La llama olímpica llega a París con un panorama político incierto
Este viernes se inauguran oficialmente los Juegos Olímpicos de París. El acontecimiento deportivo más esperado del verano ha supuesto un balón de oxígeno para Macron, que ha ganado tiempo para encontrar a un nuevo líder para el Ejecutivo francés. Pero a la vez, suponen una parálisis política para un país con reformas pendientes, con una deuda elevada y con una sociedad polarizada que acudió a las urnas como no había hecho desde hacía décadas. Francis Ghilès, investigador sénior asociado de CIDOB, cree que el actual es el momento de mayor incertidumbre desde 1958. “No sabemos lo que va a ocurrir”, explica. “La izquierda, probablemente no va a poder imponer su primer ministro porque las divisiones, los insultos dentro de la izquierda han sido muy grandes desde la la elección”, justifica. “También está el partido del presidente, del Centro, que tiene influencia… pero lo más interesante es que la derecha clásica, el centro y la izquierda han bloqueado todas las combinaciones de la derecha dura”, resume. En relación con las Olimpiadas, Ghilès apunta que las inversiones que se han realizado para la competición deportiva van a “beneficiar” a la larga a París, porque se han hecho en barrios desfavorecidos.