad significativa de armas y munición. Alepo sigue dividida, con las fuerzas del régimen controlando el oeste de la ciudad y los rebeles el este.

A medida que la oposición dispuso de más armas y munición (cogida de depósitos de armas dentro de Siria pero también adquiridas de donantes regionales e internacionales), las hostilidades se intensificaron convirtiéndose en un conflicto de suma cero, con las dos partes luchando por su supervivencia. En julio de 2012, el Comité Internacional de la Cruz Roja ya calificó la situación en Siria como un conflicto armado interno o guerra civil.

4. ¿A quién engloba la oposición Siria?

La oposición comprende un numeroso grupo de actores políticos dentro y fuera de Siria (muchos disidentes políticos, como los líderes de los Hermanos Musulmanes, han estado en el exilio) y dentro de ella hay grupos que desarrollan una labor estrictamente política y otros que han tomado las armas. A pesar de sus divisiones, la oposición tiene una demanda común: la caída del régimen de al-Asad. No comparten, sin embargo, un proyecto político alternativo. Algo que se explica por la naturaleza espontánea de los levantamientos y el hecho que no hubiese una agenda política o ideología dominante tras las manifestaciones.

En un intento de unir varios grupos de la oposición bajo una organización paraguas, se organizó el Consejo Nacional Sirio (CNS) en marzo de 2011. Desde su comienzo, el CNS ha estado plagado de luchas internas y escisiones; y ha sido incapaz de mantener una posición clara en asuntos clave como la intervención militar extranjera. Tampoco ha sabido definir una estrategia militar y política ni un programa para la era post al-Asad. Dominado por los líderes en el exilio de los Hermanos Musulmanes y operando en Turquía, el CNS fue criticado por no incorporar a prominentes figuras de la oposición en sus filas y por estar desconectado de lo que pasaba en el interior de Siria. Tenía poca influencia sobre grupos rebeldes armados sobre el terreno, sobre todo porque éstos recibían apoyo militar y financiero directamente de varios donantes regionales y no estatales pasando por alto el papel del CNS de coordinar el desembolso de las armas de donantes extranjeros a combatientes de la oposición. Dada la falta de influencia del CNS sobre los grupos de milicias, y con la legitimidad de sus líderes permanentemente puesta en duda tanto por los sirios como por los actores internacionales, se formó la Coalición Nacional de la Revolución Siria y las Fuerzas de la Oposición en noviembre de 2012 (con un gran esfuerzo diplomático internacional), que reunió al CNS junto con otros líderes de la oposición en un intento de ampliar la base de apoyo de la oposición política. La coalición, como el CNS, ha sido víctima de las tensiones internas, de su inexperiencia en labores de gobierno y de su incapacidad para controlar a los grupos armados rebeldes.

El Ejército Sirio Libre (ESL) compuesto de desertores y voluntarios contiene los pocos grupos rebeldes que apoyan la coalición. Sin embargo, dada la menguante influencia del ESL (cada vez más grupos del ESL lo están abandonando a favor de otros grupos rivales), y la proliferación de grupos armados que no reconocen la legitimidad de la coalición, se está haciendo cada vez más difícil superar las diferencias entre los actores sobre el terreno y la oposición política fuera de Siria.

Charles Listes, analista del conflicto sirio estima que hay unos mil grupos armados operando actualmente en Siria, algunas veces formando alianzas ad hoc, y otras compitiendo entre ellos. Todos los intentos de unificar los grupos rebeldes armados bajo un mando centralizado han fracasado. El hecho de que tanto la oposición armada como la política sean incapaces de formar un frente unificado pone en peligro la supervivencia y la legitimidad de toda la oposición.

5. ¿Quiénes son los yihadistas y por qué están siendo cada vez más importantes en el conflicto?

La revuelta siria empezó siendo un movimiento secular y pacífico contra un régimen autocrático. Sin embargo, progresivamente se transformó en un conflicto militar con grupos yihadistas engrosando la oposición armada.

El conflicto en Siria tiene varias dimensiones: clase, identidad, alianzas locales y regionales, y divisiones sectarias y religiosas –entre otras. Estos elementos han emergido como líneas de falla en un conflicto cada vez más complejo. La retórica sectaria, empleada por el régimen de al-Asad desde el comienzo de la revuelta y alimentada por los poderes regionales, ha polarizado el conflicto y ha abierto un especio para los yihadistas que defienden la superioridad del Sunismo y la violencia para imponerlo.

Estos grupos reciben financiación de gobiernos regionales y donantes no estatales en un intento de promover intereses estratégicos. Su ayuda ha proporcionado a estos grupos una influencia desproporcionada en el conflicto. En paralelo, han reclutado un alto número de combatientes, tanto sirios como de otros países. Los grupos yihadistas más significativos operando en Siria son:

El Frente al-Nusra: El Frente al-Nusra es un grupo afiliado a al-Qaeda que anunció su creación en enero de 2012. Su objetivo es derrocar al régimen de al-Asad como paso previó a la creación de un estado pan-islámico regido por la Sharia. Las filas del Frente al-Nusra contienen yihadistas experimentados que están “versados en varios conflictos armados y estrategias de insurgencia”. Así, aunque su número estimado es de 5000, son reconocidos como uno de los grupos rebeldes más eficientes de los que operan en Siria. De al-Nusra destaca su implantación en todo el país ya que está presente en 11 de las 13 regiones del país.

Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS): En abril de 2013 se anunció la creación del EIIS, una unificación de al-Qaeda en Irak y su afiliado sirio, el Frente al-Nusra pero el propio líder de al-Nusra lo negó. Aunque el número de integrantes se desconoce, se cree que lo forman, mayoritariamente, yihadistas extranjeros. Ha crecido rápidamente como grupo insurgente y tiene sus baluartes en Homs, Raqqa, Abu Kamal y a lo largo de la frontera turco-siria. El EIIS se financia por las explotaciones petrolíferas que controlan en Irak y en Siria y también a través de los rescates que obtienen con sus campañas de secuestros.

Frente Islámico: En noviembre de 2013, siete grupos rebeldes se fusionaron para formar el Frente Islámico, posiblemente la alianza más grande de la oposición. Esta nueva alianza, formada por Ahrar-al-Shaam y las brigadas Suqoor-al-Shaam entre otros grupos, no incluye los grupos asociados a al-Qaeda como el EIIS o al-Nusra, sino que es ‘explícitamente un cuerpo islamista sirio’. Ahrar-al-Shaam lo forman una diversidad de grupos islámicos conservadores y a veces grupos yihadistas (tiene casi 50 grupos), que operan principalmente en el norte de Siria pero tienen implantación en todo el territorio. Con su insistencia en los derechos de las minorías, su posición ideológica no es tan dura como la de al-Nusra. Las brigadas Suqoor- al-Sham son otro actor relevante en el movimiento de oposición. Se cree que están financiadas por los Hermanos Musulmanes sirios y a menudo emplea una retórica nacionalista que lo distingue de movimientos yihadistas transnacionales. Que dos grupos de la oposición se han fusionado bajo el paraguas del Frente Islámico sirve para subrayar la importancia que este nuevo grupo tendrá en la oposición.

6. ¿Ha tomado el conflicto en Siria una naturaleza sectaria?

El régimen de al-Asad ha empleado un discurso sectario desde el principio en un intento de posicionarse como el único guardián de los derechos de las minorías. La creciente influencia de yihadistas insurgentes que defendien un sunismo violento ha trasladado esta narrativa sectaria a parte de la oposición. El hecho de que el conflicto tenga una dimensión regional ha reforzado esta tendencia. La oposición siria está financiada y armada por estados mayoritariamente suníes como Arabia Saudí, Qatar y Turquía, y se nutre de combatientes suníes de todo el mundo. En cambio, el régimen sirio recibe apoyo de Irán, chií; y miembros de la milicia libanesa chií Hezbolá.

La violencia sectaria y la amenaza de represalias ha aumentado el número de desplazados internos. Parte de la población ha huido hacia áreas en las que su comunidad es hegemónica, cambiando el mapa social de muchas ciudades y pueblos sirios.

Aunque el conflicto sirio cada vez se define más como una guerra entre una oposición suní contra un régimen que cuenta con el apoyo de aluitas y chiíes y la complicidad de otras minorías, la realidad es más compleja. El apoyo del régimen no se basa solo en las minorías, sino también en suníes leales al régimen como comerciantes, hombres de negocios, y oficiales del ejército que tienen algo que perder si el régimen no sobrevive. Asimismo, la oposición tiene alauitas, cristianos y otras minorías en sus filas.

Los recientes combates entre la comunidad kurda y algunos grupos de la oposición, sobretodo al-Nusra y el EIIS, han añadido una nueva dimensión a la fragmentación étnico-política del país. Los kurdos representan el 9% de la población, y están geográficamente concentrados en el noreste de Siria, a lo largo de la frontera turca e iraquí. Desde el estallido de los combates en 2011, los kurdos han intentado distanciarse tanto del régimen como de la oposición, y a mitad del 2012, el régimen de al-Asad se retiró de las áreas kurdas, cediendo el control de esas áreas al partido Unión Democrática Kurda (PYD). Cuando grupos yihadistas intentaron extender su influencia a las áreas kurdas, el brazo armado del PYD rechazó con éxito los ataques, y desde entonces ha habido diferentes enfrentamientos entre ambas fuerzas.

7. ¿Qué consecuencias humanitarias tiene el conflicto?

El mundo está siendo testigo de una crisis humanitaria sin precedentes en las últimas décadas. El número de víctimas desde el inicio del conflicto supera ya las 100.000 bajas. Aproximadamente un tercio de la población siria se ha visto obligada a desplazarse; 5 millones de sirios son desplazados internos mientras que 2 millones son refugiados registrados en países vecinos. Las necesidades de ayuda humanitaria se han multiplicado en el último año de forma exponencial. Naciones Unidas pidió en diciembre de 2013 6.5 billones de dólares para ayudar a 16 millones de personas, la cifra más alta de la historia para un único conflicto. Sin embargo, la conferencia de donantes organizada en Kuwait no ha alcanzado esa cifra; los donantes sólo se han comprometido a 2.4 billones de dólares, muy lejos de la cifra requerida. Además, agencias de ayuda y organizaciones donantes se enfrentan a enormes dificultades para hacer llegar la ayuda humanitaria, particularmente a las ciudades bajo asedio. La situación en los campos de refugiados en los países vecinos se caracteriza por la superpoblación, la inseguridad y la incapacidad de cubrir las necesidades básicas.

Buena parte de la población ha huido de la violencia de las fuerzas gubernamentales y, en algunos casos, también de milicias rebeldes Un informe reciente del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas detalla el alcance y la depravación de los crímenes cometidos en Siria, entre los que se incluyen ejecuciones sumarias, asesinatos, violaciones torturas, tomar rehenes y otras graves violaciones de los derechos humanos.

Sin una perspectiva clara de poner fin a las hostilidades, las consecuencias humanitarias continuarán aumentando y afectando no sólo a Siria, sino también a los países vecinos.

8. ¿Por qué ha aceptado el régimen sirio desmantelar su arsenal químico?

El 21 de agosto de 2013, testigos y activistas informaron del uso de armas químicas en dos barrios de Damasco. En pocas horas, esas afirmaciones fueron corroboradas por videos y fotos de docenas de víctimas padeciendo los síntomas causados por la exposición al gas nervioso. Aunque el número exacto de bajas no se pudo establecer, la oposición Siria afirmó que habían muerto al menos 1.300 personas en el ataque y responsabilizaron al régimen sirio.

La evidencia de los videos provocó el escándalo en el seno de la comunidad internacional. Aunque el conflicto sirio había causado más de 100.000 muertos, el uso de armas químicas añadió una nueva dimensión al conflicto. Las armas químicas, a diferencia de las convencionales, son indiscriminadas, y desde 1925, el protocolo de Ginebra prohíbe su uso. La misión enviada a Siria a investigar el uso de armamento químico confirmó que habían sido usadas, y concluyeron que las fuerzas de la oposición no tenían los medios para lanzar un ataque así, quedando solamente el régimen de al-Asad como el único que dispone de ese tipo de armamento y, por consiguiente, como el responsable más probable.

El régimen sirio negó esas afirmaciones, citando que faltaban evidencias definitivas. Mientras tanto, el gobierno de los Estados Unidos sospesó la posibilidad de un ataque militar como respuesta ya que el presidente Obama había declarado en 2012 que su uso equivaldría a cruzar una línea roja. La intervención militar no se llevó a cabo por el miedo a verse inmiscuido en otro conflicto; en su lugar, se llegó a una solución diplomática acordada por Rusia y los Estados Unidos a través de la cuál, Siria acordaba desmantelar y destruir, bajo supervisión internacional, todo su arsenal químico antes del verano de 2014. Al-Asad, quien niega vehementemente haber usado estas armas accedió a su desmantelamiento para evitar un ataque militar y así asegurar la supervivencia de su régimen.

9. ¿Cuáles son los efectos del conflicto sirio en los países vecinos?

El conflicto sirio amenaza con desestabilizar todo Oriente Medio, pero las consecuencias de la guerra han sido particularmente graves en sus vecinos inmediatos. El conflicto sirio puede romper el ya frágil y precario equilibrio social del Líbano. La naturaleza cada vez más sectaria del conflicto ha tenido un efecto contagio con violencia sectaria apareciendo en ciudades como Sidón, Beirut y Trípoli, tal como demuestra el último atentado contra Hezbolá en un barrio de Beirut.

Líbano tiene que lidiar también con el creciente número de refugiados sirios que cruzan hacia su territorio. Las cifras de Naciones Unidas estiman unos 800.000 refugiados sin contar los que no están registrados. Los refugiados sirios son ahora mismo el 25% de la población libanesa.

En Irak, la violencia sectaria y el flujo de refugiados mayoritariamente suníes, ha exacerbado la situación de seguridad. Con el gobierno iraquí apoyando tácitamente el régimen de al-Asad, se ha acrecentado la división entre la mayoría chií y la minoría suní que se siente marginalizada. Además, el efecto contagio ha llegado a Irak ya que grupos militantes suníes se han hecho fuertes en el país. Lo ha demostrado el Estado Islámico de Irak y Siria tomando de la ciudad de Faluya.

Turquía ha recibido a más de 600.000 refugiados sirios. Los campos de refugiados proliferan alrededor de la frontera sur de Turquía, y la llegada de cientos de miles de musulmanes suníes a la provincia de Hatay, amenaza con provocar tensiones sectarias y étnicas con la población local. A Turquía también le preocupa el fortalecimiento del Partido Democrático Sirio, un aliado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Siria. Aunque hay un alto el fuego vigente entre el PKK y Turquía, si las negociaciones fracasan, el PKK puede usar las ciudades en el norte de Siria como base desde donde lanzar ofensivas militares contra Turquía.

Jordania ha recibido unos 550.000 refugiados intensificando su delicada situación financiera. La seguridad de Jordania, además, se ha visto afectada por el creciente número de yihadistas jordanos que cruzan la frontera siria para unirse a los grupos afiliados a al-Qaeda. Amman teme tanto las represalias del régimen sirio como que los yihadistas combatiendo en Siria puedan convertirse en una amenaza para el reino de Jordania una vez finalice la guerra en el país vecino.

10. ¿Es posible una solución política al conflicto sirio?

En setiembre de 2013, el viceprimer ministro sirio anunció que la guerra civil había llegado a un estancamiento militar, sin que ninguno de los dos bandos sea capaz de derrotar al otro y esta situación es difícil que cambie en un futuro cercano. El equilibrio de poder podría alterarse con una intervención militar occidental, pero esta opción ya no se contempla y se insiste en la necesidad de una solución política. La largamente retrasada conferencia de Ginebra II, que empezó el 22 de enero de 2014, aspiraba a proveer una plataforma donde se pudiera planear dicha solución. Los principios de una transición política en Siria bajo los auspicios de Naciones Unidas incluyen asegurar la integridad territorial de Siria, la formación de un gobierno de transición con plenos poderes ejecutivos y establecer un calendario viable que marque los tiempos para que Siria se convierta en a un sistema parlamentario democrático multipartidista.

Ginebra II estuvo marcada por las incertidumbres sobre qué actores participarán en la conferencia. Por ejemplo, la Coalición Nacional Siria sólo confirmó su presencia tras una reunión en Estambul en la que exigió que se retirase la invitación a Irán. Finalmente, el Secretario General de Naciones Unidas retiró la invitación a Irán por no aceptar las conclusiones de Ginebra I. En Ginebra se sentaron alrededor de la misma mesa el régimen y los líderes de la oposición y llegaron a acuerdos muy básicos como dejar salir mujeres y niños de la ciudad sitiada de Homs e incluso hombres no-combatientes previa entrega de una lista, permitir la entrada de un convoy humanitario en la ciudad y la elaboración de listas para el intercambio de prisioneros.

La conferencia estuvo marcada por un constante enfrentamiento verbal entre las dos delegaciones: la oposición insistiendo en hablar sobre transición política y el gobierno centrándose en hablar de terrorismo. Finalmente, el acuerdo sobre Homs no se ha respetado; pero en su lugar, se han conseguido altos el fuego para entregar ayuda humanitaria a nivel muy local.

No obstante, fue imposible acordar un alto al fuego general o iniciar una transición política que pusiera fin al conflicto actual. La oposición siria exige que al-Asad renuncie a su poder y un calendario claro para la transición. Esas son, precisamente, las concesiones que el régimen no está dispuesto a asumir y más después de que al-Asad se haya convertido en un colaborar necesario para desmantelar el arsenal químico, esquivando así una intervención militar internacional. A ello se suma el hecho de que la Coalición Nacional se ve cuestionada internamente y será muy cautelosa respecto a hacer concesiones para que su popularidad no decaiga aún más. Además, aunque la Coalición Nacional es el cuerpo representativo de la oposición siria, no está claro si tiene la autoridad para negociar en el nombre de diversos grupos que forman la oposición, y si será capaz de hacer aceptar una posible solución salida de Ginebra II a los grupos que conforman la oposición. Tampoco ayuda la falta de consenso entre las grandes potencias sobre el futuro político del país y sobre cómo mitigar las crecientes consecuencias humanitarias del conflicto. Aunque la conferencia terminó sin ningún resultado tangible, Lakhdar Brahimi ha afirmado que la conferencia ha hecho acercar posturas a las dos partes a pesar de que aún están muy lejos.

La segunda ronda de negociaciones empezó el 10 de febrero, duró una semana y tampoco se llegó a ningún acuerdo. Las dos partes han acordado mantener una tercera ronda a la que no se ha puesto fecha para tratar los siguientes ítems: luchar contra la violencia y el terrorismo, el órgano de gobierno transicional, instituciones nacionales y reconciliación nacional. La controversia está en que la oposición quiere negociar el segundo ítem sin que haya acuerdo sobre el primero pero el gobierno se niega.