Dossier: Brasil, elecciones 2014

Data de publicació: 10/2014
Autor:
Anna Ayuso, Roberto Ortiz de Zárate, Sílvia Serrano y Santiago Villar

Dilma Roussef promete reformas y una presidencia “mucho mejor”

La actual presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) se alzó vencedora con el 51, 4% de los votos en la disputada segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil frente al 48,3% del candidato opositor Aecio Neves, Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Aunque el empate que señalaban las encuestas desde el inicio de la segunda vuelta y el leve ascenso de Rousseff en la recta final ya presagiaban el triunfo oficialista, la ruda campaña que polarizó al país tuvo en vilo a la opinión pública hasta el minuto final.

El candidato derrotado del PSDB fue el primero en salir a dar cuenta de los resultados y reconocer el triunfo petista en una breve alocución. En ella se mostró orgulloso de haber conseguido catalizar el descontento de la población que en junio de 2013 inundaron las calles de numerosas ciudades del país. Y no fue una tarea fácil, pues su remontada solo se produjo al final de la primera vuelta, cuando tras una espectacular entrada en la carrera presidencial de Marina Silva tras el fallecimiento en la muerte de Eduardo Campos, candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB), en un accidente aéreo el 13 de agosto, su estrella ascendente se desplomó. El trasvase de votos que recibió Aecio Neves de un amplio espectro del electorado cansado de 12 años de dominio del PT supuso un espectacular aumento de más de 10 puntos en la intención de voto y le resituó en primera línea de la carrera presidencial.

El voto de castigo al gobierno colocó a ambos candidatos presidenciales en empate técnico durante las dos primeras semanas de campaña de segunda vuelta, con un 10% de indecisos cuya decantación en la última semana ha sido determinante para la victoria de Rousseff. Una campaña dura y plagada de acusaciones mutuas ha tenido como resultado el margen más estrecho en unas presidenciales desde la recuperación de la democracia y deja un mapa político del país dividido. No es una novedad la brecha entre el Norte y el Sur en cuanto a sus preferencias políticas, pero estas se han acentuado y ponen al próximo gobierno en una situación incómoda, con una fuerte oposición en los estados que son el motor de la economía del país como Sao Paulo y un apoyo incondicional en los estados nordestinos, como Bahía, principales beneficiarios de las políticas sociales redistribuidoras. Paradójicamente los esfuerzos por reducir la brecha socioeconómica Norte Sur han llevado a incrementar la divergencia política.

El descenso en el apoyo al PT también se ha expresado en las segundas vueltas a la elección de los gobernadores de los estados; no obstante el PT y su aliado PMDB han retenido Acre, Ceará y Rio Grande do Sul. En cambio el PSDB de Neves ha ganado en Goias, Mato Groso y Pará, mientras su aliado PSB ha ganado en la capital federal (Brasilia) en Rio Grande do Norte y Paraíba, aunque este último gobernador endosó la candidatura presidencial de Dilma en contra de la posición oficial de su partido. Por otra parte, la reelección presidencial de Dilma se sentenció, no solo con el granero de votos nordestino, sino también con su buen desempeño en Rio de Janeiro y Minas Gerais, tierra natal de Aecio Neves en la que ocupó el puesto de gobernador entre 2003 y 2010 con éxito y, sin embargo, le ha vuelto la espalda en las presidenciales.

Consciente de las limitaciones de su victoria, el primer discurso de Rousseff fue de agradecimiento a sus compañeros de viaje, los presidentes de los nueve partidos que integran la coalición oficialista, y a su principal mentor y aliado Luis Inacio Lula de Silva al que la multitud convocada ovacionó coreando su nombre. Dilma también llamó a la unidad del país tras el fragor de la contienda electoral y a la construcción de puentes con todos los sectores de la sociedad, aunque evitó mencionar al candidato opositor derrotado. La presidenta dijo entender la necesidad de reformas y rechazó que la estrecha victoria fuera impedir las transformaciones que el país necesita. Señaló que la primera debía ser una reforma política que renovara la credibilidad de la ciudadanía en las instituciones por causa de la corrupción y la impunidad. Las denuncias recibidas durante la campaña y, sobre todo, el último escándalo de la petrolera estatal Petrobras a la que se acusa de financiar al propio PT ha sido una de las mayores armas arrojadizas de la oposición contra el gobierno. Dilma decretó una renovada lucha contra la corrupción, aunque ello ya le trajo numerosos contratiempos en la primera legislatura en la que perdió hasta 6 ministros por causa de las denuncias de prácticas delictivas.

Como hizo tras las protestas de junio de 2013, la presidenta se mostró partidaria de convocar un plebiscito popular para impulsar y legitimar una reforma política que precisará un amplio consenso en la cámara parlamentaria. Una cámara en la que el PT ha perdido 10 diputados y que tiene un perfil más conservador que en la pasada legislatura. En el complicado entramado del presidencialismo de coalición brasileño Rousseff tendrá que lidiar con una miríada 28 partidos con representación parlamentaria que condicionan la gobernabilidad del país y que no parecen dispuestos a terminar con sus privilegios. Por ejemplo, la presidenta propuso establecer un mínimo de porcentaje de representación popular para tener representación en la cámara, lo cual es rechazado por los partidos menores.

Pero ese no es la única gran reforma. La desaceleración de la economía brasileña en los últimos meses ha generado especulaciones sobre la idoneidad de las políticas económicas del gobierno y su sostenibilidad en el futuro si no se llevan a término las reformas necesarias. La recuperación de la confianza en la economía brasileña es la otra de las grandes prioridades, pero la presidenta durante la campaña no ha dado muchas pistas sobre cuáles serán las reformas y más bien muestra una estrategia continuista de incremento de las políticas sociales, control de la inflación y subvención a la industria. La oposición denuncia que esa receta es vieja y no va a hacer salir al país de la recesión. Por el contrario, el gobierno sostiene que los malos datos económicos son coyunturales y que la buena salud de la economía viene avalada por el crecimiento del empleo, que llevará a la recuperación.

La lista de reformas pendientes es larga y abarca temas tan delicados como la reforma fiscal, la reforma educativa o las políticas regulatorias. El país también afronta la necesidad de reducir grandes carencias en términos de políticas sociales, servicios públicos e infraestructuras que actúan como cuello de botella para un desarrollo más dinámico e inclusivo. Son transformaciones para las que el PT y sus aliados han recibido un mandato de 4 años más que completará un ciclo de 16 años. Al final de su primera alocución pública tras la victoria la presidente reelegida dijo sentirse “más fuerte y más madura” para llevar a cabo las transformaciones que el país necesita a sabiendas de que será una dura batalla y, haciendo un giño a su pasado de opositora al régimen dictatorial, Dilma aseguró que, como en el pasado, “nao fugirá da luta”.

Este dossier tiene como objetivo de informar sobre la campaña de los principales candidatos presidenciales y los resultados electorales parlamentarios y estatales y quiere proporcionar una visión plural del proceso electoral y acercar a la realidad política y social de Brasil. Por ello, junto a información actualizada, se recogen documentos de análisis y opinión e información de referencia sobre el país.

Autores : Anna Ayuso, Roberto Ortiz de Zárate, Sílvia Serrano y Santiago Villar

Actualización: 31/10/2014